-Miau, miau
-Guau, guau.
No sabemos por qué nuestros dos amigos se enfadaron y se fueron cada cual por su lado.
En vista de eso, Margarita y Salustiano también se enfadaron. Margarita defendía a Natillas, y Salustiano a Mamarracho.
-Algo le habrá hecho esa gata para que Mamarracho se enfade–decía Salustiano.
-Mi gata no hace nada. Será Mamarracho el que le habrá hecho algo malo.
Los dos estaban muy enfadados.
Y resultó que ese día Celestino celebró su cumpleaños e invitó a todos los habitantes de Viriviví, incluidos Natillas y Mamarracho, y, naturalmente, Margarita y Salustiano.
Natillas acudió pero, en cuanto vio a Mamarracho, se fue para un lado, y Mamarracho, en cuanto vio a Natillas, se fue para el lado contrario.
Igual hicieron Margarita y Salustiano que, además, nada más hacían que llevarse la contraria.
-Ayer llovió –dijo Salustiano.
Ayer hizo un sol espléndido –dijo Margarita. Y los dos tenían razón, hizo sol por la mañana y llovió por la tarde. Pero ellos se miraban con mucha rabia y Natillas y Mamarracho chillaban:
-Guau.
-Miau.
En esto, apareció doña Botines con una bandeja de pasteles, y Celestino trajo sándwiches, naranjadas y limonadas. Doña Botines, después, trajo para Natillas una pescadilla, y para Mamarracho, de carne un cacho. Todo lo dejaron en una mesa en medio de la habitación.
-Guau –dijo Mamarracho. Y corrió por su cacho y se lo llevó al lado izquierdo.
-Miau –dijo Natillas, y, agarrando su pescadilla, se la llevó al lado derecho.
Salustiano y Margarita también corrían de un lado para otro. Mientras, Salustiano decía:
-¡Qué bueno está el pastel de café!
Y Margarita:
-El que verdaderamente está bueno es el de chocolate.
Por fin acabó la fiesta y cada cual se fue a su casa.
Y a la mañana siguiente, a eso de las doce, todo el mundo pudo ver a Natillas y Mamarracho paseando amigablemente por la calle Real y hablando alegremente.
-Guau, guau –decía uno.
-Miau, miau –contestaba la otra.
¡Habían hecho las paces!
Margarita y Salustiano también les vieron y se quedaron muy parados.
-¡Después que nos hemos enfadado! Y ahora, ¿qué hacemos?
Fue Salustiano el primero que tuvo una idea. Se acercó a casa de Margarita y le dijo:
-Tenías razón, anteayer hizo mucho sol.
-Tú también tenías razón –contestó Margarita- anteayer llovió.
Los dos se echaron a reír y se fueron a pasear por la calle Real, donde se encontraron a Natillas y Mamarracho. Todos se saludaron muy amigos, y así acabó este enfado, tan tontamente como había empezado.
Consuelo Armijo. En Viriví. Ed. Anaya
Propuestas para mediadoras y para mediadores.
RECURSOS
¿A que nos parecemos un montón a Natillas y a Mamarracho? ¿Y a Margarita y a Salustiano? Lo que parece es que los dueños de los animales, inmediatamente toman partido por ellos. Y ahí, precisamente ahí, es donde se monta el cisco. El título que le da la autora es perfecto: el enfado. Si te acuerdas de algunos enfados, apúntalos y luego, en el apartado cuéntame, nos dices los más gordos que hayas tenido últimamente.
En los “cumples” pasan casi siempre las cosas que suceden en este texto: te encuentras con alguien a quien quieres mucho y te lo pasas fantásticamente; procuras estar lo más cerca de ella o de él y charlar para reíros lo más posible; y también pasa lo contrario, como a Natillas y a Mamarracho: se van lo más lejos posible, porque estaban enfadadísimos. Igual que Margarita y Salustiano.
Y si se piensa un poco, lo normal es que te lleves las manos a la cabeza y digas: ¡pero cómo es posible que hayamos discutido, por esa tontería! Menos mal que, por lo menos, lo que llevó Doña Botines estaba riquísimo. Para los del cumple y, ¡cómo no!, para Natillas y Mamarracho. No queremos ni pensar qué hubiera pasado sin la pescadilla de Natillas y el trozo de carne para Mamarracho.
Hoy la palabra mágica es reír. Margarita y Salustiano llegan a la conclusión de que no merece la pena enfadarse. Los dos se echaron a reír y, naturalmente, Natillas y Mamarracho hicieron lo mismo. El paseo final fue fantástico, allí, por la Calle Real. Vamos a ver ahora unas cuantas imágenes que dan risa. Esa cosa tan maravillosa que tanto nos gusta, porque nos deja el cuerpo fantástico. Reír, reír y reír.
Y si hay algo genial es la convivencia entre humanos y también entre animales, ¡como no! Fíjate lo lejos que queda esa frase de “se llevan como el perro y el gato”, después de ver esto que viene. Disfruta y ríete.
¿Te acuerdas de la última discusión que has tenido? ¿Con quién fue? ¿Por qué fue? A lo mejor, con tu buena memoria, puedes recordar cómo acabó aquella discusión.
Y una pregunta, que te dirigen Natillas y Mamarracho: ¿tienes algún animal en casa? ¿Es muy comilón o comilona? ¿Se lleva bien contigo? Dinos cómo es tu mascota. Y si no la tienes, ¿te gustaría tenerla? ¿Qué animal sería tu preferido para que viviera contigo? ¿Crees que tendrías algún problema con ella o con él? ¿Qué crees que le gustaría más a tu mascota?
Pensemos que te han concedido el permiso para tener una mascota en casa. ¿Cómo se llamaría? ¿A dónde la llevarías a pasear? Natillas y Mamarracho iban a la Calle Real. ¿Cómo se llama la calle por donde pasearías? ¿Tienes algún parque cerca para ir con tu mascota?
Aquí tienes una página con un montón de mascotas. Elige la que más te gustaría y a ver si logras tener una. Prepara ya el nombre que le vas a dar. ¡Mucha suerte y que lo consigas!
Nace en Madrid el 14 de diciembre de 1940 y fallece en esa misma ciudad el 22 de junio de 2011.
Sus primeros cuentos aparecen en unas revistas infantiles. A veces ha ilustrado alguno de sus libros.
Realizó adaptaciones de cuentos clásicos y colaboró en la creación de algunos libros de texto.
Sus libros se caracterizan por el humor, más bien cercano al absurdo y al “nonsense”.
Recibió varios Premios entre ellos el Lazarillo y CCEI
Más datos biográficos sobre Consuelo Armijo en Canal Lector.
Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de la autora tomada de Canal Lector.
Comentarios recientes