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La hormiguita cojita. Joaquín González Estrada. Ediciones de la Torre (Recomendado: 7-9 años)

17 Dic

poesianavidad

La hormiguita cojita
rota la patita,
sin poder andar,
la pobre hormiguita
se puso a llorar:

¡A ver cómo voy,
Cojita que estoy!…
La oyó el caracol:
“No llore señora
la llevaré yo…”

A ochenta por hora
pasó una tortuga:
“Suba, suba, suba…”
Pero un gorrión
la cogió en su pico

y se la llevó…
Así es como fue
la pobre hormiguita
cojita
volando a Belén.

Joaquín González Estrada. Poesía de Navidad para niños y jóvenes. Ediciones de la Torre

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

Poesía navideña, para lectoras y lectores pequeños, con esa sencillez que comentábamos. De mucho gusto infantil es ese diminutivo, tan pegado al tamaño como al afecto.

Poesía, por otro lado, perfectamente dramatizable, en las fechas a que hace referencia. Es un número de personajes limitado (la hormiguita, el caracol, la tortuga y el gorrión), pero perfectamente ampliable a un grupo de cada uno de ellos. El público, que también puede participar, apoyará, a su manera, los “actos” que se van produciendo en la poesía.

Ni que decir tiene que la llegada a Belén puede transformarse en una llegada apoteósica, con todos los elementos del clásico belén: el Niño, la Virgen, San José, el portal, el ángel, los pastores, y ese largo etcétera que podemos visitar en páginas como la siguiente o en esta otra.

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es llorar. La pobre hormiguita se puso a llorar. “No llore señora. La llevaré yo…”.
Pero ¿por qué lloraba la hormiguita? De las siguientes frases, señala con V (verdadera) y con F (falsa).

  1. La hormiguita lloraba de risa, porque le hizo muchas cosquillas el caracol. V/ F
  2. La hormiguita lloraba, porque tenía rota la patita y no podía andar. V/ F
  3. Al final, la hormiguita se arregló la patita y pudo correr, a toda velocidad. V/ F
  4. La hormiguita tuvo suerte. Un gorrión, pajarito amigo, la cogió en su pico y volando la llevó. A Belén, la hormiguita, por fin llegó.  V / F

(Solución: las respuestas verdaderas son las números 2 y 4 y las respuestas falsas son las números 1 y 3.)

Cuentame

Ya has visto cuántas cosas contamos sobre una poesía como la de La hormiguita cojita. A lo mejor no estás en Navidad ahora. Pero lo que nos gustaría es que hicieras un poco de memoria y nos contaras, si pones el belén, qué figuras y elementos de la Naturaleza usas. ¿Tienes el pesebre, donde nació Jesús? ¿Y la Virgen y san José? ¿Y los tres reyes magos, montados en sus camello? No sabemos y, si lo que te gusta es celebrar la Navidad con el Árbol, dinos cómo se adorna tu árbol. Una pregunta: ¿dónde has conseguido el árbol? Ya sabes que lo que ahora intentamos es proteger los árboles. A toda la Naturaleza. ¿Hay lugares, en tu localidad, que se dedican a la protección de la Naturaleza?

Además, hay montones de posibilidades de tener un árbol, sin cortar nada de la Naturaleza y, además, muchos adornos navideños. Si te conectas a esta página, vas a ver qué cantidad de cosas. Elige las que te resulten más fáciles. Seguro que podrás.

Autor

Joaquín González Estrada

Nació en 1921 en Puente Genil (Córdoba, España)  y falleció en 1990 en Madrid (España).
Estudió en Cádiz las carreras de Magisterio y Comercio. Ejerció como maestro. Vivió en Madrid donde trabajó en varias empresas pero lo que más le gustaba era escribir. Publicó varios libros para niños y en todos prevalecía el deseo de lo sencillo y cercano.

La corteza del árbol (Segunda parte). Fernando Lalana. Editorial SM (Recomendado: 7-9 ños)

29 Jul

el_secreto_de_la_arboleda[1]

Hice como que me lo pensaba mucho, mientras me rascaba una oreja.
-No sé, no sé…
-¡Hala…!
-Está bien. Te lo voy a decir.
-¿De veras?
-De veras: El hada de la arboleda vive en un árbol.
-¿Un árbol? –dijo Marijuli con cara de incrédula.
-Por supuesto, no se trata de un árbol corriente sino de un árbol-casa.
-¿Un árbol-casa?
-Sí. O un árbol-vivienda, como prefieras.
Tras un momento de silencio, Marijuli dijo muy seria:
-Me parece que me estás metiendo una bola del tamaño de un autobús.
Lo dijo de tal modo que estuve a punto de confesar que sí, que todo era una trola. Pero me arriesgué a continuar un poquito más.
-Razona un poco, Marijuli –le dije, muy convincente-. ¿Dónde puede vivir un hada? ¿En un piso de alquiler? No. ¿Debajo del puente de piedra, como un vagabundo? No. ¿En una pensión? Tampoco. Sólo queda un lugar posible…
-Un… árbol-casa.
-¿Lo ves? Tú misma lo has dicho.
-Bueno, y… ¿Cuál de los dos mil y pico de árboles es el del hada?
-Seguro que lo conoces. ¿Sabes ese chopo gordo, gordo, que hay junto a la orilla, cerca del embarcadero?
-Sí.
-Pues ese.
-¿Ese?
-Ese.
-¡Vamos a verlo ahora mismo! Y como sea mentira, ya te puedes preparar.
Echó a correr tan deprisa que apenas podía yo seguirla. ¡Y eso que soy de los que más corren de mi clase!
Cuando llegamos me acerqué con decisión al tronco y lo golpeé con los nudillos, como si llamase a una puerta:
Toc, toc, toc.
Esperé un poco. Volví a llamar: Toc, toc, toc.
Esperé otro poco y me volví con cara triste hacia Marijuli:
-Lo siento, chica, parece que no está.
Ya te dije que de día es difícil encontrarla. Pero si volvemos esta noche, seguro que estará.
-Es que a mí no me dejan salir de noche.
-¿No? –yo ya lo sabía-. ¡Vaya! Ese sí que es un problema.
-Tal vez sí que está pero no te ha oído. Llama más fuerte.
Volví a llamar un rato largo:
-Toc, toc, toc… toc, toc, toc… toc, toc, toc.
Pero no me contestó nadie, claro. Apoyé la espalda en el tronco del árbol y miré con cara de resignación a Marijuli. La pobre estaba tan desilusionada que casi, casi, deseé que todo aquello no hubiese sido una mentira.
-¿Y tiene nombre? –me preguntó.
-¿El hada? No, creo que no; se llama simplemente eso: el Hada de la Arboleda.
Fue entonces cuando Marijuli abrió de par en par los ojos y la boca. Y, casi al mismo tiempo, oí junto a mis pies una vocecita chillona que decía:
-Pero ¿a qué viene tanto alboroto? ¿Es que no puede una ni dormir la siesta?
Y sepa, jovencito –eso iba por mí-, que sí tengo nombre. Me llamo Rufina. Rufina del Bosque; de profesión, hada.
Me volví. Una parte de la corteza del árbol se había abierto, como una puerta pequeñaja, y junto a ella estaba la personita que acababa de hablar. No mediría más de dos palmos; iba vestida de hada; llevaba un puntiagudo gorro de hada y, en la mano, una varita mágica como las que llevan siempre las hadas.
Yo, al verla, me dije: “Ernesto, esta tiene que ser un hada”.
Y, tras llegar a tan brillantísima deducción, me desmayé.

Fernando Lalana. El secreto de la arboleda. Editorial SM

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

En esta lectura, encontramos el gran secreto del libro de Fernando Lalana. Los protagonistas se encuentran. Son Marijuli y Gil Abad. Sabemos cómo son y, sobre todo, lo que piensa Gil Abad de Marijuli. Está un poco harto de que siempre sea ella la mejor en todo. Pero, ahora, le iba a contar una trola y a ver qué pasaba. Al principio, lo que había pensado Gil Abad, para callar a Marijuli, era contarle que él había visto al hada de la arboleda. Quería demostrarle su importancia, ganando alguna vez. Aunque sólo fuera ¡una! Luego, hablando y hablando, mientras pasaba el tiempo, Gil Abad le fue diciendo cómo era el hada, cómo solía ir, y hasta el lugar donde vivía. Toda la trola que fue creando, iba saliendo de maravilla, porque Marijuli se creyó todo lo que le contaba Gil Abad. Pero al llegar al árbol donde vivía el hada, ocurrió algo que podía pasar. Empezaron a llamar al árbol, para que apareciera. Llamaron una vez, otra, otra y nada.

Pero sucedió lo que ninguno esperaba. ¡Síííí! Marijuli abrió los ojos y la boca, porque no podía creer lo que estaba viendo. ¡Un hada! Y tampoco se lo podía creer Gil Abad, que había caído en su propia trola. Tanto, que al ver al hada, se desmayó.

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es varita. Nunca podíamos encontrar otra palabra más mágica que varita. Bienvenidas y bienvenidos a la magia.

Como estamos ante una varita (mágica, eso sí), intentaremos conseguir, con esa maravillosa varita, un montón de palabras que tengan un tamaño pequeño o que tengan igual tamaño, pero que se usan para indicar cariño, ternura, crítica, etc. Escribe los diminutivos de las siguientes palabras:

Coche
Nube
Sol
Corazón
Bolsillo
Genio
Traje
Luz

(Solución: Cochecito, nubecilla, solecito, corazoncito, bolsillito, geniecillo, trajecito, lucecilla.)

Cuentame

Vamos a hacer un pequeño recorrido por tus lugares mágicos. Puede que no hayas tenido la suerte de ver a un hada, de usar su varita mágica y de convertir en oro o en piedras preciosas todo lo que tocabas. Pero quizá recuerdes aquel día increíble, cuando la noche rodeaba todos tus pensamientos para el futuro. No hubo manera de salir de ella. El tiempo no pasaba. Miraste el reloj de tu muñeca y el que estaba en la mesilla, al lado de tu cama. No podías tocar el interruptor de la luz, porque no llegabas, alargando el brazo todo lo que podías. Sólo era noche oscura y empezaban a aparecer seres monstruosos. No tenían cuerpo determinado. Eran como sombras fantasmagóricas que te asediaban. Iban llegando y empezaban a estar muy cerca. Demasiado cerca, en ese maldito sueño, del que pensaste que nunca saldrías. Hasta te pareció oír los pasos del reloj de la mesilla, al que no le importaba caer y caer y caer, sin un final posible. Sólo quería salir de la terrible pesadilla.

Puede que hayas tenido la suerte de no recordar tu última pesadilla. O quizá, incluso, no la tuviste. La cuestión consiste, ahora, en que nos hagas un relato de tu último sueño. No importa si fue un buen sueño o uno malo, terrible, terrorífico. De esos que incluso muchos días después, todavía te dan escalofríos recordarlo. O, al revés, serías la persona más feliz del mundo, si aquel sueño se cumpliera.

¡Ojalá que así sea!

Autor

Fernando Lalana
Nació el 24 de febrero de 1958 en Zaragoza (España).
Es licenciado en Derecho, profesión que no ha llegado a ejercer. Desde muy joven participó en grupos de teatro para aficionados. Como escritor su dedicación primordial es a la novela juvenil, aunque tiene otras obras dirigidas a niños. También ha publicado varias obras de teatro. Ha recibido varios premios, entre ellos, el XIV Premio Cervantes Chico en reconocimiento a su trayectoria literaria.
Nuestro observatorio
Podemos leer más información sobre el autor en su página web.

Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una relación de libros tomada de Canal Lector.