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El cuarto planeta. Antoine de Saint-Exupéry . Editorial Alianza (Recomendado: 13-14 años)

10 Abr

principito

El cuarto planeta era el del hombre de negocios. El hombre estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.
-Buenos días –le dijo éste.
-Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, veintidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. ¡Uf! Da un total, pues, de quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
-¿Quinientos millones de qué?
-¡Eh! ¿Estás siempre ahí? Quinientos millones de… Ya no sé… ¡Tengo tanto trabajo! Yo soy serio, no me divierto con tonterías. Dos y cinco, siete…
-¿Quinientos millones de qué? –repitió el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta, una vez que la había formulado.
El hombre de negocios levantó la cabeza:
-En los cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo he sido molestado tres veces. La primera fue hace veintidós años por un abejorro que cayó Dios sabe de dónde. Produjo un ruido espantoso y cometí cuatro errores en una suma. La segunda fue hace once años por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejercicio. No tengo tiempo para moverme. Yo soy serio. La tercera vez… ¡Hela (1) aquí! Decía, pues, quinientos un millones…
-¿Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no había esperanza de paz.
-Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
-¿Moscas?
-No, cositas que brillan.
-¿Abejas?
-¡No! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para desvariar.
-¡Ah! ¿Estrellas?
-Eso es. Estrellas.
-¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
-Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy serio, soy preciso.
-¿Y qué haces con esas estrellas?
-¿Qué hago?
-Sí.
-Nada. Las poseo.
-¿Posees las estrellas?
-Sí.
-Pero he visto un rey que…
-Los reyes no poseen; “reinan”. Es muy diferente.
-¿Y para qué te sirve poseer estrellas?
-Me sirve para ser rico.
-¿Y para qué te sirve ser rico?
-Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
Éste, se dijo el principito, razona un poco como el ebrio (2)
Sin embargo, siguió preguntando:
-¿Cómo se pueden poseer estrellas?
-¿De quién son? –replicó, hosco (3), el hombre de negocios.
-No sé. De nadie.
-Entonces son mías, pues soy el primero en haberlo pensado.
-¿Es suficiente?
-Seguramente. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas.
-Es verdad –dijo el principito-. ¿Y qué haces tú con las estrellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento –dijo el hombre de negocios-. Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!
El principito no estaba satisfecho.
-Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas!
-No, pero puedo depositarlas en el banco.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y después cierro el papelito, bajo llave, en un cajón.
-¿Es todo?
-Es suficiente.
Es divertido, pensó el principito. Es bastante poético. Pero no es muy serio.
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.
-Yo -dijo aún- poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino (4) todas las semanas. Pues deshollino también el que está extinguido. No se sabe nunca. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas…
El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró respuesta y el principito se fue.
Decididamente las personas mayores son enteramente extraordinarias, se dijo simplemente a sí mismo durante el viaje.

Notas

(1) Hela aquí: aquí está.
(2) Ebrio: borracho, que ha bebido demasiado alcohol.
(3) Hosco: antipático.
(4) Deshollino: limpio, les quito las sustancias negras como alquitrán.

Antoine de Saint-Exupéry . El Principito.  Ed. Alianza

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
El principito narra las aventuras de un niño, que viene de un lejano planeta, muy pequeño. Parece increíble, pero es así. ¿Cómo no le iba a gustar un planeta tan maravilloso como éste, en el que vivimos?

Recomendamos, encarecidamente, la lectura de una de las obras maestras de la Literatura. Creemos que, en esta edad que proponemos (13-14 años), es donde mayor disfrute se puede obtener de su lectura. En cualquier caso, si la lectura del soporte libro tuviera algún problema (imaginemos una discapacidad de vista, por ejemplo), existe también esta versión. Un audio-libro, que facilitará su lectura oída.

En su llegada al planeta Tierra, va contando las aventuras que tuvo en los otros seis planetas que fue visitando. El texto de hoy corresponde a su visita al cuarto planeta. No se trata de describir cómo eran físicamente esos planetas que visitaba. El libro no tiene que ver con la geografía. La pregunta es ¿quiénes los habitaban? ¿Cómo eran las personas que en ellos había?

El que hoy has leído es el cuarto planeta. ¿Recuerdas quién dice que lo habitaba?

1)   Lo habitaba un extraterrestre, que se había construido una lujosa mansión, para que fueran los demás habitantes.
2)   Lo habitaba el hombre de negocios, que quería que todo, absolutamente todo fuera para él.
3)   Lo habitaba un visitante que llamaban “el planetario”.

(La respuesta correcta es la número 2)

 Palabra magica
Hoy la palabra mágica es poseer. Cuando el verbo poseer se aplica a una persona, como es el caso, significa tener algo en poder de esa persona. Es lo que pensaba el hombre de negocios. Que poseía las estrellas. Pero el principito pensaba en la realidad. Es imposible poseer las estrellas. Por eso piensa que, cuando decía que posee las estrellas, parecía que estaba ebrio, que había tomado más alcohol del que debía tomar.

Pues ahora, vamos a pensar un rato en qué cosas puedes poseer. Es decir, tener en tu propiedad. El diálogo entre el hombre de negocios y el principito es:

        (Hombre de negocios): -Yo poseo las estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas.
        -Es verdad –dijo el principito-. ¿Y qué haces tú con las estrellas?
        -Las administro. Las cuento y las recuento –dijo el hombre de negocios-. Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!
        El principito no estaba satisfecho.
Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas!
        -No, pero puedo depositarlas en el banco.

¿Cuáles de estas palabras son sinónimas de poseer, es decir, significan algo igual o parecido?

Compartir          Tener           Ofrecer          Usar

¿Qué cosas podrías decir, después de esto, que posees, explicando por qué las posees o no las posees?

La libertad         La economía         El mar
El país               La sabiduría          La ilusión

Cuentame
Hoy te proponemos una aventura galáctica.

Estos son los planetas del sistema solar. Falta Plutón  porque muchos geógrafos no lo consideran como planeta del sistema solar. Es el planeta enano.

A lo mejor te encantaría ir en una nave, a visitar alguno de estos planetas. Pero hoy nos vamos a conformar con ser príncipe pequeño, principito o princesa pequeña, princesita. Y tampoco tiene nada que ver con los cuentos de hadas. No, esos los leímos cuando éramos más pequeños. Eran fantásticos, pero muchos ya te los sabes.

Como los planetas están habitados por diferentes tipos de gente, podemos imaginar qué nos gustaría. Aprovecha ahora, cuando todo es posible, e inventa el nombre de un planeta. ¿Hacia dónde cae, aproximadamente? ¿Está en el sistema solar, al lado de los que conoces: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón o está en un lugar todavía no explorado por los geógrafos o geógrafas, con sus grandes telescopios? ¿Quién habita ese planeta, el más lejano del universo, que se descubrirá el año 4500? Lo que seguro que sí sabes, con tu imaginación portentosa, es quién o quiénes te gustaría que lo habitaran. Numera, del uno al cinco, según tus gustos, los tipos de gente que querrías encontrar, cuando viajes, en tu planeta imaginario.

Mucha suerte y que tengas el más maravilloso viaje jamás contado.

9e7o

Antoine de Saint-Exupéry

Nació en Lyon (Francia) el 29 de junio de 1900 y murió cerca de la costa de Marsella el 31 de julio de 1944, en un accidente aéreo. Pasó una infancia feliz a pesar de la muerte de su padre, cuando él tenía 4 años. Estudiará en Suiza. Obtiene el título de piloto de aviación. Descubre que le gusta escribir y dedicará su vida a la aviación y a la escritura. Sufrió más de un accidente por realizar misiones peligrosas, en una de ellas su avión desapareció y ya no se supo más de él.

Nuestro observatorio
Más datos biográficos e imágenes de Antoine de Saint-Exupéry

Bibliografía 

Otros libros de Antoine de Saint-Exupéry:

Vuelo nocturno. Ed. Anaya
Carta a un rehén. Ed. Salamandra
Tierrra de hombres. Ed. Salamandra