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Curación. Mario Lodi. Editorial Alfaguara. (Recomendado 9-10 años)

3 Abr

cipi

Yendo y viniendo del campo al matorral, Cipi pasó días de sacrificio, pero no lo sentía, al contrario, estaba más contento porque la gorrioncilla mejoraba cada día.
A veces ésta le decía al compañero:
-¡Qué tristeza tener que estar aquí inactiva, yo que hacía todo sola y volaba más alto que las nubes!
Y lloraba, pobrecita. Otras veces, suspirando, pedía a Cipi:
-Cuéntame lo que ves cuando vuelas, ¿el árbol grande está todavía vestido de blanco? ¿Tienen todavía los prados tantos ojos de colores?
Y Cipi, pacientemente, le explicaba que ya todas las plantas se habían quitado el traje nupcial y se habían puesto el delantal verde de trabajo, estaban atareadas nutriendo a los frutos que todos los días crecían un poco bajo la caricia del sol.
-Bola de fuego está madurando unas bolitas rojas que serán una delicia… -le decía.
Y ella:
-¡Quién sabe si algún día podré salir de este escondrijo y subir a su encuentro! Tengo muchas ganas de calentarme con su fuego, de ver los colores… ¿verdad, Cipi, que los colores son maravillosos? El que más me gusta es el plata de la cinta serpenteante, ¿y a ti?
-A mí el amarillo de los granos de maíz.
-A mí me gustan los mil ojos violetas de una plantita que vive sola en un corralito. Y a ti, ¿qué otra cosa te gusta?
-¡El rojo de las bolitas del árbol grande!
-¡El rojo de las bolitas del árbol grande!
¿Podré todavía ver los colores, Cipi? –suplicaba la gorrioncita desesperada.
-Claro que los verás –explicaba Cipi.
Una vez le dijo:
-Si quieres… yo te acompañaré a verlos cuando estés curada… ¡pero si quieres!
-¡Qué bueno eres! –exclamó la gorrioncilla- no olvidaré lo que has hecho por mí, ¡tú que eres el más hermoso y el más generoso de todos los pájaros!
-Entonces, ¿querrás?
-¡Claro que querré!
-Y luego, si quisieras… -continuó Cipi- me gustaría jugar contigo alguna vez.
-¿Dices alguna vez? ¡Contigo siempre querré jugar si te apetece! Sé un montón de juegos, ¿y tú?
-¡Yo sólo sé hacer carreras!
Tras esta respuesta Cipi se quedó un rato pensando y, de repente, armándose de valor declaró:
-¡Gorrioncita…! ¿Sabes? Creo que sería capaz de hacer otra cosa… si quieres…
¿Un juego?
-¡Más bonito, más bonito!
¿Más bonito que un juego? ¿Qué?
-Juntos… tú y yo… ¿quieres que hagamos una casita de plumas…? Vamos, ¡un nido! Uff, ¿no comprendes?
La gorrioncita no contestó a estas palabras; se acercó a Cipi y con la punta del pico le besó en la cabecita.
-¿Por qué no? –exclamó riendo.
Y por primera vez desde que estaba herida sintió felicidad en el corazón.
-¡Quiero curarme! –gritó.

 Mario Lodi. Cipi.  Ed. Alfaguara

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
Muy al principio de este texto, Mario Lodi, el autor, nos plantea una historia entera. Sabemos quién es Cipi.  Con quién está. Con una “chica-pájaro”, su compañera: una gorrioncilla. Parece claro, entonces,  que nuestro protagonista no puede ser otro que un gorrión. Pero ¿te has dado cuenta del título de este capítulo de Cipi? ¿Cuál de estas situaciones tiene relación con la lectura?

1)   Cipi estaba muy cansado y ya no quería ni podía hacer más veces de médico de la gorrioncilla.
2)   Cipi le dice a la gorrioncilla que se vaya con él, rápidamente. Es mejor salir a volar que quedarse ahí, sin moverse.
3)   Cipi le va explicando a la gorrioncilla todo lo que él veía. La gorriona le iba preguntando: cómo está el árbol, las plantas, lo que hacía bola de fuego, que es el sol y todo lo que ella no podía ver ahora.

Vamos a ver una página, (hay varias en esta dirección), en la que aparecen un gorrión y una gorriona. Están haciendo su nido. No sabemos sus nombres, pero puedes dárselos tú.

Y aunque sean tan pequeños, fíjate lo listos que son. Hasta nos permiten jugar un rato. Veremos y oiremos a unos cuantos pájaros. ¿Conseguirás decir a quién corresponde cada sonido?
¡Suerte en el juego!

Y tampoco nuestros cantantes se han olvidado de ellos, de los gorriones. En estas páginas podrás escuchar una canción de Joan Manuel Serrat y otra de Sergio Dalma. Son estilos muy distintos, pero en las dos está presente ese pajarillo pequeño, que podía ser Cipi, el protagonista de la lectura de hoy. Un gorrión.

 Palabra magica
Hoy nuestra palabra mágica es colores. Le dice la gorrioncilla a Cipi: “¿Verdad, Cipi, que los colores son maravillosos? El que más me gusta es el plata de la cinta serpenteante, ¿y a ti?”
Parece que nos lo pregunta a quienes leemos este precioso texto. Pues vamos a comprobar (porque la magia está llena de secretos), que con los colores se pueden hacer miles de cosas: pintar, hablar, cantar y las que a ti se te ocurran.

¿Crees que podrías convertirte en una pintora o en un pintor? ¿Y crear una melodía? Te toca hacer un dibujo, o la letra de una canción, donde utilices los colores. Los que tú quieras. Vamos a pintar o a cantar los colores de los sentimientos. ¿Quééé?, preguntarás.

Tranquilidad. Ya sabemos que no es una cosa fácil. Pero seguro que lo vas a conseguir. Ahora, con lo que te vamos a decir, se te irán ocurriendo cosas bonitas. Tienes que atribuir colores a estos sentimientos:

Si la amistad tuviera un color, ¿cuál sería, para ti?
Si el cariño tuviera un color, ¿cuál sería, para ti?
Si la ayuda tuviera un color, ¿cuál sería, para ti?

Después, a ver si se te ocurre la letra de una canción, para esos sentimientos que tenemos.
Cuentame
¿Has tenido, alguna vez, una conversación con alguien que te planteara algo para hacer los dos, o los tres, o los cuatro, o cuantos seáis tus amigas y tus amigos? ¿Y en casa, con gente de tu familia: hermanas, hermanos, primos y toda la familia que tengas? Cuando te pedimos que participes en este apartado: Cuéntame, es para que pases un buen rato.

Sólo consiste en rascar suavemente la cabeza, mirar enfrente o cerrar un poco los ojos y hacer memoria de cosas estupendas que hayas hecho. No te preocupes si sólo te salen juegos donde lo has pasado fantásticamente. Lo que sí sabemos, porque nos lo ha dicho un pajarito, es que no has pensado en hacer una casita de plumas, como Cipi y la gorrioncita. ¿O sí? A lo mejor resulta que eres una enamorada o un enamorado del cuidado de pájaros y has hecho un montón de nidos. ¿Es así?

Bueno. Te dejamos que pienses un poco y, cuando se te haya ocurrido algo, nos lo cuentas. ¿Te parece? Gracias, de antemano, por participar.

Autor

Mario Lodi

Nació en Vho di Piadena (Italia) en 1922 y ha muerto el 2 de marzo de 2014 en Drizzona (Italia).  Estudió magisterio.  No le gustaba su primer trabajo y lo dejó para irse a pintar pañuelos y telas con un amigo. Después aprobó las oposiciones de magisterio. Su primer destino fue una escuela rural. Formó parte del Movimiento de cooperación educativa (MCE). Allí descubrió una nueva forma de hacer y pensar la escuela. Se jubiló en 1978. Ha estado realizando actividades muy diversas relacionadas con la educación y la literatura hasta sus últimos días. Sus libros para niños parten de los propios niños. Son ellos los que le inspiran.

Alguna opinión de Lodi: “Los niños en la escuela no deben sentirse en competición con los demás para conseguir buenas notas o premios. Deben, por el con­trario, trabajar conjuntamente por el bien de la comunidad. Me parece un valor importante sobre todo en la sociedad actual fundamentada en la competición que genera violencia, corrupción y frustración”.

Nuestro observatorio

Más datos biográficos y entrevista a Mario Lodi

Bibliografía 

Algunos de sus libros en Canal Lector:
¡Estate quieto!
Cipi

 

El hombrecito vestido de gris. Fernando Alonso. Editorial Alfaguara

26 Sep

hombrecito

Había una vez un hombre que siempre iba vestido de gris. Tenía un traje gris, tenía un sombrero gris, tenía una corbata gris y un bigotito gris.
El hombrecito vestido de gris hacía cada día las mismas cosas.
Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha, que siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía el periódico, que siempre decía las mismas cosas.
Y todos los días, a la misma hora, se sentaba en su mesa de la oficina.
A la misma hora.
Ni un minuto más. Ni un minuto menos.
Todos los días, igual.
El despertador tenía cada mañana el mismo zumbido.
Y esto le anunciaba que el día que amanecía era exactamente igual que el anterior.
Por eso, nuestro hombrecito del traje gris, tenía también la mirada de color gris.
Pero nuestro hombre era gris sólo por fuera.
Hacia adentro… ¡un verdadero arco iris!
El hombrecito soñaba con ser cantante de ópera.
Famoso.
Entonces llevaría trajes de color rojo, azul, amarillo… trajes brillantes y luminosos.
Cuando pensaba aquellas cosas, el hombrecillo se emocionaba.
Se le hinchaba el pecho de notas musicales, parecía que le iba a estallar.
Tenía que correr a la terraza y…
-¡Laaa-lala la la la laaa…!
El canto que llenaba sus pulmones volaba hasta las nubes.
Pero nadie comprendía a nuestro hombre.
Nadie apreciaba su arte.
Los vecinos que regaban sus plantas, como sin darse cuenta, le echaban una rociada con su regadera.
Y el hombrecito vestido de gris entraba en su casa, calado hasta los huesos.
Algún tiempo después las cosas se complicaron más.
Fue una mañana de primavera.
Las flores se despertaban en los rosales.
Las golondrinas tejían en el aire maravillosas telas invisibles.
Por las ventanas abiertas se colaba un olor a jardín recién regado.
De pronto, el hombrecito vestido de gris comenzó a cantar:
-¡Granaaaaaadaa…!
En la oficina.
Se produjo un silencio terrible.
Las máquinas de escribir enmudecieron.
Y don Perfecto, el Jefe de Planta, le llamó a su despacho con gesto amenazador.
Y, después de gritarle de todo, terminó diciendo:
-¡Ya lo sabe! Si vuelve a repetirse, lo echaré a la calle.
Días más tarde, en una cafetería, sucedió otro tanto.
El dueño, con cara de malas pulgas, le señaló un letrero que decía:
Se prohibe cantar y bailar
Y lo echó amenazándole con llamar a un guardia.
Nuestro hombre pensó y pensó.
¡No podía perder su empleo!
Tampoco quería andar por el mundo expuesto a que lo echaran de todas partes.
Y, al fin, se le ocurrió una brillante idea.
Al día siguiente, fingió tener un fuerte dolor de muelas.
Se sujetó la mandíbula con un pañuelo y se fue a su trabajo.
Así no podría cantar.
¡Aunque quisiera!
Y día tras día, año tras año, estuvo nuestro hombrecito, con su pañuelo atado, fingiendo un eterno dolor de muelas.
La historia termina así.
Así de mal. Así de triste.
La vida pone, a veces, finales tristes a las historias.
Pero a muchas personas
no les gusta leer finales
tristes; para ellos hemos
inventado un final feliz…
Pero, nuestro pobre hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad.
Así que…
Cierto día, conoció a un director de orquesta.
Y éste quiso oírle cantar.
El hombrecito, muy contento, pero con un poco de miedo, salió al campo con el director de orquesta.
Y allí, rodeados de flores y de pájaros, nuestro hombrecito se quitó el pañuelo y cantó mejor que nunca.
El director de orquesta estaba tan entusiasmado que lo contrató para inaugurar la temporada del Teatro de la Ópera.
Y la noche de su presentación, que se anunció en todos los periódicos, don Perfecto, el Jefe de Planta, los vecinos que le habían regado, el dueño de la cafetería y todos los que le habían perseguido con sus risas, hicieron cola y compraron entradas para oírle cantar.
Y asistieron al triunfo del hombrecito.
Y el hombrecito quemó todos sus trajes y corbatas de color gris.
Tiró por la ventana el despertador.
Se afeitó el bigotito de color gris y nunca, nunca más, volvió a tener la mirada de color gris.
¿FIN?

Fernando Alonso.  El hombrecito vestido de gris. Ed. Alfaguara

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

Gracias a Fernando Alonso conocemos, de su mano, lo que en realidad es la Literatura. Esa posibilidad que un autor, maravilloso como persona y como escritor, que es Fernando, nos da para transitar, pasear, disfrutar y descubrir la vida. Esa que él nos cuenta. ¿Qué nos dice Fernando de cómo era la vida del hombrecito? ¿Era cierto que su color preferido era el gris y por eso todo lo que tenía era gris? ¿Sería que nuestro protagonista, el hombrecito, estaba encantado de que todo fuera siempre igual y así no tenía que pensar nunca en nada nuevo? Pues no, pronto nos dice que el color gris, hasta en sus ojos, era sólo por fuera. Pero lo que sucedía por dentro era algo totalmente diferente. ¿Con qué soñaba el hombrecito?

Una furtiva lagrima . Luciano Pavarotti
Placido Domingo, Jose Carreras, Luciano Pavarotti

Caruso. Luciano Pavarotti

Sí, si has entrado en estas páginas, habrás visto y oído a fantásticos intérpretes de óperas famosas. Y el hombrecito quería, alguna vez, estar ahí, con su foto y su canto. Ese que hacía en la terraza, y que nadie apreciaba.
No estaba acostumbrado a mentir nunca. Él era fiel y legal. Pero no tuvo más remedio que idear algo, para conservar su trabajo y que no lo echaran de la oficina. Aquel eterno dolor de muelas, por el que llevaba un pañuelo.
Todo parecía que iba a acabar mal, con la tristeza de un hombrecito vestido de gris, sentenciado a no poder cantar nunca, que era su mayor ilusión en la vida. Pero Fernando Alonso, nuestro escritor hoy, pensó en quienes leyeran su libro. Claro que hay ocasiones en que la vida es muy triste y las cosas salen mal. ¿Qué hace Fernando? Con su sinceridad de siempre nos dice:
“Pero a muchas personas no les gusta leer finales tristes; para ellos hemos inventado un final feliz… Pero, nuestro pobre hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad”.

Federico Fellini. El papel del Director de orquesta con los músicos
Los mejores directores de orquesta

Y no. No fue a un auditorio como estos maravillosos que hemos visto en las páginas seleccionadas. No. Tuvo la mayor suerte que podía imaginar. Un día conoció a un director de orquesta. Y ¡¡¡Síííí!!! El hombrecito pudo cantar y ahí empieza una nueva vida para él. Se acabaron, para siempre, el gris de los trajes, de las corbatas del bigotito y de la mirada.
La última palabra, entre interrogantes, parece querer decirnos que la historia, al final, le pertenece siempre a quien lee. A la lectora o al lector que la ha leído y la ha vivido. Ahora, tuya es la palabra.

Palabra magica

Hoy la palabra mágica es color.

Es como si el hombrecito nos invitara, a quienes hemos leído este texto, a pensar en un mundo de color. Un mundo en el que intentemos que nadie se quede sin disfrutar de una vida mejor. Al hombrecito se le ocurrió una brillante idea, para no cantar y así perder su trabajo. Pero la verdad es que era un poco incómodo eso de llevar un pañuelo siempre, como si tuviera un terrible dolor de muelas. Pero la cuestión es pensar.

Vamos a pensar ahora, durante un rato, qué podríamos hacer, en nuestra vida particular, para mejorar algunas cosas y hacer un mundo más agradable. Con más color, no tan gris. El hombrecito sacó valor y, al final, consiguió una oportunidad para ser más feliz. Luchó por un sueño. Como mucha gente que lo hace a diario.

Fíjate en este programa que hay en la RTVE

http://www.rtve.es/television/20121021/lucha-sueno/570845.shtml

A propósito, ¿has visto hoy algún árbol? ¿Está de color verde? ¿Qué hacemos para que siga estándolo? Si te gusta ese color en la Naturaleza, escribe las cuatro cosas que creas más importantes y que podemos hacer, para conservar ese color. Los árboles, las plantas, la Naturaleza te lo agradecerá.

Cuentame

Hoy hablamos de colores y de ilusiones. ¿Cuál es tu color preferido? ¿Dónde se ve, en la Naturaleza, ese color que tanto te gusta? Y lo que sí es seguro es que hay algo que te hace una ilusión enorme. Cuéntanos cuál es tu mayor ilusión. ¿Con quién se cumpliría? ¿Es para que suceda algo? ¿Con quién tiene que ver tu ilusión? ¿Es para ti sola o para ti solo? ¿Preferirías que también disfrutaran tus amigas, tus amigos, tu familia, quien tú más quieras? ¿Cómo se lo dirías? ¿Se ha cumplido alguna vez una ilusión que has pensado mucho? ¿Cuál fue?

Lo que sí podemos imaginar es cuáles son algunas de las ilusiones de la gente que hemos visto en el video. Son ilusiones para vivir de esa forma que no necesita otra cosa que ser persona. Y ser una persona válida, a pesar de sus problemas. Cuéntanos tus ilusiones y nos vas a hacer pasar un rato fantástico. A lo mejor, si lo deseas mucho, te podemos ayudar a que tu ilusión se cumpla muy pronto. ¡Mucha suerte! Y ojalá que ese ¿FIN?, que pone Fernando Alonso al final, sea muy feliz para todas y todos vosotros.

Autor

Fernando Alonso

Nació el 3 de julio de 1941 en Burgos. Doctor en Filología Románica por la Universidad de Madrid, posee el Diploma de Experto en Literatura Infantil y Juvenil. Es, además, Titulado Superior en Medios de Comunicación de Masas y ha realizado diversos Cursos Superiores de Programación y Producción en el Instituto Oficial de Radio y Televisión.

Su trabajo ha sido muy variado, desde editoriales, radio, pasando por televisión. Participa habitualmente en simposios, congresos, mesas redondas, presentaciones de libros, encuentros con lectores y profesores, sesiones de animación a la lectura; e imparte conferencias sobre literatura para niños y jóvenes.
Su obra El hombrecito vestido de gris (Madrid: Alfaguara, 1978), por la que recibe el Premio “Lazarillo” en 1977, fue seleccionada en el VI Simposio sobre Literatura Infantil y Lectura, organizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en junio de 2000, como una de las cien obras de la Literatura Infantil Española del Siglo XX.

Nuestro observatorio

En la siguiente página web de Cervantes se pueden ampliar datos biográficos y curiosidades, también en Canal Lector.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de Fernando Alonso tomada de Canal Lector.

Fin de invierno. Juan Ramón Jiménez. Ediciones de la Torre

22 May

 Juan ramon

Cantan, cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

Llueve y llueve. Aún las casas
están sin ramas verdes. Cantan, cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?

No tengo pájaros en jaula.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada…

Nada. Yo no sé dónde cantan
los pájaros (y cantan, cantan)
los pájaros que cantan.

Juan Ramón Jiménez.   Juan Ramón Jiménez para niños y niñas… y otros seres curiosos   . Ediciones de la Torre
VV.AA. Antología poética del paisaje. Ediciones de la Torre.

1 simétrico: dos partes iguales.  2 esquelética: muy delgada, sin hojas. 3 verdinosa: de color verde.

 Propuestas para mediadoras y mediadores

RECURSOS

Texto

La poesía y la vida. Los poetas saben ver, mirar, oír, escuchar y luego, decir, escribir. Ese es el secreto de los grandes poetas. Al fin y al cabo, y a pesar de cómo la vida y su ritmo avanzan vertiginosamente, la naturaleza, los seres humanos seguimos transitando, pasando por ella. Pero el poeta observa cuidadosamente y, papel u ordenador cerca, lo va transformando todo. Mira, piensa y escribe.

¿Los escuchas? ¿Los oyes cantar? ¿De dónde viene ese canto? ¿Te gusta? ¿Te ha recordado esta poesía a algunos pájaros? ¿Cuándo los oíste piar?

 (Encontramos muchas páginas con el piar de diferentes pájaros. Puede ser una buena ambientación antes de la lectura de la poesía de Juan Ramón. También se pueden buscar otras, como actividad interesante para buscar, ver, escuchar y respetar las indicaciones de propiedad intelectual).

Si la situación lo permite, podemos sugerir la grabación de algunos pájaros que escuchemos en casa, en alguna salida familiar o escolar, con algún grabador que permita el paso al ordenador, hasta llegar a confeccionar un «álbum» de grabaciones de nuestros pájaros. En las páginas de Youtube que siguen podemos enlazar dos maravillosos sonidos, que tan perfectamente se combinan, como son el piar de los pájaros y la música. Una elección de música al gusto de los oyentes puede resultar una opción interesante y multidisciplinar.

Palabra magica

La palabra mágica hoy es cantan. Jugamos con las palabras. El poeta eligió la palabra cantan. Podía haber dicho, pían, trinan, gorjean, etc. Pero elige la palabra cantan.

Nos daremos una vuelta por nuestros animales preferidos, esos que nos gusta ver en la calle, en el zoo, en las películas, en los libros que hemos leído y que nos han gustado… Y hablemos de ellos. De los animales y seguro que sabemos qué hacen. Si un pájaro canta, pía, trina… ¿Qué hace un tigre? ¿Y un elefante? ¿Y un gato? ¿Y una rana? ¿Y un toro?

Podemos elegir la palabra correspondiente al sonido de cada animal, entre estos verbos. La actividad consiste en unir el nombre al verbo correspondiente.

Rugir                  Barritar               Maullar                     Croar                 Mugir

La palabra mágica del poeta, cantan, nos ha llevado al léxico, al diccionario y, ahora, al mundo animal. Nueva oportunidad para comentar la necesidad de su protección y cuidado. Ofrecemos una página de interés, en este sentido.

Cuentame

Es el final de una estación. El título nos lo dice. La «cámara» del poeta va recorriendo los espacios. ¿Qué nos aporta la llegada de la primavera? Todavía no ha llegado. Llueve y llueve, porque aún es invierno y no se ven las ramas verdes que nos anunciarían el paso del frío. No están los símbolos del paso del tiempo. Pero Juan Ramón escucha. Y aparece el leitmotiv del poema: los pájaros que cantan. El poeta no tenía pájaros en jaula.

¿Somos partidarios de tener jaula con pájaros? ¿Qué pensamos de la libertad de los animales? ¿Sabemos que algunos sólo pueden vivir si están en jaula, porque no son capaces de vivir en libertad?

La opinión de personas cualificadas en este tipo de cría de animales puede llegar a ser sumamente interesante para un grupo de niños o jóvenes, que les permita expresar sus opiniones y gustos.

Lejos quedan, no obstante, situaciones derivadas de la edad del poeta, donde, por ejemplo, en Madrid, era frecuente ver a niños que vendían pájaros, para criarlos en jaulas. «No hay niños que los vendan», dice un verso.

Transportarnos a situaciones de abuso de la infancia en la actualidad, laborales, familiares, sociales, en general, es algo que los medios de comunicación nos transmiten constantemente. ¿Dónde sucede? ¿Qué ocurre? ¿Cuál es nuestra actitud ante tales sucesos o acontecimientos?

Autor

Juan Ramón Jiménez

Nació el 23 de diciembre de 1881 en Moguer (Huelva, España) y murió el 29 de mayo de 1958 en (Puerto Rico.  Dice el escritor sobre su nacimiento e infancia: “Nací en Moguer, la noche de Navidad de 1881. Mi padre era castellano y tenía los ojos azules; y mi madre, andaluza, con los ojos negros. La blanca maravilla de mi pueblo guardó mi infancia en una casa vieja de grandes salones y verdes patios. De estos dulces años recuerdo que jugaba muy poco, y que era gran amigo de la soledad…»

En sus primeros años fue a un colegio de Moguer. Después con 11 años fue internado en un colegio jesuita en El Puerto de Santa María (Cádiz, España). Marchó más tarde a Sevilla donde intentó estudiar Derecho pero no fue así aunque sí se inició en la pintura. Se dedica poco a poco a escribir. Marcha a Madrid en 1900 donde le esperan varios amigos.

Con 20 años tiene una pequeña depresión y le ingresan en un hospital en Francia, después estuvo en un sanatorio de Madrid. Su familia se arruina. Conoce a Zenobia y se casará con ella en 1916 en Nueva York. Continúa escribiendo y viajará por toda España.

Abandonan España en 1936 al ser nombrado agregado cultural de la Embajada española en Washington. Vivirán en varios países de América y Juan Ramón seguirá escribiendo y dando conferencias. En 1951 se instalan definitivamente en Puerto Rico. Le conceden el Premio Nobel de Literatura en 1956. Se muere su mujer a los pocos días. Ambos están enterrados en el cementerio de Moguer (Huelva, España).

Juan Ramón dijo sobre la poesía: “Mi vida es todo poesía. No soy un literato, soy un poeta que realizó el sueño de su vida…”

Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se puede ampliar la biografía y consultar diferente material de documentación sobre Juan Ramón Jiménez.

Bibliografía

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de Juan Ramón Jiménez en Canal Lector.