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La isla Brasil. Vicente Muñoz Puelles. Editorial Anaya (Recomendado: 14-16 años)

4 Dic

cuentosyleyendasdelmar

Durante el siglo XIV se habló de otra isla fabulosa, que llevaba el nombre de Brasil o Hy Brasil. Se la solía situar en el Atlántico, al oeste de Irlanda, y los mitos irlandeses contaban que siempre estaba rodeada de una niebla infranqueable, salvo un día cada siete años. Ese día podía ser vista, pero no alcanzada.
Pese a llevar un nombre idéntico, no parece tener relación con el país sudamericano descubierto por exploradores portugueses en 1500, que al principio fue bautizado como Tierra de la Santa Cruz.
Para algunos era un resto de la Atlántida. Para otros, la misma isla que la de san Brandán. Una tradición irlandesa pretende que la isla Brasil se llama así en honor de los descendientes del clan Breasal, uno de los más antiguos del noroeste de Irlanda.
La isla Brasil figura en una carta de navegación del Atlas de los Medici, de 1531. En un mapa de 1367 se convierte, como por arte de magia, en tres islas, llamadas Braçir. En cartas posteriores aparece con los nombres de Bracir, Braxil, Brazille, Brasile, Bracie, Bresily, Bersil, Brazilae, Bresilji, Braxilis, Branzilae, O’Brassil. Ninguna isla real o imaginaria se ha llamado de tantas maneras.
Ha sido vista en diferentes lugares del océano, y tiene tantos nombres como formas. En algunos mapas se muestra como circular, con un río que la recorre de este a oeste. En otros, en cambio tiene forma de pez o de tortuga.
En 1647, el capitán británico John Nisbet navegaba al oeste de Irlanda por unas aguas que él y su tripulación conocían bien. Se había retirado a descansar cuando su segundo llamó a la puerta del camarote.
-¿Qué ocurre? –preguntó Nisbet.
-Hay una niebla espesa como un muro, capitán.
-¿Por dónde?
-Por todas partes.
-¿Cree usted que yo debería estar en cubierta?
-Sí, capitán.
Nisbet abandonó el camarote con rapidez. La niebla rodeaba el barco tan estrechamente que parecía posible, con sólo extender un brazo sobre la borda, entrar en contacto con algún ser sobrenatural.
-Nunca he visto una niebla así –dijo Nisbet.
-Tampoco yo. Por eso le he llamado. Es como si no quedara una estrella en el cielo.
Estuvieron observando el mar con aprensión (1). Al cabo de unas horas, lentamente, el aire se fue aclarando. Cuando la niebla se levantó por completo, descubrieron que el barco estaba peligrosamente cerca de unas rocas y a la vista de una isla.
Echaron el ancla. Cuatro miembros de la tripulación bajaron el bote y remaron hacia la costa, que no podía pertenecer sino a la legendaria Brasil.
Pasaron un día entero en tierra, y volvieron a bordo cargados de oro y plata, en forma de joyas, monedas y lingotes. Contaron que la isla estaba infestada de conejos negros, y que en ella había un castillo de piedra, donde vivía un viejo mago.
-Es un mago muy rico –le explicaron al capitán-. Tiene un gran tesoro a su cargo, y nos ha dicho que, si volvemos, nos dará mucho más.
El capitán iba a mandarles que subieran de nuevo al bote, pero entonces la niebla se alzó, y las estrellas se fueron apagando.
A la mañana siguiente, todas las miradas se dirigían hacia el lugar donde debía estar la isla. El ancla seguía en su sitio, pero no había huella de tierra alguna.
Por suerte para el capitán y la tripulación, el tesoro permanecía a bordo del barco.

(1)  Aprensión: temor, sospecha, desconfianza.

Vicdente Muñoz Puelles. Cuentos y leyendas del mar. Editorial Anaya

Propuestas para mediadoras y para mediadores
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RECURSOS

Texto
Emocionante el texto de aquella que se creía isla fabulosa. Pronto nos sitúa el autor en la historia. Podemos poseer esas incógnitas del tiempo, que ha ido formando y forjando la geografía, la vida y hasta los espíritus de los seres humanos. Aquí aparecen, en ese viaje fantástico que nos brinda el autor, una Irlanda con tradiciones milenarias, aquella mítica Atlántida y otras leyendas, sabiendo que una leyenda es, según el diccionario de la RAE, la relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.

 Palabra magica                            

Hoy la palabra mágica es fabulosa. Sí, sabemos que es una palabra que tiene varios significados. Es por tanto, polisémica. En el diccionario de la RAE encontramos estas definiciones para la palabra fabuloso o fabulosa:

  1. Quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste solo en la imaginación.
  2. Perteneciente o relativo a la fantasía.
  3. Presuntuoso y entonado.
  4. Magnífico, excelente.

Sabiendo que el libro a que pertenece este texto se llama Cuentos y leyendas del mar, ¿qué crees que significa que durante el siglo XIV se habló de Brasil como de una isla fabulosa? Elige la respuesta correcta.

  1. a) Brasil se consideró, durante muchos siglos, una isla fabulosa, lo cual no deja de ser una leyenda. Algo fantástico, fruto de la fantasía. Pero irreal.
  2. b) Brasil empezó a considerarse desde que existe la palabra fútbol.
  3. c) Brasil se consideró una isla donde se robaban los tesoros de los barcos.
  4. d) Nadie conocía el país que se denominaba Brasil. Nunca se había visto, por la niebla.

(Solución: la respuesta correcta es la a.)

Cuentame
No sabemos, lógicamente, cómo fue tu último viaje. Sí, aquel que conseguiste después de tanto esfuerzo por convencer a los mayores. Sabemos que algo mágico, fabuloso, se produjo en aquel viaje. ¿Eras tú quien iba al final del autobús, el que ponía, con unas letras muy grandes, dibujadas alrededor de una especie de globo terráqueo, Autobuses Atlántida? A lo mejor, conseguiste, gracias a aquel conductor experto en viajes mágicos y misteriosos, llegar a ese continente que aún nadie conoce, nadie ha visto. ¿Cómo se llamaba aquel conductor? Cuando cogió el micrófono, antes de empezar el trayecto, ya comenzó diciendo:

“-Buenos días, señoras y señores, jóvenes y menos jóvenes. Si hay alguien que se marea, es mejor pensar antes de empezar el viaje. No, no vamos a ir por carreteras con muchas curvas. No iremos por senderos difíciles, en los que se suben y bajan altas montañas. Vamos en un autocar muy seguro, donde irán tranquilas y tranquilos. Piensen que un servidor, cuyo nombre es Magdaleno, lleva, en sus manos, pies y espalda, más de seiscientos mil kilómetros conducidos. Recordarán aquello de echa el freno… Bien. He de decirles que, como favor, se ahorren el dicho, porque no será necesario. El viaje es distinto. Podemos decir que va a ser un viaje mágico, donde sólo depende de ustedes ver lo que quieran. Sólo decirles ya, que empieza nuestro fabuloso camino. Que tengan, que tengamos todos un maravilloso viaje. ¡En marcha! …”

¿Cómo fue la salida de aquel autobús de La Atlántida? ¿Y las paradas? ¿Quiénes subieron, que no esperabais? ¿Hubo algún momento difícil, de tensión extrema? ¿Se puso alguien tan nervioso o tan nerviosa que no podía más? Cuéntanoslo. Este será el fantástico artículo para La gran odisea de La Atlántida.
Autor
Vicente Muñoz Puelles
Nace en Valencia  (España) en 1948. En su infancia vivió rodeado de libros, hecho que marcó su gran interés por la literatura.  Licenciado en Ciencias Biológicas, es profesor en la Universidad de Valencia. Muchas de sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Ha escrito para el público infantil,  juvenil y el adulto. Ha recibido numerosos premios. En muchos de sus relatos recrea pasajes de su niñez.
 Nuestro observatorio

Más datos biográficos del escritor en Canal Lector y un reportaje realizado en la Biblioteca valenciana Nicolau Primitiu

Bibliografía
Libros de Vicente Muñoz Puelles en Canal Lector

Cinco. Erik Orsenna. Ed. Salamandra (Recomendado: 13-14 años)

15 May

laisladelaspalabras

El sol se pavoneaba (1) ya en lo alto del cielo. En la placita, un perro bostezaba, tres cabras mordisqueaban un neumático y una mariposa pasaba y repasaba bajo el hocico de un rollizo gato negro.
Después de tanta agitación, aquella calma daba vértigo.
Sentado en un tronco de árbol, el señor Enrique acariciaba su guitarra. De vez en cuando, sus dedos se paseaban por las cuerdas y volvía a oírse la canción de la víspera, la misma que había acunado nuestro sueño. ¿Nos habría acompañado toda la noche para ahuyentar las pesadillas, las horribles pesadillas que sin duda persiguen a los supervivientes de una tragedia? ¿Quién era aquella gente que tan bien sabía cuidar a los náufragos? ¿Y cuáles eran sus poderes mágicos? Me moría de ganas de saber más. Cuando me entra la impaciencia, no puedo estarme quieta. Reprimí tres pasos de baile.
El señor Enrique sonrió.
– Parece que ya estamos mejor. Es tarde. Os llevo al mercado. Así comprenderéis lo que pasa en nuestra isla.
Guirnaldas de pimientos, trozos de pez espada, atún y barracuda (2), cabras descuartizadas, pedazos de otros animales, ojos, lenguas, hígados y gruesas bolas negras (criadillas de toro), amarillentas montañas de boniatos, botellas blancas (ron casero), ensaladeras, cascanueces, desatascadores de color rosa para el lavabo, patas de conejo (para atraer la buena suerte), murciélagos disecados (para ahuyentar la del prójimo), palitos que se chupan llamados “palos tiesos” (para curar la pereza de los maridos)…
Y una abigarrada muchedumbre que parloteaba, discutía, chismorreaba, se insultaba, se desternillaba… Sin contar, a ras de tierra, el doble ejército de los niños, que berreaban de lo lindo y chillaban “mamá”, y de los perros, que, boquiabiertos y babeantes, como auténticos cubos de la basura vivientes, engullían todo lo que caía al suelo e iban a tumbarse al sol para masticarlo pensativamente.
Al final de la calle, cambio de atmósfera: cuatro tiendecitas alrededor de una rotonda. Parecía la plaza de un pueblo en miniatura…Todos los clientes se acercaban hablando entre dientes y lanzando miradas inquietas a diestro y siniestro, como quien tiene secretos que proteger.
-Éste es nuestro mercado de palabras –dijo el señor Enrique-. Aquí es donde hago mis compras. Aquí encontraréis o recuperaréis todo lo que necesitáis.
Y se acercó a la primera tienda, que un trozo de percal (3) colgado sobre la entrada anunciaba así:
EL AMIGO DE LOS POETAS  Y DE LA CANCIÓN

Curioso amigo aquel tendero, un gigante escuálido con cara de sueño que no ofrecía nada. Nada salvo un viejo libro con las hojas arrugadas. El resto del mostrador estaba vacío. Tras los saludos y abrazos de rigor, el señor Enrique hizo su pedido:
-Mi último estribillo me trae por la calle de la amargura. ¿No tendrás alguna palabra que rime con “dulce” y otra que rime con “mamá”?
Mientras lo atendían me acerqué a la tienda de la izquierda.
VOCABULARIO DEL AMOR.  TARIFA REDUCIDA PARA  LAS RUPTURAS

En ese preciso instante, una mujer deshecha en lágrimas suplicaba:
-Mi marido me ha dejado sin piedad. Querría una palabra para que comprenda mi dolor, una palabra terrible, para que lo avergüence.
El vendedor, un jovencito, sin duda principiante, empezó por ruborizarse (4) –enseguida, enseguida-, abrió un libro viejo y se puso a pasar hojas como un poseso (5).
-Tengo lo que necesita, un segundito. Aquí está. Tiene usted donde elegir: aflicción…
-Eso suena mal.
-Neurastenia…
-Parece un medicamento.
-Desesperación.
-¡Ésa, ésa me gusta! ¡Desesperación, estoy en plena desesperación!
La mujer deslizó una moneda en la mano del vendedor y se marchó reconfortada. Llevaba su nueva palabra en brazos, desesperación, desesperación… Ya no estaba sola, había encontrado a alguien a quien hablar.
El siguiente comprador era un viejo de al menos cuarenta años; yo no sabía que a la gente de esa edad le importara el amor.
-Verá, mi mujer ya no soporta los “te quiero”. “Después de veinte años, podrías variar; inventa otra cosa o me voy”, me dice.
-Eso es fácil. Podría decirle: “Tengo la mosca detrás de la oreja”
-¿Para que se crea que no me lavo?
-Pues entonces: “Me muero por tus pedazos.”
-¿Y eso qué significa?
-Mi amor por ti es tan completo que sufro hasta cuando te cortas las uñas. Me gustan todos y cada uno de tus pedazos. Te quiero desde la punta del pelo hasta los dedos gordos de los pies.
-Bueno, voy a probar. Si esa frase no funciona, se la devuelvo.
Nos habríamos quedado hasta que anocheciera. La cola de clientes era cada vez más larga. Tomás aguzaba el oído tanto como yo: “Voy a hacerte un traje de besos”, “Dime cómo te llamas y te pido para Reyes”… Le brillaban los ojos, ponía cara de inteligencia. Se estaba aprovisionando. Cuando volviéramos, sabría hablar con las chicas, las dejaría de una pieza. Con lo que hacía que buscaba una fórmula para ligar con las mayores, con las demasiado mayores para él…
Las otras tiendas estaban igual de concurridas. Me habría gustado pasar un rato con
DIOSDADO. NOMBRADOR DIPLOMADO DE PLANTAS Y PECES

o con la misteriosa
MARÍA LUISA. ETIMÓLOGA EN CUATRO LENGUAS

Ante mi expresión de desconcierto, el señor Enrique me aclaró:
-La etimología explica el origen de las palabras. “Infierno”, por ejemplo, procede del latín infernus, inferior, lo que está debajo. Pero venid, hay muchos otros sitios de la isla que me gustaría enseñaros.

Notas

(1) Se pavoneaba: presumía.
(2) Barracuda: pez de los mares tropicales y templados, con el cuerpo alargado y provisto de fuertes dientes. La carne es comestible, pero al llegar a cierta edad se vuelve venenosa.
(3) Percal: tipo de tela.
(4) Ruborizarse: ponerse colorado.
(5) Poseso: poseído, alucinado, loco.

Erik Orsenna. La isla de las palabras. Editorial Salamandra
Texto
Juana y Tomás inician sus vacaciones viajando en un crucero rumbo a América. Una tempestad inesperada provoca el naufragio del barco.
Cuando Juana recobra la conciencia está en una playa junto a Tomás. Los dos están mudos, porque la tempestad les había arrebatado las palabras.
Lo bueno es que están en la Isla de las palabras, donde el señor Enrique les ayudará a recobrar el lenguaje que les quitó aquel terrible huracán. Porque allí hay tiendas de todo tipo de palabras, aunque busques la más difícil. También está en aquella isla, algo muy importante: la fábrica, donde Juana y Tomás recuperan definitivamente su capacidad para manejar esas palabras. Es decir, la gramática.
Y en una novela como ésta, no podía faltar un malvado, que quiere que todo vaya mal. Aquí se llama Necrolo. Este malvado quería que sólo existieran las palabras que él dijera que son útiles, porque son las suyas, las que sólo él utiliza.

No sé si te habrá parecido interesante, atractivo y rico todo lo que el señor Enrique (aquí decimos Don Enrique) les enseña a nuestros protagonistas. A propósito, como suponemos que has leído las notas que hay en la lectura, ¿sabrías calcular la edad de una barracuda, como la que ofrecían? Yo, desde luego, no me la comería. Ya sabes que a cierta edad se vuelve venenosa.

Lo que sí es cierto es que el mercado, los mercadillos, el rastro y otros lugares de venta de alimentos y más cosas son divertidos. Algunos, estupendos. Pero eso de cabras descuartizadas, pedazos de animales, ojos, lenguas, hígados y todo lo demás da bastante asco. No pierdas tu posibilidad y, en tu cuaderno de preguntas, escribe un menú apetecible y que te encantaría si lo ofreciera un restaurante. ¿Qué pondrías de primeros platos? ¿Y de segundos? ¿Y de postre? No olvides tu bebida favorita. Calcula, eso sí, que el menú no sea muy caro y que puedas, con ayuda de algunos mayores de tu casa, poder pagarlo y pasar un maravilloso rato en compañía. Aquí tienes uno, por si te sirve como ejemplo.

Suerte y ¡que aproveche!
Palabra magica
Hoy la palabra mágica es rimar. ¿Recuerdas lo que buscaba el señor Enrique, Don Enrique, en aquella tienda donde había un gigante muy delgado, escuálido? Pues sí. Buscaba una palabra que rime con “dulce” y otra que rime con “mamá”. Desde luego, es lógico que al señor Enrique le trajera por la calle de la amargura encontrar palabras que rimen con la palabra dulce. Pero seguro que tú encuentras palabras que rimen (o sea, que acaben igual) que la palabra mamá.

La prueba consiste en encontrar, en ese enlace, diez palabras que rimen con la palabra mamá. Hazlo con atención, porque luego tienes que poner el significado de, por lo menos, tres palabras que riman con mamá.

Cuentame
Es probable que tú, con las palabras y frases que manejas y dominas, no necesites ir a ninguna de las tiendas donde venden eso, palabras y expresiones de amor y cariño. Pero quizá te habría gustado entrar, como a los protagonistas de este texto, en Diosdado, ese nombrador diplomado de plantas y peces. ¿Y si resulta que tú sabes un montón de nombres de eso: plantas y peces? Anímate y escribe todos los que conozcas. Si ves que está muy bien tu lista, ¡enhorabuena! Puede que, algún día, te llame Diosdado, para que se la pases.

PLANTAS                                                           PECES

Autor
Erik Orsenna

Nació el 22 de marzo de1947 en París (Francia). Su verdadero nombre es Eric Arnoult. Estudió Filosofía, Ciencias Políticas y Economía. Ha dado clases hasta 1981, que es cuando comenzó a colaborar en el Ministerio de Cooperación francés. Experto en Economía Internacional, ha promovido las relaciones entre Francia y los países del Tercer Mundo
Escribe todos los días. Le gusta mucho el universo, también viajar, el mar y la música.

Nuestro observatorio

Otros muchos más datos sobre sus gustos y vida en su página web.

Bibliografía

Libros en Canal Lector de Erik Orsenna