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El geniecillo del agua. Otfried Preussler. Editorial Noguer (Recomendado: 8 años)

31 Jul

Elgeniecillodelagua

Un día, cuando el genio del agua llegó a casa, su mujer le dijo:
-Por favor, hoy no hagas ruido, porque hemos tenido un chico.
-¡Qué dices! –exclamó lleno de alegría el genio del agua-. ¡Un chico de carne y hueso!
-Sí, un verdadero geniecillo del agua. Pero haz el favor de quitarte las botas y de no hacer ruido cuando vayas a verlo. Creo que duerme.
Entonces el genio del agua se quitó las botas de color amarillo y entró de puntillas en la casa. La casa estaba hecha de juncos y se levantaba en la parte más profunda de la presa del molino. No la construyeron con argamasa, sino con barro, pues se trataba de la casa de un genio del agua. Por lo demás, era igual que las otras casas, aunque mucho más pequeña. Tenía cocina y despensa, sala de estar, dormitorio y vestíbulo. El limpio suelo estaba cubierto de arena blanca. Ante la ventana colgaban unas alegres cortinas, hechas con algas y plantas trepadoras. Y, como es natural, todas las habitaciones, el vestíbulo y la cocina, además de la despensa, estaban llenas de agua. ¿Cómo podía ser de otra manera, si la casa estaba situada en el fondo de la presa del molino?
Así pues, el genio del agua se deslizó de puntillas desde el vestíbulo hasta la cocina. De la cocina a la sala de estar. De la sala de estar al dormitorio. Allí, silenciosamente, sin hacer nada de ruido, se acercó a la cama y, junto a ella, vio al pequeño echadito en un cestillo de juncos. Tenía los ojos cerrados. Dormía. Sus puñitos descansaban sobre la almohada, a derecha e izquierda de su redonda y sonrosada cara. Parecía como si el geniecillo del agua quisiera taparse los oídos.
-¿Te gusta? –preguntó la mujer del genio del agua a su marido.
Había entrado también en la habitación y miraba al pequeño por encima del hombro del genio del agua padre.
-Un poco pequeño resulta el chico –dijo el genio del agua-. Pero, a pesar de ello, me gusta.
Se inclinó sobre el cesto de juncos y se puso a contar:
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco…
-¿Qué estás contando? –le preguntó su mujer al oírle.
-¡Ah! Pues, simplemente, contaba si tenía todos los dedos-respondió el genio del agua en voz baja-. ¡Mira qué piernecitas! Cuando sea un poco mayor le calzaremos con un par de botas amarillas y una chaqueta de color verde junco, unos pantalones marrones y una caperuza puntiaguda de color rojo vivo… Pero lo que más me gustan son los cabellos. ¿Sabes que desde siempre había deseado tener un hijo con el pelo verde?
-¡Ten cuidado! –recomendó la mujer del genio del agua-. Pero, ¿qué haces ahora?
-Déjame un momento –dijo el genio del agua-; quiero ver con mis propios ojos si tiene también entre los deditos las membranas que necesitamos para nadar. Es algo realmente muy importante para un genio del agua.
Y el genio del agua padre quiso abrir los puñitos al chico. Pero entonces el geniecillo del agua se despertó y comenzó a restregarse los ojos.
-¡Mira! –exclamó el genio del agua padre-. ¿Ves eso? ¿Lo ves tú también?
-¿Que él también tiene membranas entre los deditos?-preguntó, riéndose, la madre.
-¡Claro! ¡También las tiene, también! –gritó alegremente el genio del agua-. Pero, además, sé el color de sus ojos. Los tiene verdes. ¡Verdes como los de un auténtico bebé de genio del agua!
Y el genio del agua padre levantó a su pequeño del cestillo, lo aupó por encima de su cabeza y se puso a bailar con él por toda la habitación hasta que las paredes comenzaron a moverse y la blanca arena del suelo a levantarse en remolinos. Pese a todo, continuaba cantando:
-¡Tenemos un geniecillo del agua! ¡Tenemos un geniecillo del agua!
Entonces, por todas partes, empezaron a llegar nadando peces de las más diversas clases, que miraban a través de las ventanas con sus ojos saltones. Y el geniecillo del agua movía, divertido, los brazos y las piernecitas. Todos podían comprobar que, efectivamente, era un geniecillo del agua.

Otfried Preussler. El geniecillo del agua. Ed. Noguer

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
¡Qué gran noticia!

En la casa del genio del agua hubo, como si fuera un villancico de Navidad, una buena nueva. La mujer del genio del agua había tenido un hijo. Un geniecillo del agua.

El genio estaba feliz. Contaba los deditos del geniecillo, miraba las piernecitas, tenía esas membranas para nadar entre los deditos y… ¡Sí! También tenía lo que más le gustaba: ¡el pelo verde!

El padre quería verlo todo en su bebé. Intentó abrir sus puñitos y el geniecillo se despertó.

¡Sí! ¡Qué alegría! El padre y la madre vieron las membranas entre los deditos. Todo era maravilloso.

Y lo mismo que sucede en una casa como la nuestra, cuando nace un niño, llegan los vecinos a ver cómo es. Elige, entre los siguientes, quiénes podían ser los vecinos del geniecillo del agua.

Un barbo
Una carpa
Un mono
Una nutria
Una urraca
Un león

No olvides dónde vivía y, en cuanto tengas una duda, utiliza tu diccionario. Si tienes un libro, estupendo. Si no, puedes consultar estas direcciones: Diccionario de la RAE, Educar, Diccionario Digital.

(Solución: un barbo, una carpa y una nutria)

 Palabra magica
Hoy la palabra mágica tiene que ver con esa mano tan pequeñita de ese bebé del genio del agua. La tenía cerrada y tuvo que abrirla papá, para comprobar que tenía las membranas entre los deditos y así podría nadar.

Por eso la palabra mágica hoy es puñitos. Como todo era pequeño, porque era un bebé, los puños, cuando cerraba su mano eran puñitos.

Ahora te toca a ti hacer magia con las palabras. Entramos en el país de Liliput. Nos guiará Gulliver, un joven aventurero, que se sube a bordo de un barco en busca de fortuna. Una noche, bajo una terrible tormenta, su barco naufraga, y a la mañana siguiente aparece atado de pies y manos en una extraña isla llamada Liliput, habitada por unos pequeños hombrecillos. A partir de aquí se verá envuelto en distintas aventuras con la dificultad de no aplastar a estos diminutos liliputienses. Aquí tienes unas páginas que puedes ver, porque todo es pequeño, muy pequeño. Entra ya en el país de Liliput. (1, 2, 3, 4, 5)

Y aquí, mucha información sobre Gulliver.

Cuentame
Historias de casa

 Decía Otfried Preussler, el autor del Geniecillo de agua, como ya has leído: “el libro de cuentos de la abuela, que en realidad no existía, fue el más importante de mi vida”. Se refería a las narraciones orales que la madre de su padre, llamada Dora, le contaba de niño.

La ventaja es que se acordaba todavía.

Podemos hacer una prueba. Si tienes la suerte de que vivan tus abuelos, siéntate una tarde con ellos. Pregunta a la abuela o al abuelo si recuerdan algún cuento de cuando eran pequeños. ¿Cómo se lo contaban a ellos? ¿Les narraban los cuentos de palabra, porque se acordaban sus padres o los abuelos de tus abuelos o se lo leían de algún libro, que guardaban siempre? ¿Cuál era el cuento que más les gustaba? ¿Tenían una hora dedicada para los cuentos en casa de tus abuelos?

¿Han contado alguno de risa? ¿Y de miedo?

 Autor

Otfried Preussler
Nace en Liberec (actual República Checa) el 20 de octubre de 1923 y muere el 18 de febrero de 2013 en Prien am Chiemsee (Alemania). Sus padres fueron maestros. Estudió Pedagogía y trabajó como maestro, llegando a ser director de una escuela. Le gustaba contar cuentos e ilustrarlos. Tradujo varios libros infantiles del checo y del inglés. Además, fue escritor y sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Le gustaba mantener contacto con sus lectores. Recibió varios premios literarios.

Nuestro observatorio

Más datos biográficos del escritor en su web 

Bibliografía

Ofrecemos, a continuación, una relación de libros tomada de Canal Lector

De puro distraído. Mario Benedetti. Editorial Libros del Zorro Rojo (Recomendado: 18 años)

30 Abr

benedetti

Nunca se consideró un exiliado político. Había abandonado su tierra por un extraño impulso que se fraguó (1) en tres etapas. La primera, cuando lo abordaron sucesivamente cuatro mendigos en la Avenida. La segunda, cuando un ministro usó la palabra Paz en la televisión e inmediatamente comenzó a temblarle el párpado derecho. La tercera, cuando entró en la iglesia de su barrio y vio que un Cristo (no el más rezado y colmado de cirios sino otro alicaído, de una nave lateral) lloraba como un bendito.
Quizá pensó que si se quedaba en su país se iba a desesperar a corto plazo y él bien sabía que no estaba hecho para la desesperación sino para el vagabundeo, la independencia, el modestísimo disfrute. Le gustaba la gente pero no se encadenaba. Se entretenía con el paisaje pero al final se empalagaba de tanto verde y añoraba el hollín de las ciudades. Saboreaba las tensiones metropolitanas pero llegaba un día en que se sentía cercado por los imponentes bloques de cemento.
Así como había vagado por las calles y los caminos de su tierra, empezó a vagar por los países, las fronteras y los mares. Era terriblemente distraído. A menudo no sabía en qué ciudad se encontraba, pero no por eso se decidía a preguntar. Simplemente seguía caminando, y, en todo caso, si se equivocaba, no le importaba salir del error. Si precisaba algo, ya fuera para comer o para dormir, disponía de cuatro idiomas para buscarlo y siempre había alguien que lo comprendía. En el peor de los casos, le quedaba el esperanto (2) de los gestos.
Viajaba en ferrocarril o en autobús, pero normalmente lograba que lo recogiera algún auto o camión. Inspiraba confianza. La gente le creía las cosas más absurdas, y no se equivocaba, porque todo en él era un poco absurdo. Por lo común andaba solo, y era lógico, ya que ningún hombre ni, menos aún, ninguna mujer, habría sido capaz de soportar tanta incuria (3) y tanto desorden.
Cuando pasaba por una frontera, mostraba el pasaporte con un gesto displicente (4) o mecánico, pero inmediatamente se olvidaba de qué frontera se trataba. Permanecía poco tiempo en el centro de las ciudades. Prefería los barrios marginales, donde se llevaba bien con los niños y los perros.
A veces surgía algún detalle que le servía de orientación. Pero no siempre. Una mañana se halló junto a un canal y creyó que estaba en Venecia, pero era Brujas. Confundir el Sena con el Rin, y viceversa, le ocurrió por lo menos en tres ocasiones. No llevaba brújula sino que se orientaba por el sol, pero cuando le tocaban días tormentosos, de cielo oscuro, no tenía la menor idea de dónde quedaba el norte. Y eso tampoco lo afectaba, ya que no tenía preferencia por ninguno de los puntos cardinales.
Cierto mediodía se enteró de que caminaba por Helsinki porque vio una cabina telefónica que decía Puhelin. Era uno de sus escasos datos sobre Finlandia. Otro día sintió un alarmante tirón de hambre en el estómago y extrajo de su morral un poco de queso; cuando masticaba con fruición advirtió que se había recostado a una columna que le trajo el recuerdo de las de mármol pentélico (5) que había visto en alguna foto del Partenón, y claro, a partir de esa asociación se dio cuenta de que estaba en la Acrópolis (6). Sí, era terriblemente distraído. En otra ocasión nevaba y para protegerse del frío se metió en las galerías comerciales del moderno subsuelo de Les Halles (7). Cuando, un semestre después, emergió de otras galerías subterráneas en pleno centro de Estocolmo, se alegró sinceramente de que ya no nevara.
De vez en cuando iba a los aeropuertos, pero casi nunca viajaba en avión, entre otras cosas porque, después de presentarse en el mostrador correspondiente y despachar su liviano (8) equipaje, se iba a la terraza a ver cómo despegaban y aterrizaban las grandes aeronaves y no prestaba la menor atención a los altavoces, que repetían su nombre con insistencia.
En cierta ocasión, sin embargo, y vaya a saber por qué extraño mecanismo, permaneció junto a la puerta de embarque y subió confiadamente al avión con los demás pasajeros. Cuando llegó a destino y mostró su pasaporte, tan displicentemente como de costumbre, un funcionario de emigración lo miró con atención y le dijo: “Venga conmigo”. Él lo siguió mansamente por un corredor desierto. Cuando llegaron a una puerta con un letrero Prohibido el paso, el funcionario la abrió y lo conminó (9) a entrar. Así lo hizo, desprevenido. Pensó acercarse a una mesa que había en el centro de la habitación, pero de improviso no vio nada. Alguien, desde atrás, le había colocado una capucha. Sólo entonces comprendió que, de puro distraído, se encontraba de nuevo en su patria.

Notas

(1) Fraguó: ideó, pensó.
(2) Esperanto: lengua artificial creada en 1887 por Lázaro Zamenhof, como resultado de una década de trabajo. Esperaba que se convirtiera en la lengua auxiliar internacional.
(3) Incuria: poco cuidado.
(4) Displicente: de mal humor.
(5) Pentélico: relativo al nombre de un monte de Grecia.
(6) Acrópolis: sitio más alto y fortificado de las ciudades griegas. En este caso, se refiere a la de Atenas.
(7) Les Halles: lugar muy conocido de París.
(8) Liviano: ligero, de poco peso.
(9) Conminó: Obligó con una orden.

Mario Benedetti. Historias de París.  Ed. Libros del Zorro Rojo

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

Hola, amiga o amigo de la lectura. Vamos a darnos una vuelta por algunos de los lugares que nuestro despistado protagonista fue recorriendo, sin saber bien dónde estaba. Nos vamos a Helsinki, capital de Finlandia.

Luego, iremos a ver la ciudad de Brujas, una de las más bonitas de Bélgica.

Y no podemos perdernos la visita a la Acrópolis, en Grecia. Sin dejar de ver el Partenón, cuya reproducción puedes contemplar.

Y nuestro despistado viajero, sin tampoco saber cómo, pasea por un barrio de París, Francia, en uno de los más famosos mercados de Europa: Les Halles. Podrás ver, en estas páginas, muchas de las cosas que allí se pueden encontrar.

¿Estás cansada o cansado de tanto viaje? Pues descansa un rato, en unos de los bancos de nuestra próxima ciudad: Estocolmo, capital de Suecia, de la que veremos ahora unas imágenes.

 Palabra magica
Hoy es preguntar.

Para eso, utilizamos las oraciones interrogativas, que son las que tienen signos de interrogación (¿?) y su cometido principal es el de consultar, interrogar o preguntar; o sea, cuando queremos conocer algo. Casi siempre, si la pregunta no es muy difícil, obtenemos esa información que necesitamos. Tenemos que procurar hacer preguntas claras y muy concretas, si esperamos obtener una buena respuesta. Que no nos pase como al viajero del video que hemos seleccionado. Él sólo quería saber. Los que responden, con la mejor voluntad, lo único que consiguen es crear todavía más confusión. El viajero se fió de ese dicho de “preguntando se va a Roma”.
Y para que te rías un rato, a ver si consigues saber por dónde dicen estos señores que hay que ir.

 

Cuentame
La historia de cantidad de personas es muy parecida a la de nuestro protagonista de la lectura. Muchos y muchas están obligados a ese vagabundear; no porque les gusten los viajes ni por ver lugares nuevos maravillosos. Tienen que encontrar trabajo, buscar un lugar donde dormir y que alguien les dé algo, para poder comer. ¿Conoces a alguna persona que tenga, por seguir en la vida, en el mundo, que recibir ayuda de los demás? A lo mejor no sabes su nombre. O quizá sí. ¿No has hablado nunca con nadie que te necesite? Si sabes alguna historia de una o unas personas necesitadas, te pediríamos que, por favor, nos la cuentes. Pensemos que, uno tras otro, con sentido de hacer el bien, podemos crear una estupenda cadena. Una cadena o una red, como lo prefieras, para una vida mejor de alguien que nos necesita.

Ahora, con este instrumento que estás usando, internet, son posibles muchas cosas. Pero necesitamos saber, conocer, nombres, personas, lugares, instituciones que pueden ayudar, etc. No desperdiciemos ninguna oportunidad de que alguien se sienta al lado de otras, de otros, dispuestos a luchar por una vida mejor. Las páginas que tienes son algo complicadas, para entenderlas. De todas formas, sólo sirven para que sepas que hay bastante gente, en nuestro país y en otros muchos, dispuesta a ayudar a los que menos tienen. Ojalá que todo esto funcione bien, para conseguir una vida más fácil a quienes lo necesitan.

Vas a ver ahora un video de la emigración española. Lugares, formas de trabajo, situación de unos españoles que tú no has vivido, por suerte. Se dirigían a cualquier parte donde pudieran encontrar trabajo. Por eso, es tan importante que ahora, que nosotros podemos, ayudemos a quienes lo necesitan. Sean como sean y vengan de donde vengan. Es de justicia echar esa mano, dar esa ayuda, como hicieron con los españoles, cuando la necesitamos.

 Autor

Mario Benedetti
Nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros (Uruguay) y murió el 17 de mayo de 2009 en Montevideo (Uruguay). Trabajó desde los 14 años, primero fue taquígrafo y después vendedor, funcionario, contable, locutor de radio, traductor y periodista. Estuvo 12 años exiliado. Ha publicado más de 80 libros y ha sido traducido a 25 idiomas. Escribió letras de canciones y también fue humorista, publicando bajo el seudónimo de Damocles. Recibió numerosos premios literarios tanto en su país como fuera de él.
Nuestro observatorio

Se pueden consultar más datos biográficos sobre Benedetti en la Fundación del autor.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor tomada de Canal Lector.
Más libros en la página de la Fundación Mario Benedetti

La llegada del cometa. Tove Jansson. Editorial Siruela

28 Nov

llegadadelcometa

Cuando se encontraron, no perdieron el tiempo en saludarse. Se pusieron a correr. Detrás de ellos venía saltando el gatito. Y encima de ellos el cometa seguía su alocada trayectoria, acercándose cada vez más al aterrorizado e indefenso Valle Mumin.
Faltaban seis minutos… Era difícil correr en la arena, y avanzaban lentamente como en una pesadilla. El aire tórrido les quemaba los ojos y les secaba la garganta… Por fin vieron la roca que también era roja, y allí estaba Mamá Mumin gritando algo y saludando con las manos, y ellos treparon y treparon… ¡Ahora sólo quedaban tres minutos! Y de pronto el aire era más fresco, estaban dentro de la cueva y ardía la lámpara de petróleo como si nada hubiera pasado.
Os presento a mi gato, dijo Snif con voz temblorosa.
La madre del Mumintroll dijo a toda prisa:
¡Qué gatito más lindo! Tengo un regalo para ti…Hubiéramos querido darte las esmeraldas de la abuela como regalo de bienvenida, pero se me pasó con todo este lío… Tal vez puedas hacer un collar para el gato con ellas…
¡Las esmeraldas!, gritó Snif. ¡La herencia! ¡Para el gato! ¡Qué maravilla! ¡Soy tan feliz!
En el mismo instante llegó el cometa a la Tierra, candente y envuelto en llamas. La lámpara de petróleo volcó en la arena y se apagó. Eran exactamente las ocho y cuarenta y dos minutos y cuatro segundos.
Debajo de la manta impregnada con aceite solar subterráneo había una luz roja cegadora, pero la cueva estaba en la más absoluta oscuridad.
Se agarraron con fuerza en el fondo de la cueva y oyeron cómo una lluvia de meteoritos golpeaba la bañera del tejado. El Desmán se había quedado empotrado en el barreño. El Hemul estaba tumbado panza abajo sobre su álbum de sellos para que no se le volara otra vez.
Toda la roca temblaba y se estremecía a su alrededor y el cometa aullaba como si tuviera miedo, o tal vez era la tierra la que chillaba.
Durante largo tiempo estuvieron tumbados abrazándose y sin decir nada. Fuera se oía el ruido de las rocas que caían destrozadas y de la tierra arrancada. El tiempo se hacía tremendamente largo y cada uno de ellos se sentía solo y abandonado.
Después de pasar una eternidad, el Mundo se quedó completamente quieto. Por más que intentaban escuchar, no oían nada.
Mamá, susurró el Mumintroll. ¿Ha perecido el Mundo?
Ya pasó, contestó Mamá Mumin. Puede que hayamos perecido, pero por lo menos ya pasó.
¡Un milagro extraordinario!, dijo Papá Mumin intentando ser gracioso.
El Snork rió, y se quedaron quietos de nuevo. Mamá Mumin buscó la lámpara de petróleo y logró volverla a encender. Entonces vieron al gatito que estaba lavándose sentado en la arena.
¡Ha sido espantoso!, dijo la señorita Snork. ¡Nunca volveré a mirar el reloj!
Y ahora todo el mundo a la cama, dijo Mamá Mumin. Y no hablemos más del cometa y tampoco pensemos en él. No quiero que nadie mire lo que ha pasado fuera. Ya habrá tiempo para ello mañana.
Una vez acostados y con la nariz cubierta por la manta, el Snusmumrik sacó su armónica. Cuando se dio cuenta de que había recuperado todas las notas, tanto las pequeñas como las grandes, tocó una nana. Mamá Mumin conocía la canción y se puso a cantar muy dulcemente:

Duérmete niño que ya es de noche,
Los cometas caminan sin saber adónde.
Duerme soñando,
Despierta olvidando.
La noche está cerca, el espacio es de hielo,
Cientos de corderitos pasan en el cielo.

Poco después, la cueva quedó en silencio. Durante la noche Snif se despertó y sintió algo suave contra su nariz. Era el gatito. Puso su brazo alrededor de él y ambos se quedaron dormidos muy juntitos.

Tove Jansson. La llegada del cometa.  Ed. Siruela

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
¿Qué nos encontramos en este texto? Un mundo distinto, personajes diferentes, nombres desconocidos, situaciones impensables, puede que algunas terribles… Pero también, en momentos tan difíciles, quedan tiempo y huecos para el cariño, los abrazos, la dulzura. 

Pasa el tiempo antes de que se produzca el gran cataclismo: seis minutos, tres minutos y el cometa iba a llegar. No sabemos qué pasaría, en realidad. Vamos a ver ahora algunos cometas y así quizá podamos imaginar qué se estaba sintiendo entre los Mumin, en aquel valle.

¡Y llega a la Tierra! ¿No crees que es perfectamente comprensible la situación de miedo a lo desconocido? Sólo plantéatelo tú. Sí, has escuchado y visto la noticia en la televisión, en la radio, en internet, en los periódicos, que han anunciado, desde hace ya varios días, que un cometa se aproxima a la Tierra a gran velocidad. Tienes ahora, en un apartado que se llama Cuéntame, la oportunidad de explicar lo que hayas pensado, después de esta impresionante noticia de que ¡llega un cometa a la Tierra!

 Palabra magica
Hoy la palabra mágica es aullaba. No se trata de un lobo, ni de un perro ni de ningún otro animal, que pasaba por el valle de los Mumin.

Se trata del ruido que hacía ese cometa, que se iba a estrellar en la Tierra. Fue lo suficiente para que aparecieran todos los sentimientos de quienes lo oyeron. Se agarraron con fuerza, Se abrazaban sin decir nada. El silencio se apoderó de todo: “por más que intentaban escuchar, no oían nada”.

Sólo hizo falta ese sonido desconocido y un pensamiento, para que los Mumin fueran un pueblo unido. Quizá a nosotras y a nosotros, los humanos, nos pase algo parecido. Estamos siempre al lado de gente que nos quiere. Pero hace falta que algo extraordinario suceda, para echarnos una mano; para hacer que se pueda ser más feliz, con un poco de ayuda. ¿Y si lo intentamos?
Cuentame
Es posible que no hayas tenido todavía le oportunidad de ver ni oír el paso de un cometa. Así que vamos a imaginar.   

Hoy nos vamos a subir, con esa maravillosa imaginación que tenemos, en un cometa muy especial. Has tenido la oportunidad de ver algunas imágenes de lo que se ha podido filmar en Marte. Pero todavía están los científicos discutiendo si habrá vida o no en un lugar tan lejano como el planeta Marte, a unos cien millones de kilómetros.

Ahora te toca a ti. ¿Tú crees que puede haber vida en el Universo? ¿Dónde crees que sería más posible que la hubiera? ¿Sería una vida parecida a la que tenemos en el planeta Tierra o sería completamente diferente? Sigue aprovechando tu imaginación: utiliza tu ordenador o un papel y unos lápices, bolígrafos, rotuladores o cualquier cosa con la que puedas dibujar. ¿Cómo serían esos nuevos habitantes que habría por allí? ¿Se parecerían en algo a los seres humanos o tendrían formas totalmente distintas? ¿Cómo se comunicarían entre ellos? ¿Y con nosotros, los humanos? Podrías darles un nombre a esos habitantes y uno, muy especial, al primero que hablara contigo.

Si alguna vez ves a alguien de más allá de la Tierra, te pedimos un favor muy especial: cuéntanoslo, para cuando los veamos. Gracias y feliz viaje.

 autora

Tove Jansson

La autora nació el 9 de agosto de 1914 y murió el 27 de junio de 2001 en Helsinki, Finlandia.
Se formó en la Facultad Universitaria de Arte, Artesanía y Diseño de Estocolmo (Suecia) , en la Escuela de Artes Gráficas de la Academia Finlandesa de Bellas Artes y, finalmente, en  varias escuelas de París (Francia).
La fama de Jansson se debe principalmente a sus libros sobre los Mumin, una familia de trolls blancos, cubiertos de pelo y de apariencia redondeada, con grandes hocicos, que nos recuerdan a los hipopótamos. Son historias para niños. El primer libro de la saga fue escrito e ilustrado por Jansson en 1945 durante la Segunda Guerra Mundial. Confesó más tarde que la guerra la deprimía y que buscaba algo inocente.
Escribió también novelas para adultos y teatro además de seguir su carrera como pintora. 

Ha recibido varios premios, entre ellos destaca el Premio Hans Christian Andersen por su contribución a la literatura infantil. 

Nuestro observatorio

Más datos biográficos y curiosidades sobre Tove Jansson en una página dedicada a la autora.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de la autora  tomada de  Canal Lector.

Canción del viejo canguro. Rudyard Kipling. Alianza Editorial

10 Oct

solocuentos

No siempre ha sido el canguro un animal como el que hemos visto ahora, sino un bicho diferente  que tenía cuatro patas. Era gris y lanudo y su orgullo era ilimitado: solía bailar siempre justo en el centro de la superficie de Australia. Un día, decidió ir a ver al pequeño dios Nga.
Fue a visitarle a las seis de la mañana, antes de desayunar, y le dijo:
-Tienes que hacerme diferente al resto de los animales, antes de las cinco de esta tarde.
Nga saltó de su asiento sobre el llano de arena, y gritó:
-¡Lárgate!
Era gris y lanudo, y su vanidad era ilimitada; solía bailar en los bordes de los estratos de roca, en el mismísimo centro de Australia. Y entonces, fue a ver al dios mediano Nquing.
Le visitó a las ocho de la mañana, después de desayunar, y le dijo:
-Hazme diferente al resto de los animales y, también, inmensamente popular, antes de las cinco de esta tarde.
Nquing salió de su madriguera, en el matorral, y gritó:
-¡Lárgate!
Era gris y lanudo, y su petulancia no aceptaba límites; solía danzar sobre las dunas de arena, en el centro de Australia. Y decidió visitar al gran dios Nqong.
Fue a ver a Nqong a las diez, antes de la hora de comer, y le dijo:
-Hazme distinto al resto de los animales y, también, popular y maravillosamente afamado, antes de las cinco de esta tarde.
Nqong saltó de su baño, en las salinas, y gritó:
-Sí, lo haré.
Nqong llamó a Dingo –el perro amarillo Dingo-, que estaba lleno de polvo al sol y, como siempre hambriento, y le mostró el canguro.
-Dingo, despierta, Dingo. ¿Ves aquel caballero que está bailando sobre un montón de cenizas? Quiere ser popular y que se hable bien de él. Dingo, haz que se cumplan sus deseos.
Dingo –el perro amarillo Dingo-, siempre hambriento, salió corriendo mostrando sus dientes, que relucían como si estuviese encerrado en un saco de carbón; salió corriendo tras el canguro.
Y el canguro salió disparado sobre sus cuatro patas, como lo habría hecho un conejito.
Con este episodio, mis queridos amigos, concluye la primera parte de este cuento.
Corrió por el desierto; corrió por las montañas; corrió por los macizos de juncos; corrió entre los árboles azules de la goma; corrió sobre los matorrales; corrió hasta que sus patas delanteras comenzaron a dolerle.
¡No tenía más remedio…!
Porque Dingo –el perro amarillo y siempre hambriento- mostraba los dientes como una trampa de ratones y corría tras el canguro, sin acercarse nunca, sin retrasarse jamás.
¡No tenía más remedio…!
El canguro, el viejo canguro, siguió, pues, su carrera. Corrió entre los arbustos del té; corrió sobre la turba; corrió entre la hierba alta; corrió sobre la hierba baja; atravesó los trópicos de Capricornio y de Cáncer; corrió hasta dolerle las patas.
¡No tenía más remedio…!
Y también seguía corriendo Dingo –el perro amarillo Dingo-, más y más hambriento que nunca, mostrando sus dientes que semejaban la collera de un caballo, sin acercarse nunca, sin retrasarse jamás, hasta que llegaron al río Wollgong.
Y como no había ningún puente ni tampoco una barcaza, el canguro no sabía cómo atraversarlo. De modo que se irguió sobre sus patas y dio un salto.
¡No tenía más remedio…!
Saltó sobre las escorias, saltó sobre las cenizas, saltó sobre los desiertos del centro de Australia. Y saltó como un canguro. Primero saltó un metro; luego saltó tres; más tarde, cinco, y las patas traseras le iban creciendo, las patas se le iban fortaleciendo. No tuvo ocasión de descansar y refrescarse, a pesar de que lo necesitaba con urgencia.
Y aún Dingo –el perro amarillo Dingo- seguía corriendo, cada vez más hambriento, cada vez más sorprendido, preguntándose qué cosa de este mundo o ajena a él hacía saltar al canguro de aquel modo.
Porque el canguro saltaba como un grillo, como un guisante en una sartén, o como una pelota de goma nueva en el cuarto de jugar.
¡No tenía más remedio…!
Encogió sus patas delanteras y saltó apoyándose sólo sobre las de atrás, utilizando la cola para mantener su peso en equilibrio, y así siguió saltando por las herbosas praderas del Darling.
¡No tenía más remedio…!
Y aún corría Dingo –el casado perro Dingo-, más hambriento que antes y todavía más desconcertado, preguntándose cuándo, ya fuese en este mundo o fuera de él, se detendría el viejo canguro.
Entonces salió Nqong de su baño de sal y dijo:
-Son las cinco.
Y Dingo se sentó –el pobre perro Dingo-, siempre hambriento, lleno de polvo, al resplandor del sol; sacó la lengua y ululó.
También se sentó el canguro –el viejo canguro-, se reclinó sobre su cola como si fuese una banqueta de ordeñar que se hallase detrás de él y murmuró:
-Por fortuna esto se ha acabado.
Y le dijo Nqong, que en todo instante se portaba como un caballero:
-¿Por qué no te muestras agradecido al perro amarillo Dingo? ¿Por qué no le das las gracias por lo que ha hecho por ti?
Y el canguro, el cansado canguro, protestó:
-Me ha obligado a alejarme de las tierras de mi infancia, me ha perseguido a las horas de comer, ha alterado la forma de mi cuerpo de tal forma que jamás volveré a recuperarla, y me ha dejado las piernas como la piel del diablo.
Entonces contestó Nqong:
-Quizá esté equivocado. Pero, ¿no me pediste que te hiciera distinto al resto de los animales y también que te convirtiera en un ser famoso y admirado? Pues ya son las cinco.
-Sí –concedió el canguro-. Desearía no haberlo hecho. Creí que ibas a lograrlo con magias y encantamientos, pero esto ha resultado una broma pesada.
-¡Una broma! –exclamó Nqong, fuera de su baño, entre los árboles azules de goma-. Repite eso otra vez y ordeno de un silbido a Dingo que te arranque las patas traseras.
-No –pidió el canguro-. Debo disculparme. Las patas son las patas y, por lo que a mí respecta no tienes por qué cambiármelas. Yo sólo pretendo explicar a vuestra señoría que no he comido nada desde esta mañana y que me siento realmente vacío por dentro.
-Sí –terció Dingo, el perro amarillo Dingo-. Yo me encuentro en la misma situación. Le he hecho diferente del resto de los animales y, ahora, me gustaría tomar mi té.
Y dijo Nqong, desde su baño de sal:
-Venid y pedídmelo mañana, porque ahora voy a bañarme.
Y, así, el viejo canguro y el perro amarillo fueron abandonados en el centro de Australia, diciéndose el uno al otro:
-Ha sido por tu culpa.

Rudyard Kipling. Sólo cuentos. Alianza Editorial
          
Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
Nos dice el autor, Rudyard Kipling, cómo era antes el canguro. En las próximas páginas, veremos al que tú quizá conozcas. El canguro hoy.

 En la siguiente página, escucharemos y veremos un reportaje actual sobre este curioso animal. De dónde viene su nombre, la población de canguros que hay en Australia, las especies de canguros que hay, los tamaños, qué carácter tienen. Qué comen, qué hacen, en que momento del día viven, cómo se crían y muchas otras cosas. Agradecemos el trabajo que hoy podemos disfrutar para informarnos.

Lo que sí parece, según nos dice la leyenda, es que el canguro quiso siempre ser alguien distinto. ¡Y vaya si lo consiguió! Pero, por ser justos, hay personajes, en esta leyenda, a los que el canguro les debe mucho. Les debe ser como él es y algo más: como él quería ser. Ahí aparecen Nqong y el perro amarillo Dingo. Bien es verdad que este último lo que tenía es mucha hambre. Corría porque quería comer. Pero el canguro, al verlo, tuvo también que correr. No olvidemos que los dientes del perro amarillo Dingo le aterrorizaban al canguro. Y entonces, a correr, a correr y a correr. No planteó el perro otra cosa más que mostrar sus dientes. Pero con las carreras del canguro para salvarse empezó esta leyenda. Son cosas que pasan en la vida. Muchas veces, algo que no esperamos consigue cambiar totalmente las cosas que pensábamos de una manera, hasta convertirse en otras distintas. 

De hecho, ¿cuántas y cuántos de los grandes deportistas que conocemos, empezaron por lo que luego han sido? Ahora vas a ver a grandes atletas. A lo mejor, el canguro podría presentarse a alguna olimpiada. Es cierto que en determinados deportes no sería capaz de participar.

Elige, de lo que ahora vas a ver, las competiciones deportivas a las que podría ir el canguro y las que no. ¿Sabrías decir por qué? Busca, en internet, otras competiciones a las que crees que podría presentarse un canguro.
Competición 1
Competición 2
Otros

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es diferente. Vamos a saltar como el canguro, a ver si conseguimos dar los saltos precisos para caer en las palabras que necesitamos. En lugar de la palabra diferente, ¿cuáles de estas podría haber utilizado el canguro? Son las palabras sinónimas, las que significan igual o parecido. Da saltos y comprueba luego que has acertado.

          Salto 1: distinto               Salto 2: raro              Salto 3: estratosférico

          Salto 4: desigual             Salto 5: salvaje          Salto 6: singular

Vamos a pensar en los doce meses del año. Los saltos llevan un número. Si tus saltos coinciden con los meses de enero, febrero, abril y junio, ¡enhorabuena! Has conseguido igualar, cuando menos, al canguro saltador.

Cuentame
Comprueba ahora que estás en plena forma para acudir a Australia, si tus posibilidades te lo permiten. Ya sabemos que no es fácil, porque está lejos, muy lejos y es difícil y caro ir allí. Pero, por si acaso, que sepas que los australianos son muy aficionados al deporte. ¿Será por los canguros?

Entre los deportes habituales que practican los australianos están: el surf, la natación, el tenis, el remo, el rugby, el ciclismo, el baloncesto y muchos más.

Pues bien. Ahora te toca a ti contarnos qué deporte practicas y, sobre todo, cuál te gustaría practicar, si pudieras. ¿Es un deporte de competición? ¿Puedes hacerlo en soledad? ¿Cuándo sueles practicarlo? No olvides decirnos cuáles han sido tus mayores éxitos deportivos. Y no dejes de decirnos cómo te alimentas para practicar ese deporte. Aprenderemos lo que nos conviene comer y beber y lo que no es bueno.

 Autor


Rudyard Kipling

Nació el 30 de diciembre de 1865 en Bombay (India) y murió en Londres, el 18 de enero de 1936. Kipling escribió novelas, poemas y relatos ambientados principalmente en la India y Birmania durante la época del gobierno británico. A la edad de 6 años lo enviaron a estudiar a Inglaterra. Pasó cinco años en un hogar social de Southsea, experiencia detestable que describe en uno de sus relatos.  Regresó a la India en 1882 y a partir de ese momento trabajó para la Civil and Military Gazette de Lahore hasta 1889, en calidad de editor y escritor de relatos.  Viajó por Asia y Estados Unidos, donde contrajo matrimonio con Caroline Balestier en 1892. En 1903, se estableció en Inglaterra. Kipling fue un escritor prolífico y popular. En 1907 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

 

Nuestro observatorio

En la wikipedia se puede consultar su biografía y ampliar más datos y curiosidades.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de  Rudyard Kipling tomada de  Canal Lector.

Las Islas Felices detrás del Viento. James Krüss. Editorial Anaya

25 Jul

islasfelices

Hablando habíamos llegado junto al hombre viejo con barba al que quería llevarnos el pájaro escribano. Estaba sentado al pie de una pequeña roca a la sombra de un pino. Junto a él brotaba un arroyo de la pared de piedra que se iba serpenteando a través de un prado de colores. Un león se había tendido al borde del arroyo y conversaba con el viejo.
Cuando el pájaro escribano nos presentó al anciano, nos saludó amablemente con la cabeza y nos invitó a sentarnos en el césped. Luego nos ofreció cerveza de miel. Echaba la cerveza de un cántaro que guardaba en un hueco hondo de la roca para que se enfriara.
-Precisamente estoy conversando con el león sobre un tema serio –dijo el viejo-. El señor Abdula, el león, afirma que tiene el derecho de comerse a las gacelas.
-Sí, señor –rugió Abdula-. Una ballena que ha pasado por la costa de África me ha contado que los leones de allí se comen a las gacelas.
-Eso es verdad –chilló la ratona Filina-, en todas partes donde hay leones y gacelas, los grandes leones matan a las pequeñas gacelas y se las comen.
-Pero no en las Islas Felices –dijo el viejo.
-Aquí los leones no tienen coraje para eso –resopló Abdula.
-No, aquí no lo necesitan –le corrigió el viejo-. Eso está relacionado con las cualidades especiales de las Islas Felices. Si tienen tiempo y ganas, señores míos, voy a contarles en pocas palabras la historia de estas islas. De todos modos tengo que contársela al león Abdula.
-Me gustaría mucho –exclamó Emma-ojos-de-águila.
-Y también tenemos tiempo –añadió Emma-banco-de-arena.
-Y además nos gusta oír historias –dijo Emma-pico-de-goma.
Entonces el viejo barbudo nos contó la historia de las Islas Felices detrás del Viento como sigue:
Muy al principio de la historia de la humanidad todos los seres de la tierra vivían pacíficamente entre sí. Todos hablaban el mismo lenguaje, ya fueran flores, leones, hombres o peces. Nadie se comía a nadie. Pues había bastante para comer. Los árboles frutales daban su fruto puntualmente en otoño. Los pollos, patos, gansos, avestruces o grifos ponían huevos para sus vecinos cuando hacía falta. Vacas y cabras daban leche. Coles y lechugas ponían a disposición todo lo que de ellas crecía sobre la tierra, y las remolachas y las patatas daban todo lo que de ellas crecía bajo la tierra. Así nadie necesitaba pasar hambre y nadie necesitaba comerse a nadie. El mundo era un paraíso.
Pero ya entonces había seres vivos que iban siempre sobre las patas traseras y las delanteras las usaban para atrapar. Tenían manos en las que podían oponer los pulgares a los otros dedos. Estos seres eran los hombres. Con sus hábiles manos construyeron una serie de cosas prácticas e hicieron diversos inventos provechosos.
Aprendieron a encender el fuego, a sembrar el grano, a trillar y a moler harina e inventaron también el horno. Cuando lo inventaron todo, hicieron el mejor invento de todos, cocer el pan.
Todos se alegraron mucho y ayudaron entonces a la producción del pan: los canguros tomaban la semilla en sus bolsas y la sembraban, los roedores mordían sus granos cuando estaban maduros, los leones los trillaban con sus colas, los elefantes los trituraban con sus patas enormes, y los hombres, al final, amasaban el pan, lo cocían y lo repartían. Los animales ya no tenían necesidad de ocupar sus días en la búsqueda de alimento. Ahora se tenía tiempo para conversaciones y juegos y nuevos inventos, porque su hambre se podía saciar en cada momento con pan.
Pero ahora que uno se podía saciar cada día y no tenía que esforzarse especialmente, los animales se volvieron algo raros. No se sabe exactamente quién comenzó. ¿Fueron los hombres, los leones, los buitres o los osos? En pocas palabras, de repente había fieras que comían a los hombres, y hombres que mataban animales y después los asaban y se los comían.
Comenzaron a comerse mutuamente, se volvieron desconfiados frente al vecino y hablaban entre sí solamente en voz baja.
Se inventaron incluso lenguajes secretos. Los perros hablaban guauguachi y los gatos miamiachi, los pájaros pipiochi e incluso entre los hombres surgieron varios lenguajes. Naturalmente en este tiempo los hombres eran los más felices, porque eran grandes inventores y podían protegerse en casas de piedra de los animales malvados. Inventaron un costal para sembrar, hoces para segar, mayales para trillar y piedras de molino para moler. Y cuando pudieron hacer solos el pan, no les dieron más a los animales.
Sí, aún vinieron cosas peores. Sacaban punta a fuertes ramas y las lanzaban desde lejos sobre el corazón de animales inocentes. Después asaban los animales, se los comían y a menudo consumían más de lo que necesitaban para saciar el hambre. Se volvieron gordos y blandos, perdieron el pelo de su piel y comenzaron a tener frío en invierno. Entonces se pusieron sobre su cuerpo las pieles de los animales que mataban e inventaron chaquetas, pantalones, zapatos, abrigos y gorros.
Desde entonces el mundo fue para abajo. Pues pronto inventaron los hombres el dinero y la pólvora, y el paraíso se convirtió en la enorme confusión que llamamos historia del mundo.
Sólo en un lugar de la tierra no se notó nada de estos cambios. Aquí, en las Islas Felices. Están rodeadas a veinte millas marinas de distancia por una corona de vientos en torbellinos, por la que nadie puede entrar por el agua o por el aire. Sólo muy abajo en el fondo del mar o alto, alto sobre las nubes logran a veces entrar aquí una ballena o un águila. Y porque estamos detrás de los vientos, señores míos, nos quedamos protegidos de la historia del mundo. Entre nosotros hablan todavía todos con todos, uno ayuda al otro cuando es necesario, no nos comemos mutuamente y cada uno obtiene sus beneficios por ello.

James Krüss. Las Islas Felices detrás del Viento.  Ed. Anaya

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

 Antes de comentar nuestra lectura de hoy, vamos a ver un poco los orígenes del ser humano. Cómo empezó la historia del hombre. Han pasado millones de años, desde aquellos difíciles comienzos.

Nos dice el autor que allí, en las Islas Felices,
“Aprendieron a encender el fuego, a sembrar el grano, a trillar y a moler harina e inventaron también el horno. Cuando lo inventaron todo, hicieron el mejor invento de todos, cocer el pan. Todos se alegraron mucho y ayudaron entonces a la producción del pan.”
Hoy, fabricamos el pan, eso que nos dice el autor que fue el mejor invento de todos y que tanto nos gusta, de esta manera.

Pues bien. Ahora, vamos a la literatura. Veremos cómo un autor, en este caso James Krüss, nos cuenta su historia. Que no es una historia de la realidad, de lo que los científicos han estudiado sobre el origen del hombre. Es una narración literaria de imaginaciones de lo que hace tanto tiempo pudo quizá pasar.

Cuando leemos este texto, nos suceden dos cosas al tiempo. Primero, pensamos según lo que nos dice el autor, en lo maravillosa que sería, a lo mejor, la vida en la tierra, al principio de los tiempos. Los animales que podían oponer los pulgares a otros dedos, los humanos, empezaron construir cosas prácticas e hicieron buenos inventos, útiles para la vida.

Lo siguiente que pensamos es: ¿y en qué acabará aquella historia del viejo barbudo que la contó, la de de Las Islas Felices detrás del Viento?

En cuanto al primer pensamiento, todo depende de quienes leen. Imaginar es algo tremendamente personal, único, irrebatible e insustituible. Las lectoras y los lectores tienen un don maravilloso que da la lectura: la libertad. Por eso soñamos, nos emocionamos, lloramos, cuando nos duele el corazón con lo que la autora o el autor escribe. Por tanto, tuya es la lectura. Siempre hay un ¿qué sucederá? Esa es la razón de que se parezcan tanto la lectura y el cine. Porque da igual el soporte que utilicemos. Puede ser el papel, la pantalla del ordenador o de una sala de cine, un anuncio que vemos en una valla…

Para la segunda pregunta que nos hacemos tenemos una solución facilísima. La lectura de la novela de James Krüss, de la editorial Anaya, nos puede resolver todas las dudas. El final de nuestros pensamientos es como el final de la película.

Sí hemos leído que el avance de la humanidad en los siglos que van pasando, empeora con el tiempo. Se empezaron a comer unos animales a otros, se tenían que proteger de los malvados y cosas peores. El autor nos dice que el mundo fue hacia abajo. Para colmo, los hombres, los humanos, inventaron el dinero y la pólvora. Entonces, “el paraíso se convirtió en la enorme confusión que llamamos historia del mundo”.

Palabra magica

La palabra mágica de hoy es contar. Esto dice el texto que hemos leído:

«Si tienen tiempo y ganas, señores míos, voy a contarles en pocas palabras la historia de estas islas. De todos modos tengo que contársela al león Abdula.
-Me gustaría mucho –exclamó Emma-ojos-de-águila.
-Y también tenemos tiempo –añadió Emma-banco-de-arena.
-Y además nos gusta oír historias –dijo Emma-pico-de-goma
Entonces el viejo barbudo nos contó la historia de las Islas Felices detrás del Viento.»

Los cuentos nos atraen, desde que somos muy pequeños hasta que tenemos más edad, mucha, muchísima edad. Lo dijeron las tres Emmas y quizá también se lo diría el león Abdula, al viejo barbudo. Porque la magia de contar la consiguen los grandes cuentacuentos. Esos o esas que nos emocionan, según cuentan una historia, que nos hace vivir la magia.

Cuentame

A lo mejor tú eres el séptimo lector o la séptima lectora de este séptimo cuentacuentos que te ha contado este séptimo cuento.

Pero se han cambiado las tornas. Hoy te toca a ti ser cuentacuentos. Es muy importante el lugar que elijas para contar el cuento. ¡Atención, mira!  Ya hay bastante público. Hemos pedido prestadas unas sillas en la cafetería bar que hay en la plaza, al lado del parque. Han sido muy amables y sólo nos han pedido una cosa: sentarse ellos también, cuando cuentes el cuento. No olvides que es muy importante llevar una ropa especial, tuya, la que usas cuando cuentas un cuento. ¿Cómo es? ¿Te pones una barba, si eres chico, como la que usas en halloween? ¿Y si eres chica, una larga cabellera muy canosa, blanca y zapatos de tacón de horrible bruja? O vas como siempre, porque es mejor ir como tú eres.

En ese lugar que elijas, pasa como en las Islas Felices. No existe nada más que el cuento que cuentes. Todo transcurre con armonía y paz. Aquí sólo se viene a oír tu cuento. Por eso es muy importante, para no defraudar al auditorio, que pienses lo siguiente:

¿Qué historia crees que le puede gustar a este fantástico auditorio que tienes? No olvides que es muy importante seleccionar bien la historia.

Cómo y cuándo sucedió
Quiénes participaron en la historia.
Dónde sucedió
Qué cosas, las más importantes, ocurrieron en tu historia.
Qué fue lo que más te llamó la atención: un susto, una sorpresa, una alegría, una risa, una tristeza, una alegría, un miedo…
¿A quién se lo contaste y cómo se lo dijiste?

Si ves que no te vas a acordar bien de esa fantástica historia que vas a contar, lo mejor es que cojas un papel y lo apuntes, para no olvidarte de nada. Las actoras y los actores de teatro repasan mucho el papel que tienen que hacer, antes de salir a escena. En algunos teatros, también hay apuntador, la persona que está pendiente de lo que dices, para apuntarte, si se te olvida algo. Tú puedes mirar tu papel, si lo necesitas.

A ver qué nos cuentas, porque estamos deseando escucharte. ¡Mucha suerte! Y ¡A escena! La función va a empezar.

Autor

James Krüss

Nació en 1926 en Helgoland, isla del Mar del Norte (Alemania). Es una isla pequeña que para Krüss fue muy importante en su infancia y juventud y lo convirtió en un convencido isleño durante toda su vida. Tras la segunda guerra mundial, en la que participó como soldado del ejército del aire, Krüss cursó estudios de magisterio, pero nunca trabajó como profesor.

Escribió novelas, poesía y guiones para la radio y televisión. En algunas ocasiones no firmaba con su nombre verdadero y utilizaba estos otros: Polder Markus y Ritter Félix. Un amigo alemán fue el que le animó a escribir para niños. En sus libros insistía mucho en la libertad y la paz.

Ganó varios premios, entre ellos el Hans Christian Andersen en 1968.

Murió en 1997 en la isla de Gran Canaria (España).

Nuestro observatorio

Más datos biográficos y curiosidades sobre James Krüss en Instituto Goethe y el periódico La Provincia

BIbliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor  tomada de  Canal Lector.

Won-a-Nee. Scott O´Dell. Editorial Noguer

11 Jul

isladelfines

Un día, cuando me hallaba en el arrecife llenando de mariscos la canoa, vi una manada de nutrias marinas jugando en un banco de algas inmediato. Se perseguían unas a otras, hundiéndose por debajo del banco repentinamente para aparecer de pronto unos metros más allá. Era algo parecido al juego que solíamos emprender los chicos y chicas de mi tribu metiéndonos entre los matorrales de la isla. Busqué a “Mon-a-nee”, pero todos aquellos animales parecían iguales.
Llené, pues, mi canoa de abalones, y empecé a remar hacia la orilla con una de las nutrias siguiéndome. Cuando me paré repentinamente, ella se puso frente a mí. Estaba aún alejada de la embarcación, pero ya sabía quién era. Nunca pensé llegar a distinguirla de sus compañeras, aunque ahora estaba tan convencida de que se trataba de “Mon-a-nee”, que puse en alto, un poco separado de la canoa, uno de los peces que acababa de capturar.
Las nutrias marinas son animales de movimientos rapidísimos dentro del agua, y antes de que pudiera darme cuenta ya me lo había quitado de la mano.
Durante un par de lunas no volví a ver el bicho, y luego una mañana, mientras estaba pescando, emergió de repente en el banco de algas. Llevaba detrás a dos crías. Eran del tamaño de unos perritos de pocos días, y se desplazaban con tal lentitud que “Mon-a-nee” tenía que darles prisa para acelerar sus movimientos. Las nutrias de mar no saben nadar cuando nacen, y su madre tiene que enseñarles en seguida. Poco a poco logra mostrarles lo que tienen que hacer, dándoles golpecitos con sus aletas, y después nadando en círculo alrededor de las crías, hasta que éstas han aprendido a imitar su forma de proceder.
“Mon-a-nee” llegó muy cerca del arrecife, momento que aproveché para arrojar un pez vivo dentro del agua, de los que ya tenía en mi cesto. No lo atrapó instantáneamente, según era su costumbre, sino que estuvo esperando a ver qué harían sus crías. Cuando éstas demostraron interesarse más por mí que por su comida, y el pez empezaba a deslizarse veloz hacia la libertad, lo cogió con sus agudos dientes lanzándolo justo delante de las pequeñas nutrias.
Volví a echar otro pez delante de “Mon-a-nee”, y de nuevo hizo lo mismo. Pese a ello las nutrias pequeñas no supieron lanzarse a por el pez, y al fin, cansada de los juegos de pérdidas de tiempo, nadó hasta ponerse junto a ambas crías y empezó a darles empujones con el hocico. Entonces fue cuando comprendí que “Mon-a-nee” era su madre. Las nutrias escogen compañera para toda la vida, y si muere la madre, el padre se encarga de alimentar y cuidar a las crías. Eso es lo que debía haber ocurrido a “Mon-a-nee”. Miré a la familia de nutrias que nadaba feliz junto al arrecife.
-“Mon-a-nee” –le dije-. Voy a darte un nuevo nombre. El que te corresponde es “Won-a-nee”, porque significa “La chica de los Ojos Grandes”.
Las crías de nutria son animales de un crecimiento muy rápido, y pronto estuvieron aquellas tomando directamente el pescado de mi mano, aunque el abalone por mí lanzado alcanzase el fondo del arrecife, se zambullía, emergiendo con un marisco sujeto al cuerpo con una aleta, y llevando en la boca un pedazo de roca. A continuación se ponía a flotar de espaldas y, colocando el abalone sobre su ancho pecho, lo golpeaba una y otra vez con la roca hasta romper la concha.
Enseño a sus crías a hacer otro tanto. A veces estaba yo sentada en el arrecife la mañana entera, viéndolas a las tres golpear la dura concha contra el pecho. Si no hubiese sabido que todas las nutrias del contorno hacían lo mismo para poderse comer los abalones, me habría parecido que “Won-a-nee” era la inventora de un nuevo juego, sólo por su afán de complacerme. Pero lo cierto es que sus camaradas lo hacían igual. Algo que me maravillaba entonces, y que sigue dejándome perpleja hoy.
Después de aquel verano, una vez que me hice amiga de “Won-a-nee” y sus crías, nunca he vuelto a matar una nutria marina. Tenía a la sazón una capa de piel de ese animal, y la seguí llevando hasta su completo desgaste, pero jamás quise hacerme otra.
Tampoco volví a matar un cormorán para hacerme con sus plumas magníficas, aun siendo pájaros con un cuello largo y delgado, que están siempre emitiendo desagradables sonidos cuando hablan entre sí. Ni siquiera maté ya focas para aprovechar sus tendones; a partir de entonces me serví de algas para ligar o coger lo que necesitaba.
Incluso dejé en paz a los perros salvajes, a los elefantes marinos, a todos.
Ulape se hubiera reído de mí, y lo mismo el resto de la tribu. Pero el que más se hubiese divertido con mi proceder, a buen seguro, habría sido mi padre. Y, sin embargo, así es cómo había llegado a sentir en mis relaciones con los animales que se convirtieron en mis amigos, y también con los que aún no lo eran, pero con el tiempo podían llegar a serlo.
Si Ulape y mi padre hubiesen aparecido riéndose, y todos los demás de la tribu otro tanto, aun entonces hubiera continuado procediendo del mismo modo. Porque lo animales terrestres, los pájaros, son como la gente para mí ahora, aunque no hablen ni hagan otras cosas que nosotros podemos realizar. Sin ellos este mundo sería un lugar muy triste.

Scott O´Dell.  Won-a-Nee.  Ed. Noguer

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

Las primeras palabras de la protagonista, cuando está en su canoa, allí, en el arrecife, nos dan una pista de cómo es este animal marino. Sí, la nutria. Hay una palabra clave que nos define el comportamiento de estos animales: jugando. Son comportamientos que nos parecen casi increíbles, porque desconocemos mucho del mundo animal.

¿Sabes cómo son las nutrias? El diccionario de la RAE nos dice que es un mamífero carnicero, de tres a cuatro decímetros de altura y unos nueve desde el hocico hasta el arranque de la cola. Que tiene pelaje espeso, muy suave y de color pardo rojizo. Vive a orillas de los ríos y arroyos, se alimenta de peces, y se la busca por su piel, muy apreciada en peletería.

Aquí tienes a las nutrias nadando de la mano y jugando, gracias a las imágenes que hemos visto en Youtube.

Y ¿dónde tienen un problema las nutrias? Como dice el diccionario, se la busca por su piel, muy apreciada en peletería. No olvidemos que el ser humano busca también, por la calidad y lo que cuesta su piel, a animales como tigres, leopardos, jaguares, visones, martas, armiños, linces, osos, serpientes, lagartos, iguanas, cocodrilos y, por desgracia, un largo etcétera.

Sí, esto es real y quizá hayas oído hablar de ello. Procura ayudar a esos animales y conservarlos, mientras podamos. Podríais elaborar un cartel, con imágenes que obtengáis de internet o, mejor, dibujándolas, con un mensaje que elaboréis de protección a los animales. Aquí tienes a varios que están en peligro de extinción.

Lo que sí hemos aprendido con este texto de Scott O´Dell, de ese precioso libro que es La isla de los delfines azules, es que las nutrias escogen compañera para toda la vida y si muere la madre, el padre se encarga de alimentar y cuidar a las crías.

Palabra magica

Nos dice la protagonista:

“Ulape se hubiera reído de mí, y lo mismo el resto de la tribu. Pero el que más se hubiese divertido con mi proceder, a buen seguro, habría sido mi padre. Y, sin embargo, así es cómo había llegado a sentir en mis relaciones con los animales que se convirtieron en mis amigos, y también con los que aún no lo eran, pero con el tiempo podían llegar a serlo”.

Nuestra palabra mágica de hoy es amigos. Lo dice, como leemos en la contracubierta del libro de la editorial Noguer, Karana, “que así se llamaba la muchacha india que pasó dieciocho largos años viviendo en completa soledad”.

Si piensas un poco, seguro que en la literatura, en el cine o en la televisión, recordarás un montón de personajes que fueron o son amigos muy famosos. Ahí están Epi y Blas, Batman y Robin, Tom y Jerry, Mortadelo y Filemón…

Cuentame

Seguro que para ti, también la amistad es algo fundamental. Podrías contarnos qué esperas de las amigas y de los amigos. ¿Qué es lo que más valoras en la amistad? ¿Cuándo y con quién empezaste a sentir que había nacido la amistad? ¿Cuáles han sido los momentos más felices en tu relación de amistad? ¿Lo recuerdas?

Si tuvieras que empezar ahora una amistad verdadera con alguien, qué es lo que buscarías, entre toda la gente que conoces. ¿Crees que es lo mismo la familia que los amigos o amigas o son cosas totalmente diferentes? ¿Qué ha sido lo más importante que ha hecho por ti un amigo o una miga? ¿Y tú por ella o por él?

Autor

Scott O’Dell nació en Los Ángeles, California (USA) , el  23 de mayo de 1898 y falleció en Mount Kisco, Nueva York (USA),  el 15 de octubre de 1989. Estudió en varias universidades. Realizó diversos trabajos, especialmente en el mundo del cine y periodismo. Como escritor, destacó con sus libros de aventuras  destinados a los jóvenes.

Recibió numerosos premios entre ellos  el Premio Hans Christian Andersen.
Nuestro observatorio

En la siguiente página se puede ampliar algunos datos sobre Scott O’Dell.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor  tomada de  Canal Lector.

Mil grullas (Segunda parte). Elsa Bornemann. Editorial Anaya (Recomendado: 11-14 años)

23 Abr

nosomosirrompanaya

Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima. Naomi se ajusta el obi (4) de su kimono (5) y recuerda a su amigo: -¿Qué estará haciendo ahora?
“Ahora”, Toshiro pesca en la isla mientras se pregunta: -¿Qué estará haciendo Naomi?
En el mismo momento, un avión enemigo sobrevuela el cielo de Hiroshima.
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad.
En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez.
Dos viejos trenzan bambúes por última vez.
Una docena de chicos canturrea: Donguri-Koro Koro-Donguri Ko…(6) por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez.
Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos recados.
Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río.
Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos, desaparecen edificios, árboles, calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya, ninguno de los supervivientes podrá volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.
En diciembre logró Toshiro averiguar dónde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios!
Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima. Como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera instalado dentro de ellos, en su misma sangre.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana.
El invierno se insinuaba ya, en el aire y el muchacho no sabía si era el frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Con los ojos abiertos y la mirada inmóvil. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.
Sobre su mesilla, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
-Voy a morirme, Toshiro… -susurró, cuando su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama. –Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta…
Mil grullas o Semba-Tsuru (7), como se dice en japonés.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesilla. Sólo veinte. Después las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
-Te vas a curar, Naomi –le dijo entonces, pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporalmente) entendieron aquella noche el porqué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que, hasta ese día, había habido allí.
Hojas de periódico, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían guardar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho.
La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.
Y así, en el silencio y oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó, primero, novecientos ochenta cuadraditos y, luego, los pegó, uno por uno, hasta completar las mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho. Ya amanecía. El muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel. Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las colocó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra.
Con los dedos heridos y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki (8) y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por primera vez, tomó, sin pedir permiso, la bicicleta de sus primos.
No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.
Prohibidas las visitas a esta hora –le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su pecho. Por favor…
Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparente impasibilidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió entrar: -Pero cinco minutos ¿eh?
Naomi dormía. Tratando de no hacer ruido, Toshiro puso una silla sobre la mesita y luego se subió.
Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el techo. Pero lo alcanzó. Y en un momento estaban las mil grullas pendiendo (9) del mismo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.
Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando.
Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.
-Son hermosas, Toshi-chan …(10) Gracias…
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas –y el muchacho abandonó la sala sin volverse.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera dejó entrar, al entreabrir, por unos instantes, la ventana.
Los ojos de Naomi seguían sonriendo.
La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer al horror instalado en su sangre?

FEBRERO de 1976
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Como es serio y poco comunicativo, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se juntan algunas grullas de origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo.
Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de la máquina de calcular.
rullas surgidas de servilletitas con impresos de los más sofisticados restaurantes…
Grullas y más grullas.
Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa.
-Algún día completará las mil… -cuchichean entre risas-. ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospecha la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.

(4) Obi: faja que acompaña al kimono.
(5) Kimono: vestimenta tradicional japonesa, de amplias mangas, larga hasta los pies y que se cruza por delante, sujetándose con una especie de faja llamada obi.
(6) Donguri-Koro: verso de una popular canción infantil japonesa.
(7) Semba-Tsuru: mil grullas. Una creencia popular japonesa asegura que haciendo mil de esas aves –según enseña a realizarlo el origami (nombre del sistema de plegado de papel)- se logra alcanzar larga vida y felicidad.
(8)Furoshiki: tela rectangular que se usa para formar una bolsa, atándola por sus cuatro puntas después de colocar el contenido.
(9) Pendiendo: colgando.
(10) Toshi-chan: diminutivo de Toshiro.

Elsa Bonermann. No somos irrompibles. Editorial Anaya

Propuestas para mediadoras y para mediadores.
Texto

El texto de hoy, Mil grullas, que has leído en dos partes, es tan triste como lo que siempre es una guerra. Se trata del lanzamiento de la primera bomba atómica. El arma más destructora que ha creado el ser humano.

Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ataques ordenados por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio de Japón. Se efectuaron el 6 y el 9 de agosto de 1945, y pusieron el punto final a la Segunda Guerra Mundial. El arma nuclear Little Boy fue soltada sobre Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945, seguida por la detonación de la bomba Fat Man, el jueves 9 de agosto, sobre Nagasaki. Hasta la fecha, estos bombardeos constituyen los únicos ataques nucleares de la historia.

Nuestra autora no renuncia a contar, en ese escenario terrible de las bombas, una maravillosa historia de amor. Naomi y Toshiro vieron rota esa historia por la espantosa bomba. Estaban muy enamorados. Empezaban una vida en un mundo, donde eran nuevos. Ese mundo no había existido antes para ellos. ¿Qué podían esperar de la vida que empezaban ahora? Lo que pensábamos todos cuando éramos pequeños. ¡Qué bien que ya conozco todo lo que me rodea! Juegos, palabras, paisajes, personas… Y una, sobre todo, con quien era feliz. No se podía pedir más. Era fantástico. Pero pasó lo peor que podía haber pasado. Su vida acabó no en un final feliz, que es lo que a todas y a todos nos habría gustado. No fue así. La verdad es la que cuenta Elsa Bornemann. Toda la vida de tantos cientos, miles de personas acabó aquel fatídico día. Ese que no dependía de unos militares que iban en los aviones. Porque sólo cumplían las órdenes de quienes mandaban. Aquellos tripulantes de los aviones, desde donde se lanzaron las bombas, quizá tampoco pudieron dormir ni si quiera vivir, pensando en lo que habían hecho. Habían acabado con tantos miles de seres humanos.

Elsa Bornemann, con este libro, quiere decirnos a qué conduce la guerra. Pensemos en todo aquello que podamos hacer, para que siempre exista la paz. Trabajemos por ella. Viajemos con las mil grullas.
En la última, cómo hacer una grulla de papel.

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es ojos. Sí, después del espanto, del horror y la infinita tristeza, en aquel hospital donde estaba Naomi, que sabía que iba a morir (murió al día siguiente), algo sonreía en la niña: sus ojos. “Los ojos de Naomi seguían sonriendo”.

Quizá fueran aquellos ojos los que conservó, en su mente y en su corazón, Toshiro Ueda, durante toda su vida. Estaba lejos de Japón. Siguió haciendo grullas y más grullas. Siempre hacia esas mil, que colocará en su despacho, mientras su amor sigue vivo, recordando el primero. El de su amada Naomi.

Cuentame
Hemos tenido la inmensa fortuna de no vivir una guerra. ¿Conoces a alguien que haya tenido que sufrir esa experiencia? Por desgracia, en el mundo en que vivimos siguen existiendo las luchas entre seres humanos. En la siguiente página, verás cómo los humanos seguimos luchando. Sin parar. Sin tregua.

Podría ser útil e interesante que, de los periódicos que lees, de los que compramos en papel, en el quiosco o de los que leemos en internet, te hagas un archivo, con las guerras, conflictos bélicos que hay en el momento en que escribes. Si preguntas a alguien mayor que viva en tu casa o que conozcas (por amistades, de las vacaciones, familias de compañeras y compañeros, etc.) podrás saber lo que significa vivir en paz o en una guerra. Hagamos todo lo que esté dentro de nuestras posibilidades, para asegurar la paz, para siempre. Cuéntanos tus acciones.
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Elsa Bonermann
Nació el 20 de febrero de 1952, en el barrio de Parque de los Patricios, en Buenos Aires (Argentina) y murió el 24 de mayo de 2013 en la misma ciudad.
Escritora vocacional pues ya desde pequeña tenía claro que quería serlo. Licenciada en Letras. Su literatura aunó inteligencia y audacia, aportando una fantasía sin límites, en historias de amor, de miedo o de terror. Escribió cuentos irreverentes, políticamente incorrectos para la época.  Ha recibido varios premios.

Nuestro observatorio

Se pueden consultar más datos biográficos sobre la autora en Imaginaria.

Bibliografía

Ofrecemos, a continuación, una relación de libros tomada también de la página web de Imaginaria.
Otro texto de la autora en Los Fundamentales de Canal Lector, La del once «jota»

Los Cuadernos de Preguntas. Textos 11-14 años (Época 2)

29 Ene

Los Fundamentales de Canal Lector presenta como actividad complementaria a los 36 textos publicados de la época segunda, unos Cuadernos de preguntas sobre las lecturas ya realizadas. Al final de cada Cuaderno se encuentran las soluciones.

1 El cuarto planetaAntoine de Saint Exupéry
El libro del que hemos tomado este texto es El principito, editado por Alianza. Aprovechamos el título de este libro y echamos una ojeada a los diminutivos, como principito. Sabes que indican tamaño pequeño, cariño, juventud, etc. Si ves la página siguiente, la de esas figuras que nos van indicando de forma muy gráfica y ordenada lo que sabemos, verás lo que dice de los diminutivos y, también, de los aumentativos. Algunas palabras, que a lo mejor no conoces, pertenecen al español que se habla en América. Pero verás que lo entiendes inmediatamente.

Ahora te toca a ti conseguir un buen número de puntos, si haces algo muy fácil. Escribe los diminutivos y los aumentativos de las siguientes palabras. Si tienes alguna duda de su escritura, ya sabes que un gran diccionario es el de la Real Academia Española

Te diremos, como truco de la lengua española, que algunas palabras que tienen sólo una sílaba (monosílabas) hacen el diminutivo con la terminación –ecito / –ecita; –ecico / -ecica; -ecillo /-ecilla. Y ahora, tu turno:

Palabra                     Diminutivo

Pueblo                       ————

Pan                            ————

Pie                             ————

Flor                           ————

Mes                           ————

Si consigues los diminutivos de las cinco palabras, ¡enhorabuena! Sumas 10 puntos. Cada palabra tiene un valor de 2 puntos.

2  CincoErik Orsenna.
El libro del que hemos tomado este texto es La isla de las palabras, editado por Salamandra. ¿Vas alguna vez al mercado? ¿Te gusta ver cosas ricas para comer? Pues hoy no te hace falta ir al mercado, porque lo tienes aquí, en el ordenador. Ya imaginamos que te gusta más ir allí, al mercado, porque así sales, caminas, charlas, te encuentras con gente conocida y, a lo mejor, hasta consigues que esté barato lo que te apetece muchísimo. En las siguientes páginas, encontrarás lugares y mercados de España. Si echas un vistazo, a lo mejor ni te hace falta ir al señor Enrique, ni a Diosdado, ni a María Luisa, porque lo resuelves tú.

La cuestión es que tienes que montar varios puestos en el mercado. Sí. Los llevarás tú, con la ayuda de compañeras o compañeros, para que te echen una mano. Alguien que se entienda muy bien contigo y así logréis todo lo necesario para poner los puestos. Pon los alimentos, los nombres de cada uno, el precio por un kilo y lo que consideréis importante. El mercado se puede llamar Mercado de los colores. Tenéis que nombrar una serie de alimentos y sacarlos a exponer. ¡Atención!, porque esta fase es la más importante de la prueba. Los colores son: amarillo, azul, plata, verde, rosado, anaranjado, morado, tierra.

Escribe ocho alimentos de distintos colores. Si lo consigues, obtendrás una buena puntuación. Nada menos que ¡15 puntos!

Mischa. Per Olov Enquist.
El libro del que hemos tomado este texto es La montaña de las tres cuevas, editado por Siruela. Empezaremos, haciéndote unas primeras preguntas, para poder situarnos: ¿has ido, alguna vez, a un lugar parecido al que encontramos en el texto? ¿Y a algún lugar, como una cueva, un sitio que te pareció mágico y que casi nadie conoce? ¿Con quién podrías ir a algún lugar desconocido en tu localidad, en tu Comunidad, en tu lugar de vacaciones? Y ahora: ¿tienes algún animal de compañía: un perro, un gato, un lagarto, un hámster o algún otro? Te proponemos una visita a algún lugar de España, como los que puedes ver en estas páginas. Imagina que llevas, para protegerte, sobre todo, a un animal contigo. Dinos cuál elegirías y cómo lo llamarías. Antes de tomar una decisión, analiza esta página.

Y ahora, la emoción. Vamos a ver adónde podemos ir. No olvides el título del libro donde está este texto que has leído: La montaña de las tres cuevas. Así que tenemos tres lugares donde podemos ir, con la imaginación, en esta página que vas a ver.

Mucha suerte. Hay un premio de 9 puntos. ¡9 fantásticos puntos!

La del once “jota . Elsa Bornemann
Pertenece al libro ¡Socorro! y está editado por Alfaguara.
Hoy vamos a realizar un proyecto de investigación. A ver qué tal estás de detective. Es un entrenamiento para conseguir, luego, asuntos más complicados, como el que vas a ver, si dispones de un utensilio muy importante: las gafas especiales. Para conseguir un buen resultado, empieza ahora por algo fácil. Has visto que aparecen guiones en –la más pequeña de los hermanos-. ¿Para qué crees que sirven? Elige la respuesta correcta:

  • Para llenar la línea con más palabras.
  • Para explicar a la lectora o al lector quién era Lilibeth.
  • Para saber qué era el once J.

Y también sabes que hay un signo más grande que el guión. Es el que llamamos raya (). Se usa en los diálogos de los personajes que intervienen en una narración. Cada vez que habla un personaje, se coloca la raya.

Y ahora, lo prometido. Si sabes de alguien que te preste unas Gafas en 3D (o a lo mejor las tienes tú), conseguirás ver lo inimaginable. ¡Suerte y disfruta!

¿Sabes el nombre de dos animales prehistóricos? En la red puedes encontrarlos, seguro.

Hay en juego 5 puntos  que pueden ser para ti.

5 TistúMaurice Druon.
El libro del que hemos tomado este texto es Tistú el de los pulgares verdes, publicado por la editorial Juventud.
En todo este texto, aparecen, en distintos lugares, unas letras que tienen un mayor tamaño que las demás. Son las letras que denominamos Mayúsculas. Vamos a dar, contigo, un repaso al uso de las letras mayúsculas. El trabajo de hoy es bastante fácil, porque sólo tienes que contestar verdadero o falso. Si consigues más de siete aciertos, ¡enhorabuena! Ganarás 8 puntos, que subirán a tu marcador.

1 Se escribe mayúscula la primera letra de los nombres propios de persona.  V  F
2 Se escriben con mayúscula la primera letra de los apellidos de las personas. V  F
3 Se escriben con mayúscula la primera letra de los nombres de los cuatro puntos cardinales. V  F
4 Se escriben con mayúscula los nombres de cosas muy pequeñas. V  F
5 Se escriben con mayúsculas todas las letras de los carteles de aviso: PROHIBIDO FUMAR. V  F
6 Se escribe con mayúscula la primera letra después de un signo de admiración (¡!) o de interrogación (¿?) V F
7 Se escribe con mayúscula la primera letra de los signos del Zodiaco. V  F
8 Todas las mayúsculas llevan tilde (acento gráfico), cuando se usan obligatoriamente: África, Álvaro, Úrsula, Ángel, etc. V  F

6 Era un niño que soñaba. Antonio Machado.
El poema está tomado de las Obras completas, publicado por la editorial Aguilar. Puedes oírlo cantado por Paco Ibañez en la siguiente página.
El gran poeta, que nos cuenta aquel sueño que tuvo, lo hace en una poesía. Cada uno de los versos de la poesía tiene ocho sílabas. Cuéntalas, para comprobarlo. A lo mejor, en algunos te salen más. Te damos un truco para contarlas: cuando una palabra termina en vocal y la siguiente también empieza por vocal, se cuenta una sola sílaba. Ponemos el ejemplo del primer verso:

Era un niño que soñaba.
Si las contamos, sin saber que es un verso, nos salen 9 sílabas. Pero como es un verso, contamos así:
E-raun-ni-ño-que-so-ña-ba  (1     2   3   4   5   6   7   8)
Ves que la sílaba 2 resulta de unir la sílaba ra con la sílaba un. Y entonces es raun. Prueba a decirlo en alto.

Vamos a probar con otro verso, a ver si nos salen también 8 sílabas:
¡Ahora no te escaparás!
Así son 9 sílabas. Pero si hacemos el truco de antes, uniendo dos vocales en una sílaba, nos salen:
A-ho-ra-no-tes-ca-pa-rás (1   2   3   4   5   6   7   8)
Hemos unido la sílaba te con la siguiente, es, porque acaban y empiezan por la misma vocal. Y por eso suena una sola sílaba: tes. Como has visto, el verso también tiene 8 sílabas.

Y ahora, el más difícil todavía. Pero está en juego, eso sí, el mayor premio que se puede obtener en los fundamentales: 25 puntos. Sí, 25. Podemos contar con que el maravilloso profesor que fue Don Antonio Machado nos permitiría, si queremos usarlos, algún verso de su poesía. Hay veintiocho versos. Elegimos estos dos:

Con un caballito blanco el niño volvió a soñar

Y los transformamos en estos dos versos:
Con una nieve muy fría
la niña salió a jugar.

O en estos otros dos:

Con unas olas muy grandes
el niño se puso a nadar.

(Lógicamente, no entraremos en la explicación de que los versos con palabra aguda, métricamente hacen una sílaba más. Al igual que conceptos como sinalefa u otros de la métrica española. Es sólo un juego de vocabulario y acercamiento a los versos de un poema. Creemos que esta preciosa poesía puede dar mucho de sí, comentando lo que interese más (por la clase, por acontecimientos cercanos a la sociedad, por ilusiones comentadas, por tantas cosas).

Escribe ahora dos versos creados por ti. ¡Mucha suerte!

7 Tor-4. José Antonio del Cañizo.
Pertenece este texto al libro Las cosas del abuelo publicado en la editorial Noguer.
¿Estás preparada o preparado para hacer un viaje? Espera. No tomes todavía la decisión. Vamos a ir a un lugar extraño, para nosotros. Es un lugar donde viven unas máquinas. Que provocan algo terrible, a quien vive con ellos: Aburrimiento. Todo era uniforme, invariable, igual. No se podía contar con algo que les distrajera, que les divirtiera. ¿Crees que te encontrarías bien, a gusto con todos esos vecinos tan perfectos? ¿O estás más de acuerdo con la postura de Torcuato y de su hijo Pepe?

Hoy tienes tres posibilidades. Las vemos ahora, en tu ordenador. Con las opciones primera y segunda, lo único que tienes que hacer es escoger los nombres de las plantas que más te han gustado o que has elegido porque quieres, porque las conoces o porque te recuerdan algo.

La tercera posibilidad la dejamos para amantes de la robótica, que es según el diccionario de la RAE: “Técnica que aplica la informática al diseño y empleo de aparatos que, en sustitución de personas, realizan operaciones o trabajos, por lo general en instalaciones industriales”.

Pues bien. Tuya es la palabra.

Ya te garantizamos que la prueba vale la fabulosa cantidad de 20 puntos. Hasta pronto.

8 El sol y el viento. León Tolstoi
El texto está publicado en Fábulas de la editorial Gadir.
Viento y sol, son dos fuerzas de la naturaleza que, cuando alcanzan todo su poder, difícilmente pueden los seres humanos controlarlas. Por eso, en la fábula del escritor ruso Tolstoi, los dos protagonistas que aparecen en el título comienzan una durísima batalla.

Aquí tenemos el sol abrasador del desierto.
En la siguiente página, el otro protagonista que discutía: el viento terrible con su fuerza:

Para llegar al final de esta fábula vamos a ver una página que nos presenta una historia con moraleja. Ya sabes: la enseñanza que encontramos al final de las fábulas.

Y ahora te toca a ti, después de todas estas informaciones, decir cuál de estas tres definiciones es la de fábula.

1 Una fábula es un libro que no tiene nunca final. Es el que queramos las lectoras y los lectores.
2 Fábula es un relato ficticio, en prosa o en verso, que tiene una intención de enseñar. Esa enseñanza es lo que leemos en la moraleja final.
3 Fábula es una poesía que tiene unos versos larguísimos, de más de cincuenta sílabas cada uno.

Como es casi seguro que aciertes, vas a conseguir 11 puntos. Suerte con el 11. ¡Hasta pronto!

9 Por qué las caracolas se parecen a los sueños.Victoria Pérez Escrivá
Es una lectura que pertenece al libro ¿Por qué nos preguntamos cosas?, editado por Thule.
Vamos a seguir preguntando cosas. Esta vez no es una pregunta a nosotros mismos o a nosotras mismas. Son preguntas que hacemos otros, para que tú las respondas.
Vas a leer ahora una serie de frases que tienen, al final, dos letras. Una V y una F. Significan verdadero (V) y falso (F). Si consigues tres respuestas correctas, obtendrás la estupenda cantidad de 12 puntos. Podrás agregarlos a tu cuenta personal, que ya contiene, casi seguro, los puntos necesarios para que logres un premio.

1 Los signos de interrogación son dos: al principio de la frase (¿) y al final de la frase (?). Por ejemplo: ¿vas a venir con nosotras? La colocación es correcta: V  F
2 Detrás de los signos de interrogación ? y de admiración !, nunca se coloca un punto. V  F
3 Si escribimos varias preguntas que llevan interrogación, como por ejemplo: ¿Por dónde vamos? ¿Estáis seguros? ¿No os parece que es muy difícil? Cada interrogación se iniciará con mayúscula. V F
4 Cuando se escriben sólo dos líneas, no se hacen preguntas ni exclamaciones. V F

Que tengas mucha suerte y ¡hasta pronto!

10 ¿Lo conseguirás? Carlos Borrego Iglesias
El texto pertenece al libro 114 Enigmas para el 2014 y está editado por Montena.
Has conseguido, seguro, encontrar la palabra escondida, saber la cantidad de loros que hay y las jaulas que se necesitan. Y descubrir, también, cómo es posible que al conductor de un camión se le ocurra circular por dirección prohibida. Correcto. Todo eso ya lo has logrado. Una gran interrogante que puedes llegar a descubrir. Mucha gente se ha formulado una pregunta muy fácil de responder, si se tienen los datos oportunos. Grandes estudiosas y estudiosos del tema han llegado a una conclusión: el español es, con el japonés, el idioma más rápido del mundo. Aquí puedes ver los resultados de un estudio que se ha elaborado en Francia. Esta es la presentación.

Y ahora, para conseguir ¡14 puntos!, sí 14, solo tienes que señalar cuál es la definición correcta de la palabra enigma.

  1. Persona que está en un lugar llamado igma.
  2. Dicho o cosa que no se alcanza a comprender, o que difícilmente puede entenderse o interpretarse.
  3. Palabra que se dice temblando, con mucho miedo.

Soluciones del Cuaderno de Preguntas 11-14 años
1 Las respuestas correctas son: Pueblito/Panecillo/Piececito/Florecita/Mesecito
5 Las respuestas correctas son: 1-V/2-V/3-V/4-F/5V/6-V/7-V/8-V
8 La respuesta correcta es la número 2
9 Las respuestas correctas son: 1-V/2-V/3-V/4-F
10 La respuesta correcta es la número 2

Inventos. Jürg Schubiger. Editorial Anaya (Recomendado:9-11 años)

26 Nov

cuandoelmundoerajoven

Cuando el primer hombre llegó al mundo, lo encontró vacío. Fue paseando hasta que se cansó.
“Falta algo –pensó-. Una cosa de cuatro patas para sentarse.”
E inventó la silla. Se sentó y miró a la lejanía.
Wonderful. Maravilloso.
“Pero no del todo. Falta algo –pensó-. Una cosa cuadrada, para estirar las piernas debajo y apoyar los codos encima.”
E inventó la mesa. Puso las piernas debajo, apoyó los codos encima y miró a la lejanía.
Wonderful.
Pero de la lejanía iba llegando un viento, y con él se acercaban unas nubes oscuras.
Empezó a llover.
“No tan Wonderful. Falta algo, una cosa con una cosa encima que le proteja a uno del viento y del agua.”
E inventó la casa. Cogió la silla y la mesa, las llevó dentro, estiró las piernas, apoyó los codos sobre la mesa y miró la lluvia a través de la ventana.
Wonderful.
Bajo la lluvia vio entonces otro hombre. Llegó a la casa.
-¿Puedo meterme debajo? –preguntó el otro hombre.
-Please –dijo el primero-. Por favor.
Le enseñó lo que había inventado: la silla para sentarse, la mesa para las piernas y los codos, la casa con cuatro paredes y techo para protegerse del viento y del agua, la puerta para entrar, la ventana para mirar al exterior.
Cuando el otro hombre hubo visto, aprobado y elogiado todos los inventos, el primero preguntó:
-¿Y usted, querido vecino?
El otro permaneció en silencio. No se atrevía a decir que él había inventado el viento y la lluvia.

Jürg Schubiger. Cuando el mundo era joven todavía. Editorial Anaya

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

Ya has leído lo que se encontró el primer hombre (o mujer, naturalmente), cuando llegó al mundo. Como estaba vacío, tuvo que ir inventando cosas según las iba necesitando.

Una silla. Una mesa. Era Wonderful, es decir, maravilloso, fantástico. Pero hubo algo, el viento que empezó a soplar y la lluvia que empezó a caer, cuando la situación no era “tan wonderful”. Había que inventar algo, para protegerse. Y lo consiguió. Inventó la casa. Todos eran inventos fantásticos de ese primer habitante del mundo.

Lo que sí sabemos, también, es que el otro hombre que llegó no se atrevió a decirle, al primer hombre, que él había inventado el viento y la lluvia. Justo lo que al primer hombre no le gustaba y que por eso inventó casi todo.

Bueno. Pues ahora vas a pensar que te ha tocado a ti ser el primer hombre, o la primera mujer, que va a inventar algo. Hay cosas en el mundo que te gustan mucho y, otras, que te gustan menos. Escribe las cosas que te gustaría inventar. ¿Será un libro, por ejemplo, que todavía no se ha escrito? ¿Será un ordenador especial, que hace todo lo que tú piensas? ¿Será una clase en la que, según entras, ya te sabes todo lo que te toca estudiar? ¿Será un medio de transporte particular, hecho solamente para ti, con el que puedas llegar donde quieras? ¿Será una moneda mágica, que se repite tantas veces, como la gente que la necesita? ¿Tendrá algo que ver con tu familia?

Es tu momento. Piensa en cosas que hay en el mundo y las que tú inventarías. Cuéntanoslo. A lo mejor, el mundo entero dice: ¡Wonderful! ¡Maravilloso!
Palabra magica
Hoy la palabra mágica es inventar. Seguro que conoces esta canción, de Queen and Freddy Mercury.

La canción dice: It’s kind of magic (Es una especie de magia). Y eso es lo que hacemos, como tú ya sabes, en este apartado. No utilizamos varita mágica, ni un anillo especial, ni un lápiz mágico, ni nada de eso. Sólo usamos algo que no nos va a faltar nunca: ¡la Palabra!

En la columna de la derecha, encontrarás nombres de cosas ya inventadas. En la de la izquierda, unos nombres de inventores. Únelas correctamente.  Si tienes alguna duda, utiliza la Red. Internet te lo puede resolver.

INVENTORAS O INVENTORES             INVENTOS

1. Juan de la Cierva, en 1923 A. La bombilla
2. Karl Benz, en 1886 B. El chicle
3. Thomas Adams, en 1869 C. El coche
4. Thomas Alva Edison, en 1880 D. El helicóptero

(Solución: 1-D; 2-C; 3B; 4-A)

Y como nuestra palabra mágica hoy es inventar, puedes consultar la siguiente dirección. Son inventos que, cambiaron el mundo.

http://borjatercero.blogspot.com.es/

Cuentame

Hemos visto, en esta lectura, muchas cosas sobre los inventos y sobre los inventores o inventoras que ha habido desde los orígenes del mundo. Y ahora te toca a ti. Sabemos que no es fácil decidirse por el invento que te resulta el mejor. El más práctico para tu vida. El más barato que se puede adquirir en el mercado. El que le gusta a todo el mundo que uses. El de uso más sencillo. ¿Con cuál te quedarías siempre, si parece que se va aproximando un fin del mundo? Aunque el planeta Tierra desapareciera, podrías ir a otro, que todavía no se conoce, pero te dan la oportunidad de llevar aquello de lo que no te desprenderías nunca. ¿Lo sabrías elegir? Tienes que pensar, eso sí, que en la nave espacial, que te servirá para el viaje, no cabe todo lo que te gustaría. Hay un espacio muy limitado, porque sólo caben, en este primer viaje, quince personas. ¿A quiénes elegirías, para que estuvieran contigo? ¿Por qué esas y no otras?

Sí tienes que saber, porque es la suerte del sorteo mundial que se ha celebrado, que te ha tocado a ti. No puede subir toda la Humanidad. Es una pena, pero las reglas mundiales son así.
Puedes enviar tus decisiones a un correo electrónico y, quien lo reciba, intentará ayudarte en el jurado. Creemos que por probar no pasa nada.
No podemos asegurar resultados a ningún habitante del planeta. Lo que sí es condición incuestionable es mandar el correo, con tu nombre y edad.
Nos despedimos deseándote lo mejor. ¡Mucha suerte!

Autor
Jürg Schubiger
Nació el 14 de octubre de 1936 en Zúrich (Suiza) y murió en la misma ciudad el 15 de septiembre de 2014.
Realizó numerosos trabajos en varios países antes de dedicarse a escribir. En los años sesenta del siglo pasado estudió filología germánica, psicología y filosofía en la universidad de Zúrich.  Desde esos años se dedicó a la literatura donde plasmó muy bien sus inquietudes.  Recibió el Premio Hans Christian Andersen 2008.

Nuestro observatorio
Más datos biográficos y discurso de entrega del premio Hans Cristian Andersen en Imaginaria.

Bibliografía

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor  tomada de Canal Lector.

Reunión de ratones. Popular. Editorial Imaginarium (Recomendado: 9-11 años)

22 Oct

quien-pone-cascabel-al-gato-ebook-ninos-pdf_63380_3

Un día, una comunidad de ratones estaba más que harta, porque había un gato enorme y tragaldabas, que los perseguía sin piedad hasta donde fueran. No había manera de escapar de aquel terrible enemigo. Cualquier lugar donde pudieran esconderse esos animales tan pequeños y escurridizos, lo conocía el terrible gato. Y a por ellos iba. Su crueldad y ganas de zampar ratones eran ya conocidas en todo el país ratonero. Sí, todos lo sabían.
Pero había que encontrar una solución para poder vivir. Por eso, el anciano ratón “Mil Años”, que así lo llamaban, pensó que lo que mejor podían hacer era reunirse en asamblea ratonera, a la que era muy importante acudir. Todos podrían, allí, expresar lo que les sucedía y lo que pensaban que podrían hacer.
Y así se hizo. En la cueva más profunda, que sólo “Mil Años” conocía, se reunieron más de quinientos ratones, para expresar sus opiniones.
“Mil Años” se subió a una piedra muy alta, que había en aquel lugar, dio dos palmadas lo más fuerte que pudo y empezó a hablar:
-¡Silencio!, ¡silencio! Quiero que todos los que aquí estáis, en orden, expliquéis qué os está pasando con ese gato canalla, que nos hace la vida imposible.
Todos los ratones empezaron a decirse, unos a otros, ¡sí, sí! Tiene razón «Mil Años».
-Mientras no sepamos cuándo va a llegar el gato asesino a acabar con nosotros, no tenemos nada que hacer. Somos débiles y pequeños y él es fuerte y grande. Nunca podremos luchar contra él –dijo Ratonín, un ratón listo que pensaba mucho.
En la asamblea de los ratones, todos se pusieron tristes y se oyó un ¡oooohhhh! Parecía que no iban a encontrar una buena solución, para librarse del horrible gato.
Él llegaba sigiloso, sin hacer ningún ruido y, entonces, de un salto, daba un zarpazo al primer ratón que estaba allí, despistado. Luego, se lo zampaba y a buscar otro.
-Bueno –dijo “Mil Años”. He pensado y pensado, mucho, muchísimo. Creo que lo más importante es enterarnos de cuándo llega el odioso gato, para poder escapar al rincón más oculto que conozcamos. Ese al que nunca podrá llegar el terrible animal.
-¡Bieeeennn! -Gritaron todos los ratones.
Entonces, cuando acabaron de gritar, levantó la mano un ratón que estaba en la fila doce de los ratones. O sea, muy atrás. Casi no podía ver ni oír a “Mil Años”.
-A ver –dijo “Mil Años”. Allí veo una mano que pide la palabra. Escuchemos todos, en silencio, al compañero de la fila doce.
-Es que yo pienso, compañeros, que el secreto para nosotros está en saber cuándo viene el maldito gato.
-¡Perfecto! –dijo “ Mil Años». Sí señor ratón de la fila doce. Fíjense ahora, todos los que están aquí, lo que tengo en la mano.
-¡A veeer! –dijeron todos.
-¿Qué es eso? –dijo un ratón de la reunión.
-Pues sí –dijo «Mil Años»-. Esto que veis aquí es un cascabel. Eso que llevan los humanos cuando son pequeñitos. Se lo ponen al niño o a la niña y así saben los mayores dónde está.
-¡Hala, qué guay! –dijo un ratón-. Ya lo entiendo. Si le ponemos un cascabel al gato, sabremos si viene o no a zamparse alguno.
-¡Exactamente! -dijo «Mil Años».
-¡Bien, bien! –gritaron todos, entusiasmados.
Pero una ratoncita vieja y muy delgada alzó la mano y preguntó:
-Y decidme, compañeros, ¿quién le pone el cascabel al gato?

Popular. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Editorial Imaginarium

Texto

Todos los ratones se reunieron en una cueva para decidir qué iban a poder hacer, para librarse del gato que se los comía. Allí estaba Mil Años, un sabio anciano, que iba a ayudar a toda la asamblea de ratones, para encontrar una solución. La cosa iba muy bien y todos parecía que estaban contentos, porque se iba a saber cuándo venía el gato y así, ellos se podrían esconder. Mil Años dijo que había que ponerle un cascabel al gato y así lo oirían. La cosa no terminó del todo, porque una viejecita, que sabía mucho, hizo una pregunta, para ver quién la respondía: “¿Quién le pone el cascabel al gato?”

No sabemos si salió algún valiente o alguna valiente ratona, que se arriesgaría a poner el cascabel al gato. La cosa no era nada fácil. Pero ¿tú crees que alguien le pondría el cascabel al gato? Si crees que sí, porque era algo muy importante, dinos tu opinión. Marca con una X lo que decidas:

NO. No le pondrán el cascabel al gato, porque era muy peligroso.
. Sí le pondrán el cascabel al gato, porque les iba la vida en hacerlo, para salvarse. Oirían el cascabel y se esconderían.
Ni SÍ ni NO, porque era una decisión demasiado difícil para ellos.

Aquí tienes, unas líneas más abajo,una dirección, con dibujos y audio relacionados con la fábula que has leído. Son para gente de menos edad que tú, pero resumen muy bien el pensamiento del texto. Si conoces a niñas o niños de menor edad que tú, puede que le guste esta págins. Seguro que te lo agradecerán.

Y como los ratones son animales que aparecen mucho en los cuentos, en la siguiente página tienes otra historia. Y también encontrarás la moraleja. O sea, la enseñanza que nos da esa historia.

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es solución. Ahora verás una serie de definiciones de palabras. Pero sólo una es la definición de la palabra solución. Delante hay unos números. Une los números con las definiciones:

1. No encontrar lo que buscamos. A. Solución
2. Final de algo en que teníamos dudas. B. Perder
3. Distintas opiniones sobre algo. C. Sigilo
4. Silencio que se hace con cuidado. D. Discusión

(Solución: 1 – b;  2 – a; 3 – d;  4 – c).

Cuentame

Una de las cosas que nos enseña este texto que has leído es la importancia que tiene la comunicación. Esta era entre ratones, pero vale, igualmente, para las personas. Si los ratones hubieran actuado, cada uno por su lado, sin ponerse de acuerdo en cómo actuar, probablemente el terrible gato grande y come-ratones habría ganado la partida. Por eso son tan importantes las asambleas. Sabes que una asamblea es una reunión numerosa de personas (en este caso eran ratones), para discutir determinadas cuestiones y tomar decisiones sobre ellas. En muchos casos, en vez de asamblea se llama reunión. Por ejemplo: reunión de vecinos, reunión de alumnas y alumnos, reunión de profesoras y profesores, reunión de directores de cine, etc.

Y tú, ¿has tenido alguna vez una reunión? ¿Con quién te reuniste? ¿Tomasteis alguna decisión importante, para vosotras y para vosotros? ¿Crees que las reuniones son buenas para hablar y decidir cosas que os afectan?

Puedes contarnos tu opinión sobre esa forma de actuar. ¿Crees que siempre es bueno hablar, aunque no todo el mundo esté de acuerdo? De lo contrario, puedes contarnos cómo crees que es mejor actuar, para tomar las decisiones importantes.

Autor

Ya sabes que, en los textos que proponemos, siempre viene, al principio, después del título de la lectura, un nombre. Es el de la autora o autor que lo han escrito. Pero hoy es diferente. No hay un nombre, sino una palabra: popular. ¿Te acuerdas de lo que significa esa palabra? Vamos a hacer un poco de memoria. Ya verás cómo la recuerdas. Hubo un texto en Los Fundamentales donde pusimos popular, en vez de un nombre de autora o autor fue: Yo tenía diez perritos. Te ponemos ahora, unos versos de esa poesía y ya verás cómo te los sabes:

Yo tenía diez perritos.
Uno se perdió en la nieve:
Solo me quedaron nueve.

De los nueve que tenía,
Uno se tragó un bizcocho:
No me quedan más que ocho.

Y así, con más versos, llegamos al último perro que tenía.

El perro que me quedaba
Se perdió detrás de un cerro.
Ya no tengo ningún perro.

Y hoy has leído la fábula que se llama Reunión de ratones. Te recordamos que una fábula es relato ficticio, es decir, que no ha sucedido en realidad, en prosa o verso, con intención de enseñar. Al final de las fábulas hay una moraleja, o sea, una enseñanza de cómo hacer bien las cosas. En una fábula pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados. Reunión de ratones es, también, un texto popular. Lo que quiere decir que es un texto que conoce el pueblo, la gente, durante años, muchísimos años. Eso es lo que significa que un texto es popular.

Bibliografía
Libros sobre ratones en Canal Lector