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La hormiguita cojita. Joaquín González Estrada. Ediciones de la Torre (Recomendado: 7-9 años)

17 Dic

poesianavidad

La hormiguita cojita
rota la patita,
sin poder andar,
la pobre hormiguita
se puso a llorar:

¡A ver cómo voy,
Cojita que estoy!…
La oyó el caracol:
“No llore señora
la llevaré yo…”

A ochenta por hora
pasó una tortuga:
“Suba, suba, suba…”
Pero un gorrión
la cogió en su pico

y se la llevó…
Así es como fue
la pobre hormiguita
cojita
volando a Belén.

Joaquín González Estrada. Poesía de Navidad para niños y jóvenes. Ediciones de la Torre

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

Poesía navideña, para lectoras y lectores pequeños, con esa sencillez que comentábamos. De mucho gusto infantil es ese diminutivo, tan pegado al tamaño como al afecto.

Poesía, por otro lado, perfectamente dramatizable, en las fechas a que hace referencia. Es un número de personajes limitado (la hormiguita, el caracol, la tortuga y el gorrión), pero perfectamente ampliable a un grupo de cada uno de ellos. El público, que también puede participar, apoyará, a su manera, los “actos” que se van produciendo en la poesía.

Ni que decir tiene que la llegada a Belén puede transformarse en una llegada apoteósica, con todos los elementos del clásico belén: el Niño, la Virgen, San José, el portal, el ángel, los pastores, y ese largo etcétera que podemos visitar en páginas como la siguiente o en esta otra.

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es llorar. La pobre hormiguita se puso a llorar. “No llore señora. La llevaré yo…”.
Pero ¿por qué lloraba la hormiguita? De las siguientes frases, señala con V (verdadera) y con F (falsa).

  1. La hormiguita lloraba de risa, porque le hizo muchas cosquillas el caracol. V/ F
  2. La hormiguita lloraba, porque tenía rota la patita y no podía andar. V/ F
  3. Al final, la hormiguita se arregló la patita y pudo correr, a toda velocidad. V/ F
  4. La hormiguita tuvo suerte. Un gorrión, pajarito amigo, la cogió en su pico y volando la llevó. A Belén, la hormiguita, por fin llegó.  V / F

(Solución: las respuestas verdaderas son las números 2 y 4 y las respuestas falsas son las números 1 y 3.)

Cuentame

Ya has visto cuántas cosas contamos sobre una poesía como la de La hormiguita cojita. A lo mejor no estás en Navidad ahora. Pero lo que nos gustaría es que hicieras un poco de memoria y nos contaras, si pones el belén, qué figuras y elementos de la Naturaleza usas. ¿Tienes el pesebre, donde nació Jesús? ¿Y la Virgen y san José? ¿Y los tres reyes magos, montados en sus camello? No sabemos y, si lo que te gusta es celebrar la Navidad con el Árbol, dinos cómo se adorna tu árbol. Una pregunta: ¿dónde has conseguido el árbol? Ya sabes que lo que ahora intentamos es proteger los árboles. A toda la Naturaleza. ¿Hay lugares, en tu localidad, que se dedican a la protección de la Naturaleza?

Además, hay montones de posibilidades de tener un árbol, sin cortar nada de la Naturaleza y, además, muchos adornos navideños. Si te conectas a esta página, vas a ver qué cantidad de cosas. Elige las que te resulten más fáciles. Seguro que podrás.

Autor

Joaquín González Estrada

Nació en 1921 en Puente Genil (Córdoba, España)  y falleció en 1990 en Madrid (España).
Estudió en Cádiz las carreras de Magisterio y Comercio. Ejerció como maestro. Vivió en Madrid donde trabajó en varias empresas pero lo que más le gustaba era escribir. Publicó varios libros para niños y en todos prevalecía el deseo de lo sencillo y cercano.

Ya viene la vieja. Villancico popular (Recomendado: 7-9 años)

10 Dic

villancicos

Ya viene la vieja
con el aguinaldo,
le parece mucho
le viene quitando.

Pampanitos verdes,
hojas de limón,
la Virgen María,
Madre del Señor
.

Ya vienen los Reyes
por los arenales,
ya le traen al Niño
muy ricos pañales.

Pampanitos verdes,
hojas de limón,
la Virgen María,
Madre del Señor
.

Oro trae Melchor,
Incienso, Gaspar
y olorosa mirra
le trae Baltasar.

Pampanitos verdes,
hojas de limón,
la Virgen María,
Madre del Señor
.

Ya viene la vieja. Popular.

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

Una pregunta: ¿estás ahora en las vacaciones de Navidad? Bueno, no te preocupes. Si da la casualidad de que va a ser pronto o está siendo ahora la Navidad, ¡fantástico! Si no, no pasa nada. En la próxima, ya tienes aquí cosas para recordar: villancicos, canciones, actividades para pasarlo bien y mucho más.

Ahora, empezamos por el villancico que has leído. Aquí tienes su música: Ya viene la vieja.

Esta es una versión del villancico. Y esta es otra. A ver cuál prefieres:

Y espera, espera. Que hay más. Dinos, al final, después de oírlos, cuál es el que más te gusta.

Campana sobre campana

Pero mira cómo beben.

25 de diciembre fun, fun, fun.

Noche de paz.

Jingle bells.
Palabra magica
Hoy la palabra mágica es aguinaldo. ¿Sabes explicar qué es el aguinaldo? Ahora vas a leer varias definiciones. Seguro que consigues decir cuál es la verdadera.

1 Aguinaldo es una vasija que se usa para guardar los zumos de frutas.
2 Aguinaldo es un regalo que se da en la fiesta de Papá Noel (Santa Claus) o en Reyes Magos, o en Navidad. Depende de quién haga el regalo.
3 Aguinaldo es una figura del belén.

(Solución:  número 2.)

Cuentame

Hoy te va a resultar muy fácil lo que nos vas a contar. Consiste sólo en lo que te acuerdas de cómo se celebra, en tu casa, la Navidad. ¿Cuántos años tienes? ¿Te acuerdas de lo que hiciste el año pasado? ¿Es cada vez más divertida la Navidad? ¿Qué es lo más divertido? ¿Y lo más aburrido? Si te apetece, vamos a darnos un paseo por el mundo. Luego nos cuentas si te parece más bonito lo que se hace en otros países, o prefieres lo que se hace en tu ciudad, en tu pueblo, en tu barrio…etc.

Autor

Has visto que pone autor: popular. Eso significa que es un villancico que ha cantado el pueblo, la gente, durante años, muchísimos años. Y para comprobarlo, seguro que si les preguntas a los mayores que conozcas (puedes ir incluso a los abuelos o a los que recuerden ellos), se saben muchas de las cosas que vas a ver y a oír. Por eso decimos que un texto es popular. Es del pueblo, que somos todos.


Bibliografía

Libros sobre villancicos en Canal Lector

 

Cuento tonto de la brujita que no pudo sacar el carnet. Ángela Figuera Aymerich. Editorial Hiperión (Recomendado: 7-9 años)

29 Oct

cuentos tontos para ninos listos

Era una brujita
tan boba, tan boba,que no conseguía
manejar la escoba.

Todos le decían:
-Tienes que aprender
o no podrás nunca
sacar el carnet.

Ahora, bien lo sabes,
ya no hay quien circule,
por tierra o por aire,
sin un requisito
tan indispensable.

Si tú no lo tienes,
no podrás volar
pues ¡menudas multas
ibas a pagar!
¡Ea! no es difícil.
Todo es practicar.

Bueno… dijo ella
con resignación.
Agarró la escoba,
se salió al balcón,
miró a todos lados…
y arrancó el motor…
Pero era tan boba,
que, sin ton ni son,
de puro asustada,
dio un acelerón
y salió lanzada
contra un paredón.
Como no quería
darse un coscorrón,
frenó de repente…
y cayó en picado
dentro de una fuente:
se dio un remojón,
se hirió una rodilla
sus largas narices
se hicieron papilla
y, como la escoba
salió hecha puré,
pues, la pobrecilla,
además de chata
se quedó de a pie.

Ya no intentó nunca
sacar el carnet.
Se quitó de bruja
y se puso a hacer
labores de aguja.

Ángela Figuera Aymerich. Cuentos tontos para niños listos. Editorial Hiperión

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

¿Has oído alguna vez hablar de las brujas? ¿Has pensado cómo pueden ser, si es que existen? A lo mejor, cuando eras más pequeña o más pequeño, te daban un poco de miedo. Seguro que no querías ver una bruja ni en pintura. Y es que, si las brujas existen, cosa que nadie sabe, las hemos visto ¡horribles!, ¡terribles!, de esas que es mejor no verlas nunca. En la siguiente página, puedes ver brujas espantosas.

Lo que sí puedes, sin miedo, ver en la siguiente página, es a esa brujita de la que nos habla la poesía de Ángela Figuera. Esa brujita que era un poco boba. Era bastante tonta, si lo que quería es lo que te cuenta este video.

¡Pobre brujita! ¿Te imaginas que a ti te sucede una cosa parecida a la de la brujita? Lo que no creemos que necesites es un carné para manejar la escoba. Pero seguro que sí te pasan cosas que, después de pensarlas, te preguntas: ¿pero cómo me pasa esto a mí? Vamos a ir viendo lo que le sucede a la brujita.
Escribe Verdadero o Falso, V / F, según la poesía.

  1. La brujita ya sabe conducir la escoba. V/ F
  2. Para sacar el carnet de conducir tiene que aprender. V/ F
  3. Lo que no se puede, porque te cae una multa gorda, es conducir sin carnet. V/ F
  4. La brujita encendió el motor de la escoba. Arrancó, pero como no sabía, frenó de repente. V/ F
  5. Se iba a dar un coscorrón contra una pared. Frenó demasiado y cayó en picado. V/ F
  6. Menos mal que se cayó en un colchón. V/ F
  7. Para sacar el carnet había que tener un coche. V/ F
  8. Como se dio un morrón, dejó de ser bruja. Ya no quería el carnet. Hizo labores de aguja. Eso sí que lo sabía hacer. Era mejor coser. V/F

(Solución: 1-F; 2-V; 3-V; 4-F; 5-V; 6-F; 7-F; 8-V)

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es acelerón. Es decir, dar más fuerte al acelerador, de repente, para ir más deprisa.

Estamos acostumbradas y acostumbrados a oír y a leer cosas terribles que pasan en las carreteras. Lo dicen la radio, la televisión, internet, los periódicos y muchos medios de comunicación. Las campañas de vacaciones; los consejos para circular en las ciudades; las revisiones de nuestros medios de transporte (coche, moto, bicicleta, patines, etc.). Todo lo que se intenta hacer, para proteger nuestra vida y la de los que están con nosotros. Hoy, la magia de la palabra nos lleva a unas páginas muy importantes, para quienes utilizamos un medio de transporte.

Tu función ahora es conversar, con quienes nos llevan en un medio de transporte, si se cumplen las cosas que son importantes.

 Cuentame
Como es seguro que los adultos que te llevan y tú cumplís con todas las normas de circulación, podías llevarnos de viaje, con tus palabras, al lugar que más te ha gustado la última vez que has ido. ¿Está muy lejos de donde vives? ¿Por qué fuiste a ese lugar? ¿Qué tipo de transporte nos aconsejas que utilicemos? ¿Cuánto tiempo se tarda en llegar? Si se puede ir por carretera, ¿recuerdas qué carretera llevasteis?

Imagina que eres responsable de organizar el viaje. ¿A cuántas personas llamarías, para que fueran contigo? ¿Crees que es muy caro ese viaje? Es que nosotros no tenemos mucho dinero. Por eso, nos conviene que no sea un sitio muy caro. ¿Qué nos aconsejas que veamos allí? A lo mejor, también sabes qué cosas están riquísimas, para comer, en ese lugar. Puede que también sepas si hay buenos restaurantes, que no son muy caros, hoteles, campings, lugares donde pasar unos días divertidos y todo lo que se te ocurra para organizar nuestro viaje.

 vNq6
Ángela Figuera Aymerich

Nació el 30 de octubre de 1902 en Bilbao (España) y murió el 2 de abril de 1984 en Madrid (España).
Estudió Filosofía y Letras. Trabajó en la enseñanza pero no se la reconoció el título después de la guerra civil española. Años más tarde estuvo en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Se inició en la poesía dentro de una línea que puede considerarse heredera de Antonio Machado por su apego a lo cotidiano y paisajístico. Posteriormente, la influencia de Gabriel Celaya la llevó a la poesía social.
El nacimiento de sus nietos, Ana y Gabriel, le impulsó a escribir poesía infantil, género al que pertenecen sus dos últimos libros: Cuentos tontos para niños listos y Canciones para todo el año.

Nuestro observatorio
Más datos sobre la autora en las siguientes páginas: La Casa de los poetas y Guía de Lectura.

Bibliografía

Los dos libros escritos por la autora para el publico infantil fueron publicados en la editorial Hiperión.

 

La corteza del árbol (Segunda parte). Fernando Lalana. Editorial SM (Recomendado: 7-9 ños)

29 Jul

el_secreto_de_la_arboleda[1]

Hice como que me lo pensaba mucho, mientras me rascaba una oreja.
-No sé, no sé…
-¡Hala…!
-Está bien. Te lo voy a decir.
-¿De veras?
-De veras: El hada de la arboleda vive en un árbol.
-¿Un árbol? –dijo Marijuli con cara de incrédula.
-Por supuesto, no se trata de un árbol corriente sino de un árbol-casa.
-¿Un árbol-casa?
-Sí. O un árbol-vivienda, como prefieras.
Tras un momento de silencio, Marijuli dijo muy seria:
-Me parece que me estás metiendo una bola del tamaño de un autobús.
Lo dijo de tal modo que estuve a punto de confesar que sí, que todo era una trola. Pero me arriesgué a continuar un poquito más.
-Razona un poco, Marijuli –le dije, muy convincente-. ¿Dónde puede vivir un hada? ¿En un piso de alquiler? No. ¿Debajo del puente de piedra, como un vagabundo? No. ¿En una pensión? Tampoco. Sólo queda un lugar posible…
-Un… árbol-casa.
-¿Lo ves? Tú misma lo has dicho.
-Bueno, y… ¿Cuál de los dos mil y pico de árboles es el del hada?
-Seguro que lo conoces. ¿Sabes ese chopo gordo, gordo, que hay junto a la orilla, cerca del embarcadero?
-Sí.
-Pues ese.
-¿Ese?
-Ese.
-¡Vamos a verlo ahora mismo! Y como sea mentira, ya te puedes preparar.
Echó a correr tan deprisa que apenas podía yo seguirla. ¡Y eso que soy de los que más corren de mi clase!
Cuando llegamos me acerqué con decisión al tronco y lo golpeé con los nudillos, como si llamase a una puerta:
Toc, toc, toc.
Esperé un poco. Volví a llamar: Toc, toc, toc.
Esperé otro poco y me volví con cara triste hacia Marijuli:
-Lo siento, chica, parece que no está.
Ya te dije que de día es difícil encontrarla. Pero si volvemos esta noche, seguro que estará.
-Es que a mí no me dejan salir de noche.
-¿No? –yo ya lo sabía-. ¡Vaya! Ese sí que es un problema.
-Tal vez sí que está pero no te ha oído. Llama más fuerte.
Volví a llamar un rato largo:
-Toc, toc, toc… toc, toc, toc… toc, toc, toc.
Pero no me contestó nadie, claro. Apoyé la espalda en el tronco del árbol y miré con cara de resignación a Marijuli. La pobre estaba tan desilusionada que casi, casi, deseé que todo aquello no hubiese sido una mentira.
-¿Y tiene nombre? –me preguntó.
-¿El hada? No, creo que no; se llama simplemente eso: el Hada de la Arboleda.
Fue entonces cuando Marijuli abrió de par en par los ojos y la boca. Y, casi al mismo tiempo, oí junto a mis pies una vocecita chillona que decía:
-Pero ¿a qué viene tanto alboroto? ¿Es que no puede una ni dormir la siesta?
Y sepa, jovencito –eso iba por mí-, que sí tengo nombre. Me llamo Rufina. Rufina del Bosque; de profesión, hada.
Me volví. Una parte de la corteza del árbol se había abierto, como una puerta pequeñaja, y junto a ella estaba la personita que acababa de hablar. No mediría más de dos palmos; iba vestida de hada; llevaba un puntiagudo gorro de hada y, en la mano, una varita mágica como las que llevan siempre las hadas.
Yo, al verla, me dije: “Ernesto, esta tiene que ser un hada”.
Y, tras llegar a tan brillantísima deducción, me desmayé.

Fernando Lalana. El secreto de la arboleda. Editorial SM

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores

Texto

En esta lectura, encontramos el gran secreto del libro de Fernando Lalana. Los protagonistas se encuentran. Son Marijuli y Gil Abad. Sabemos cómo son y, sobre todo, lo que piensa Gil Abad de Marijuli. Está un poco harto de que siempre sea ella la mejor en todo. Pero, ahora, le iba a contar una trola y a ver qué pasaba. Al principio, lo que había pensado Gil Abad, para callar a Marijuli, era contarle que él había visto al hada de la arboleda. Quería demostrarle su importancia, ganando alguna vez. Aunque sólo fuera ¡una! Luego, hablando y hablando, mientras pasaba el tiempo, Gil Abad le fue diciendo cómo era el hada, cómo solía ir, y hasta el lugar donde vivía. Toda la trola que fue creando, iba saliendo de maravilla, porque Marijuli se creyó todo lo que le contaba Gil Abad. Pero al llegar al árbol donde vivía el hada, ocurrió algo que podía pasar. Empezaron a llamar al árbol, para que apareciera. Llamaron una vez, otra, otra y nada.

Pero sucedió lo que ninguno esperaba. ¡Síííí! Marijuli abrió los ojos y la boca, porque no podía creer lo que estaba viendo. ¡Un hada! Y tampoco se lo podía creer Gil Abad, que había caído en su propia trola. Tanto, que al ver al hada, se desmayó.

Palabra magica
Hoy la palabra mágica es varita. Nunca podíamos encontrar otra palabra más mágica que varita. Bienvenidas y bienvenidos a la magia.

Como estamos ante una varita (mágica, eso sí), intentaremos conseguir, con esa maravillosa varita, un montón de palabras que tengan un tamaño pequeño o que tengan igual tamaño, pero que se usan para indicar cariño, ternura, crítica, etc. Escribe los diminutivos de las siguientes palabras:

Coche
Nube
Sol
Corazón
Bolsillo
Genio
Traje
Luz

(Solución: Cochecito, nubecilla, solecito, corazoncito, bolsillito, geniecillo, trajecito, lucecilla.)

Cuentame

Vamos a hacer un pequeño recorrido por tus lugares mágicos. Puede que no hayas tenido la suerte de ver a un hada, de usar su varita mágica y de convertir en oro o en piedras preciosas todo lo que tocabas. Pero quizá recuerdes aquel día increíble, cuando la noche rodeaba todos tus pensamientos para el futuro. No hubo manera de salir de ella. El tiempo no pasaba. Miraste el reloj de tu muñeca y el que estaba en la mesilla, al lado de tu cama. No podías tocar el interruptor de la luz, porque no llegabas, alargando el brazo todo lo que podías. Sólo era noche oscura y empezaban a aparecer seres monstruosos. No tenían cuerpo determinado. Eran como sombras fantasmagóricas que te asediaban. Iban llegando y empezaban a estar muy cerca. Demasiado cerca, en ese maldito sueño, del que pensaste que nunca saldrías. Hasta te pareció oír los pasos del reloj de la mesilla, al que no le importaba caer y caer y caer, sin un final posible. Sólo quería salir de la terrible pesadilla.

Puede que hayas tenido la suerte de no recordar tu última pesadilla. O quizá, incluso, no la tuviste. La cuestión consiste, ahora, en que nos hagas un relato de tu último sueño. No importa si fue un buen sueño o uno malo, terrible, terrorífico. De esos que incluso muchos días después, todavía te dan escalofríos recordarlo. O, al revés, serías la persona más feliz del mundo, si aquel sueño se cumpliera.

¡Ojalá que así sea!

Autor

Fernando Lalana
Nació el 24 de febrero de 1958 en Zaragoza (España).
Es licenciado en Derecho, profesión que no ha llegado a ejercer. Desde muy joven participó en grupos de teatro para aficionados. Como escritor su dedicación primordial es a la novela juvenil, aunque tiene otras obras dirigidas a niños. También ha publicado varias obras de teatro. Ha recibido varios premios, entre ellos, el XIV Premio Cervantes Chico en reconocimiento a su trayectoria literaria.
Nuestro observatorio
Podemos leer más información sobre el autor en su página web.

Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una relación de libros tomada de Canal Lector.

La corteza del árbol (Primera parte). Fernando Lalana. Editorial SM (Recomendado: 7-9 ños)

23 Jul

el_secreto_de_la_arboleda[1]

Los dos bajamos del terraplén y echamos a andar, despacito, por la arboleda.
-¿Has venido solo? -preguntó Marijuli.
-Naturalmente –contesté dándome importancia-. Ya soy mayor…
-Yo también he venido sola.
¿Lo veis? Así es Marijuli. ¡No hay forma de ganarle! Hagas lo que hagas, ella lo hace, por lo menos, tan bien como tú.
-Pero seguro que yo vivo más lejos –añadí.
-Bueno, seguro que sí. Es que yo vivo ahí, ¿sabes?
Y señaló una casa muy cercana, situada justo al lado de la vía. Mejor dicho, justo al lado del sitio en donde antes estaba la vía.
-¿De verdad vives ahí? ¡Qué suerte! Habrás visto pasar muchísimos trenes –le dije, sintiendo un poco de envidia.
-Claro, los veía todos. Y todos los maquinistas me conocían y me saludaban al pasar.
Estuve a punto de decirle que mi abuelo había sido maquinista, pero no se lo dije porque seguro que ella me salía entonces con que el suyo había sido jefe de estación. Así que me callé.
En ese preciso momento apareció en mi cabeza una idea pequeñita que pronto se hizo más y más grande. Era una idea que me serviría para reírme un poco de Marijuli; que ya era hora, después de todo lo que ella se había reído de mí.
-Supongo –le dije muy serio- que viviendo tan cerca podrás bajar a jugar a la arboleda siempre que quieras.
-Claro –contestó Marijuli.
-Y te la conocerás palmo a palmo.
-Por supuesto.
-Seguro que hasta sabes cuántos árboles hay.
-Dos mil ciento dieciséis –sonrió-. No, no los he contado yo. Pero algunos ancianitos que pasan aquí las horas muertas sí que lo han hecho. Yo no he tenido más que preguntarles.
¡Caramba con Marijuli! No me negaréis que es sorprendente. Pero ahora, je, je, je, ahora llegaba mi turno.
-Y supongo que habrás visto muchas veces al hada.
-¿Hada? ¿Qué hada?
-El hada de la arboleda, naturalmente –dije yo, más serio que un ajo.
-Vamos… tú lo que quieres es tomarme el pelo, Gil Abad.
-¡Oh! Eso quiere decir que no la has visto nunca…
-¿Un hada? ¡Las hadas no existen! ¿Estás chiflado?
-Bueno… si tú lo dices, estaré chiflado.
Y empecé a caminar. Pero había conseguido interesarla y, enseguida, estaba pisándome los talones.
-Oye, ¡no hablarás en serio…!
-Completamente en serio.
-¿Tú la has visto?
-Tres veces.
-Y ¿cómo es?
-¡Psssst…! Como todas las hadas. Lleva un gorro puntiagudo y una varita mágica con una estrella en la punta.
Marijuli abrió unos ojos como platos de postre y dijo:
-¡Sopla!
¡Ya estaba! ¡Ya estaba! ¡Lo había conseguido! ¡Marijuli se había tragado la bola! Yo, por dentro, estaba que me partía de risa, pero decidí seguir con el cuento del hada hasta sus últimas consecuencias. ¡Cuando lo contase en clase iba a ser la monda…!
-Bueno, y ¿dónde está? –preguntó Marijuli.
-¿Quién?
-¿Eres bobo? ¡Quién va a ser! ¡El hada!
-¡Oh! ¿Quién sabe? Suele estar todo el día por ahí, haciendo magias… Es muy difícil encontrarla en casa.
-¿Es que sabes dónde vive?
-Por supuesto –dije tranquilamente.
Y seguí andando, ante la sorpresa de Marijuli que esperaba que le contase inmediatamente el secreto del hada. Cinco segundos después, venía corriendo hacia mí, gritando.
-¿Y bien? ¿A qué esperas? ¡Dilo ya!
-Es que… no sé si debo decírtelo. No es algo que se pueda decir a cualquiera.
-¡Pero yo no soy cualquiera! Somos amigos.
-¿Ah, sí?
-¡Claro! ¡Fíjate la de rato que llevamos hablando! Dentro de muy poco ya seremos íntimos amigos. Hasta es posible que lleguemos a casarnos.

Fernando Lalana. El secreto de la arboleda. Editorial SM

El misterio de la risa (Segunda parte). Pilar Mateos. Editorial Anaya (Recomendado: 7-9 años)

26 Mar

pequenodaviron

¡La risa! Los dos hermanos se miraron con asombro. Jamás habían oído esa palabra. Los davirones no se ríen nunca, y eso es lo único que les falta para ser enteramente felices. Por lo demás, reúnen todas las condiciones de la gente feliz. Son muy generosos y no dejan de jugar aunque se hagan viejos. Son emprendedores (1) y activos a ratos, y muy perezosones (2) en otros momentos. Están convencidos de que todo el mundo dice la verdad y tiene buenas intenciones.
-¿Y qué es la risa?
La pobre abuela no sabía explicárselo.
-No sé cómo deciros.
-¿Es como el sonido de una campana?
-Casi, pero no.
-¿Es como el sol cuando hace culebrillas en el agua?
-Casi, pero no.
-¿Como la rosaleda en verano?
-Casi, pero no.
Los pequeños davirones se quedaron pensando un buen rato.
-¿Como si tuvieras una caja de música en el corazón?
-Casi, casi –dijo la abuela-, pero no.
Debía ser algo tan fantástico que no había manera de expresarlo con palabras; algo mucho más difícil que decir que zangandungo o que prestidigitador. ¿De qué podrían reírse los niños si era tan complicado?
-Los más simples se ríen de los demás. Los que están alegres se ríen con los demás. Los que son inteligentes se ríen de ellos mismos.
-¿Y nosotros por qué no nos reímos?
-Porque no sabemos –dijo la abuela-. Siempre ha sido así.
De pronto los pequeños davirones se volvieron transparentes, de una transparencia absoluta, que es el no color de la tristeza. Era porque acababan de darse cuenta de que les faltaba algo fundamental en la vida y que sin ello no valía la pena deslizarse por un tobogán, ni contar chistes, ni pegarle a un compañero un monigote en la cola. Por eso los chistes que contaban los davirones resultaban tan sosos y nadie les encontraba la gracia.
-¿Nunca podremos reírnos?
-Siempre ha sido así –insistió la abuela-, y ningún davirón se ha quejado por eso. Después de todo, somos bastante felices.
-Pero yo quiero reírme –dijo Davi davirón.
-¿Y cómo? –replicó su hermano-. Para eso hay que saber.
-Pues que te enseñen.
-¿Quién va a enseñarte? –intervino la abuela-. En Davirondalia no hay nadie que sepa reírse. Ni siquiera Davironorio, el sabio, ha conseguido aprender a sonreír. Y eso que conoce cincuenta y dos maneras distintas de tropezar con una piedra.
-Entonces no será tan sabio –refunfuñó Davi-davirón.
Estaba tan transparente, de pura pena, que a través de él se veían las florecitas de las sábanas, y las puntillas blancas de los almohadones manchadas de helado de menta. Pero enseguida empezó a teñirse de azul cielo, cada vez más intenso. Y era que estaba pensando.
-Iré a la ciudad –dijo en voz alta-. Y buscaré un niño para que me enseñe.
-¡Buena idea! –exclamó su hermano.
Y se había puesto rojo de contento. La abuela, en cambio, iba cobrando, poco a poco, un ligero matiz (3) amarillo, porque estaba un tanto asustada.
-No sé, no sé –musitaba- (4). A ver si te va a pasar algo.
-Pero no dijo:
-De ninguna manera.
Que es lo que hubieran dicho los padres.
-¿Qué me va a pasar?
-Qué sé yo. Que te atropelle un semáforo, o que te pierdas dentro de un buzón de correos. Hay muchas cartas que se pierden.
La abuela davirona jamás había estado en la ciudad, por eso tenía las ideas algo confusas. Pero sabía dónde estaba situada porque había estudiado geografía. Y era capaz de señalar en el mapa todos los pueblos de los alrededores, y el lugar exacto donde se fabricaban las figuras de azúcar.
-¿Está muy lejos la ciudad?
-Muy lejos. Atravesando los bosques de castaños y los siete puentes sobre las autopistas. Dejando atrás la fábrica de figuritas de azúcar. Más allá todavía de la estación del tren.
-¿Cuánto se tarda en llegar?
-Bastante. No llegarías antes de la primavera.
Eso que los davirones, ya sabéis, son muy veloces corriendo; más veloces que las ardillas. Gracias a esa cualidad son los primeros en alcanzar el nogueral, sacándoles bastante ventaja, tan pronto como maduran las nueces.
-Mañana, nada más levantarme, me pondré en camino –dijo Davi-davirón-. Conseguiré llegar antes que la primavera.

(1) Emprendedor: quien comienza algo alguna dificultad o peligro.
(2) Perezosones: muy perezosos. Que les cuesta trabajo hacer algo.
(3) Matiz: rasgo poco perceptible.
(4) Musitar: susurrar, hablar en voz muy baja.

El pequeño Davirón. Pilar Mateos. Editorial Anaya.

Propuestas para mediadoras y para mediadores.
Esta vez, con el texto de Pilar Mateos que hemos seleccionado, introducimos una nueva manera de leer. Son dos lecturas (esta y la primera parte, pero un solo texto, aunque dividido en dos partes. Las edades en las que pensamos que el texto (y el libro completo: El pequeño davirón, editado por Anaya) pueden hacer disfrutar a lectoras y a lectores son los siete a nueve años. No son fijas esas edades, por supuesto, como siempre comentamos. Es el conocimiento de la mediadora o del mediador quien va a adjudicar las edades de lectura. Temas, personajes, situaciones, sensaciones, actitudes, juegos, relaciones familiares, etc., se dan cita en una lectura muy apropiada a las edades comprendidas a partir de 7 años.

Si disponemos del libro (en la biblioteca o porque alguien lo tenga en casa, por ejemplo), podemos hacernos una idea de quiénes eran los davirones, por las ilustraciones de Javier Serrano, gran ilustrador de la literatura infantil y juvenil. Si no es así, podemos plantear una actividad relajante, ingeniosa y que dé rienda suelta a la creatividad de los integrantes del grupo.
Texto
Las posibilidades que este texto ofrece son sumamente interesantes y, sobre todo, muy variadas. Podemos elegir, si nos centramos en la edad intermedia de las recomendadas (7-9), es decir, los ocho años, aspectos y cuestiones como las siguientes:

¿En qué se parecen los davirones a gente como nosotros? ¿Podríamos llamarnos davirones? Qué te parece ese nombre: ¿crees que sería posible que a nuestro grupo de amigos y amigas nos llamaran así? ¿Y a gente de nuestra familia?

Vamos a ver, primero, cómo son los davirones y cómo somos nosotros. A lo mejor, de esta manera, llegaríamos a alguna conclusión. Vete pensando, mientras, qué nombre pondrías a ese tipo de gente a la que tú perteneces. Piensa, por ejemplo, dónde viven los davirones. ¿Se parece al lugar donde vives tú? Y cómo es la casa de los davirones: ¿se parece a la tuya? ¿En qué se diferencian?

Cuéntanos cómo es tu familia. Esa con la que vives. ¿Tienes hermanos o hermanas más pequeños? ¿Y mayores? Cuéntanos un secreto. Prometemos que sólo lo vamos a saber tú y nosotros. ¿Eres tú, acaso, el benjamín o la benjamina de la familia? ¿Qué número haces en la familia, después de los mayores?

Y ahora vemos estos dibujos animados:

¿Os parecéis en algo a Jelly y Jamm, amigos para siempre, en la pandilla de tus amigas y amigos? Cuéntanos a quién elegirías como amiga o amigo para siempre. ¿Por qué? ¿Es porque te llevas muy bien o porque haces un deporte en el que ganáis, cuando vais juntos o juntas? ¿O es porque vivís cerca y podéis salir cuando queráis? O porque…
Palabra magica
Hoy la palabra mágica es buhardilla. Ya sabes: ese lugar al que Davi-davirón no quería subir aquella noche. Él quería dormir con la abuela. Normalmente estaban allí, arriba, porque era más fácil jugar a muchas cosas. Pero aquella noche, no. Ese día tenía miedo y lo que quería era dormir con la abuela. ¿Tienes buhardilla en tu casa? Podías contarnos un poco cómo es tu casa y decirnos dónde prefieres estar.
Y después de ver estas casas con buhardillas, una pregunta secreta: ¿crees que si vivieras en una buhardilla te pasaría lo mismo que a Davi-davirón, que tenía miedo?
Cuentame
Antes de que tú nos cuentes cosas de tus amigas y amigos, te proponemos ir a esta página. A ver si conoces el juego que se propone. Es, para que te vayas haciendo una idea, el juego del amigo invisible o amigo secreto. A lo mejor, te pasas un buen rato, divertido y, como el pequeño davirón, consigues reírte un montón.

Nuestra pregunta es muy fácil para ti. ¿Has jugado, alguna vez al amigo invisible? ¿Has sido tú quien ha recibido algún regalo de alguien? ¿Te imaginabas quién podía ser o te pilló completamente de sorpresa? ¿Conocías mucho a tu amiga o amigo invisible? ¿Te gustó el regalo? ¿Cuándo hicisteis la entrega de regalos? ¿Dónde se hizo?

Ahora, podías hacer memoria y recordar el día en que más te has reído. ¿Por qué fue? ¿Te gustaría pasar un día como aquél, el que te tronchaste de risa? Dínoslo, a ver si conseguimos reírnos nosotros. Y gracias, por hacernos pasar un rato fantástico. ¡Hasta las próximas carcajadas!
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Pilar Mateos
Nace en Valladolid (España) en 1942.
Estudia en las universidades de Valladolid, Salamanca y Madrid.
Ha realizado guiones para cine, radio y televisión. Desde 1980 se dedica exclusivamente a escribir obras para un público infantil y juvenil.

Nuestro observatorio
Se pueden consultar más datos biográficos en su página web

Bibliografía

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de la autora tomada de Canal Lector y de su web

El misterio de la risa (Primera parte). Pilar Mateos. Editorial Anaya (Recomendado: 7-9 años)

18 Mar

pequenodaviron

Los davironlenses duermen en el interior de los troncos de los árboles. Los escogen de buen tamaño y los tienen muy bien acondicionados, con dos o tres pisos, para que los benjamines no entorpezcan el sueño ligero de los más viejos. Los benjamines suelen dormir en la buhardilla, que es su sitio preferido. Allí pueden organizar guerras de almohadas y jugar al escondite sin que nadie los moleste, y asomarse por arriba, a ver lo que están haciendo los pájaros, si comen o no, y si ya ha nacido la cría rezagada del último huevo.
Esa noche, sin embargo, Davi-davirón no quiso subir a la buhardilla. Dijo que tenía miedo y que quería dormir con la abuela. Y su hermano mayor, que le llevaba un año, puso la misma disculpa.
-Yo tengo miedo –dijo-. Quiero dormir con la abuela.
Y la abuela se apresuró a hacerles un sitio en la cama, porque los tenía muy consentidos y siempre los estaba malcriando. Por si fuera poco, les llevó a escondidas una buena ración de helado de menta que había guardado para el domingo, con lo que se pusieron los dos perdidos de churretes y dejaron las sábanas pringosas. Pero eso no les importó. Los davirones, todo hay que decirlo, son un poco cochinos y no les molesta nada mancharse de barro o de tinta de bolígrafo; mucho menos de helado de menta.
Lo de que tuvieran miedo esa noche era una simple disculpa. Más cierto era que estaban muriéndose de curiosidad y querían preguntarle una cosa a la abuela; a sus padres, no, porque sus padres enseguida les mandaban a buscar la respuesta en el diccionario. Por eso se lo preguntaron a ella.
-¿Es verdad que existen los niños?
Esta abuela davirona era de las más listas del territorio y nunca en su vida había dicho una mentira. Eso que había cumplido ciento setenta años y no le habían faltado oportunidades.
-Es verdad –afirmó-. Los niños existen.
Los dos hermanos se sentaron en la cama, completamente verdes, desde el pelo hasta la cola; porque el color de la curiosidad es verde. Gracias a esa feliz coincidencia no se les notaban los churretes de helado de menta.
-¿Y cómo son?
Las abuelas casi siempre conservan el color original de los davirones, que es canela claro, como ya he dicho, debido a que todo se lo toman con mucha calma, y sólo se alteran cuando alguien les pierde las tijeras de las uñas. Entonces se ponen moradas furiosas.
-Yo los vi un día –dijo tranquilamente- cuando era así, poco mayor que vosotros. Vi tres niños bajando por el río, metidos en una barca.
-¿Tenían ruedas?
-Los que yo vi, no –dijo la abuela.
Se quedó callada un momento y añadió en un susurro.
-Se reían.
-¿Se reían?
Se hizo un silencio tan grande que se oyó rebullir a los pájaros en sus nidos, y el rumor de las hojas creció como una tormenta.
-Y eso qué es?
-Eso es cuando les da la risa-dijo la abuela. (Continuará).

El pequeño Davirón. Pilar Mateos. Editorial Anaya

Propuestas para mediadoras y para mediadores.
Esta vez, con el texto de Pilar Mateos que hemos seleccionado, introducimos una nueva manera de leer. Son dos lecturas (esta y la segunda parte), pero un solo texto, aunque dividido en dos partes. Las edades en las que pensamos que el texto (y el libro completo: El pequeño davirón, editado por Anaya) pueden hacer disfrutar a lectoras y a lectores son los siete a nueve años. No son fijas esas edades, por supuesto, como siempre comentamos. Es el conocimiento de la mediadora o del mediador quien va a adjudicar las edades de lectura. Temas, personajes, situaciones, sensaciones, actitudes, juegos, relaciones familiares, etc., se dan cita en una lectura muy apropiada a las edades a partir de 7 años.

Si disponemos del libro (en la biblioteca o porque alguien lo tenga en casa, por ejemplo), podemos hacernos una idea de quiénes eran los davirones, por las ilustraciones de Javier Serrano, gran ilustrador de la literatura infantil y juvenil. Si no es así, podemos plantear una actividad relajante, ingeniosa y que dé rienda suelta a la creatividad de los integrantes del grupo.

Un niño en el mar. Gianni Rodari. Editorial SM (Recomendado: 7-9 años)

9 Oct

rodari retahilasSM;

Conozco a un niño que es tan pobre
que nunca ha podido ver el mar.
El puente de agosto voy a ir a buscarlo
y en tren a la playa lo voy a llevar.
“¡Ahí está, mira!”, le diré.
“¡Este es el mar, te lo puedes quedar!”
Entre tanta gente, con su cubito,
podrá robar solo un poquito,
pero en los ojazos que abrirá
el mar entero se llevará.

Gianni Rodari. Retahílas de cielo y tierra. Editorial SM

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
La literatura de Rodari llega a todas las edades que podemos abarcar: desde esos primeros cursos de la escolaridad, 6-8 años, hasta los últimos que recogen, en la ESO y en el Bachillerato, a las edades de 15 a 18 años. Un niño en el mar, el poema infantil que hoy proponemos es, siguiendo su trayectoria, un texto sencillo. Es la sencillez de la palabra con contenido, con ilusión, esa que llega al lector, que de forma inmediata se reconoce.

Muchos son los poemas, las canciones, las obras musicales que desarrollan este tema del mar. Pero Rodari no quiere abandonar la realidad. Esa que es triste y pobre y de los pobres, por quienes él luchó permanentemente. Actuar de forma inmediata, resolviendo las cuestiones más perentorias.

Siempre queda, para el autor, ese hálito de esperanza. Ese mundo mejor para unos niños que han sufrido y padecido demasiado para su edad.

Historia de los por qué

 Palabra magica
Hoy la palabra mágica es cubito. La utilización del diminutivo confiere a todo el poema esa cercanía al lector de 7 – 8 años, que es la edad en que más aprovechará el texto. La sorpresa la provoca Rodari en los dos primeros versos:

Conozco a un niño que es tan pobre
que nunca ha podido ver el mar.

Rodari utiliza, para ese niño que no ha visto el mar, las “palabras e ideas – fascinación”. Todo un pensamiento complejo, conociendo lo que al niño le puede gustar, genera la ilusión. Es la que él tiene y quiere transmitir al niño. Y en versos más abajo, esa capacidad afectiva del diminutivo, de la que hablaba Amado Alonso, vuelve a estar presente, utilizando el verbo robar (verbo casi prohibido), pero de una eficacia sin límite en la relación de cariño adulto – niño.

Cuentame
¿Has leído, alguna vez, en el periódico, en internet o en otros medios de comunicación, las estadísticas del trabajo infantil en el mundo? Pues el día 23 de septiembre de 2013, tuvimos una buena noticia. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) comprobaba que, en los últimos cuatro años, ha bajado el número de niñas y de niños que trabajan.

En el mundo hay 168 millones de niños y niñas que trabajan o, lo que es lo mismo, el 11% de la población infantil. Son cifras que suenan alarmantes, pero que han disminuido en los últimos años: desde el año 2000, hay 78 millones de niños trabajadores menos. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) constata en un informe la disminución de trabajo infantil en los últimos años, algo que atribuye a varios factores, fundamentalmente al compromiso político y a las inversiones hechas en educación y protección social

No somos políticos, ni gobernantes ni tenemos el poder necesario para que esta situación mejore. Pero es muy necesario que seamos conscientes de que la situación existe. Y, a lo mejor, mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos. Puede ser muy importante que todas y todos los que sabemos qué pasa y dónde pasa, nos organicemos. Hablemos con nuestros mayores, educadores, amigos, familiares etc., porque casi seguro que a ellas y a ellos se les ocurren formas de combatir este problema. No olvides, por ejemplo, que existen formas de protesta: los periódicos, los blogs, el correo electrónico y más cosas. Trabajemos en ello y, a ver si dentro de un tiempo, conseguimos algún buen resultado.

Autor

Gianni Rodari

Nació en 1920, en Omegna (Italia) y falleció en Roma, en 1981. Su padre era panadero y murió cuando Gianni tenía 9 años. De pequeño soñaba con ser músico y recibió clases de violín. Rodari fue maestro de escuela, periodista y divulgador de la nueva pedagogía en Italia. Muy curioso intelectualmente. Mientras trabajaba de periodista comenzó a escribir libros para niños.  En 1953 se casa con Mª Teresa Feretti y cuatro años más tarde nació su hija Paola.
Muchas de sus creaciones fueron difundidas inicialmente en páginas de periódicos y suplementos infantiles. Posteriormente se publicaron en forma de libros. Escribió más de veinte libros en los que combinaba magistralmente el humor, la imaginación y la desbordante fantasía con una visión crítica, no exenta de ironía, del mundo.  Le gustaba viajar e ir a los colegios, charlar con los niños y contestar a sus preguntas. Sus amigos decían que era amable,  generoso y algo tímido. En 1970 se le concedió, por el conjunto de su obra, el Premio Hans Christian Andersen.

Nuestro observatorio

En la siguiente página se puede ampliar biografía, oír y ver testimonios sobre Gianni Rodari, además de ver al autor en una clase con niños

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de Gianni Rodari, agrupados por edades, tomada del Canal Lector.

Coplas. (Recomendado: 7-9 años)

22 May

  

Coplas de disparates

Tengo que pasar el río
a caballo en un mosquito,
y que me digan tus padres
¡qué caballo tan bonito!

He visto un monte volar
y una casa andar a gatas,
y allá en el fondo del mar
un burro asando patatas.

Te han dicho que he dicho un dicho,
dicho, que no he dicho yo;
que si yo lo hubiera dicho,
no hubiera dicho que no.

Anteanoche y anoche

Anteanoche y anoche
y esta mañana,
antes de levantarme
estaba en cama.

Esto sería
que antes de levantarme,
me acostaría.

 

RECURSOS

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

 Texto

¡Qué cantidad de disparates hay en este texto! Podemos hacer un concurso, para ver quién se lleva el gran premio al disparate más disparatado. Pon en un papel o en un archivo la clasificación general de los disparates:

Ir a caballo en un mosquito.
He dicho un dicho que no he dicho yo.
Un burro asando patatas.
Una casa andar a gatas.
He visto un monte volar.

Palabra magica

La palabra mágica hoy es dicho. Puede ser una forma del verbo decir (el participio):

Ya te he dicho yo que hoy ganaríamos el partido.
A mí no me han dicho nada, así que yo no lo sabía.

O puede ser, como en el texto que has leído, una palabra que no tiene que ver con la realidad. Es una expresión que se usa porque interesa o apetece decirla.

En nuestra lengua, el español, hay también dichos que utilizamos muchas veces, para expresar cosas conocidas, pero sin significado propio. Seguro que conoces estos dichos:

No da pie con bola (para decir que no hace nada).
Siempre va de gorra (nunca paga nada).
Tirar la toalla (rendirse).
Me la han dado con queso (me han engañado).

Cuentame

¿Has pasado unos días buenos? Pues a ver si eres capaz de decirnos qué es lo que más te ha gustado ayer, por ejemplo. ¿Y anteayer? Lo que has leído en el texto, más que un disparate parece un trabalenguas. Te recomendamos que, para entenderlo bien, te pintes un reloj  y pongas las horas, desde la noche a la mañana, y conseguirás superar al disparate.

Ahora, todo lo que has hecho: el disparate más grande que has inventado

9e7o

Anónimo

No creas que el nombre o el apellido del autor o autora de este texto es anónimo. Nos podemos pasar la vida entera para saber cuándo es su santo. No, no pierdas el tiempo. No existe ni existirá san Anónimo ni santa Anónima. ¿Sabes lo que quiere decir la palabra anónimo? Pues significa exactamente eso: que no sabemos el nombre del autor o autora que ha escrito este texto. El texto lo conocemos y hasta lo podemos saber de memoria. ¡Y cantar!

Seguro que te sabes la canción de El patio de mi casa es particular. Cuando llueve se moja como los demás.

O el villancico de Arre, borriquito, vamos a Belén. Que mañana es fiesta y al otro también.

Al corro de la patata, comeremos ensalada, naranjitas y limones lo que comen los señores.

O esta otra de Estaba el señor don gato.

¿Y esta de Debajo de un botón?

Pues todas estas canciones, coplas, villancicos, chirigotas y bromas graciosas tienen un autor o una autora. Lo que pasa es que no sabemos sus nombres y por eso se dice que son anónimos.

Pero hay otros seres que no son anónimos. Entra en la siguiente página y pon un nombre a cada unos de los que aparecen. Así dejarán de ser anónimos y los conocerás por ese nombre que tanto te gusta, si algún día entra alguno en tu casa. Dibújalo y ponlo en un lugar bien visible, para que la gente lo conozca. Pueden ser disparates, como los del texto que has leído.

Hoy, como no sabemos cómo te llamas, ni lo que te gusta, ni nada de nada, porque no te conocemos, no podemos poner ningún comentario sobre el autor o autora de lo que vas a escribir. Y tampoco sabemos nada de tu animal preferido, por ejemplo. Esos que has visto en la página de Eugenia Romero sobre los sonidos de los animales. Así que esta vez te toca a ti escribir un comentario sobre ti mismo o sobre ti misma. No pienses que esto es otro disparate, no. Sólo escribe sobre lo siguiente:

Si tuviera que cruzar un río, me gustaría hacerlo en:

a)   Una barca
b)   Un mosquito
c)   Un caballo

Lo del caballo va a ser un poco complicado. Pero lo que sí es un disparate total es montarse en un mosquito. Tendríamos que estar un poco chalados y pesar menos que un grano de arroz.

Vamos a pensar en esas fotos que en la televisión,  en los periódicos, en internet, en los anuncios que vemos en la calle y en otros muchos sitios, nos presentan la imagen de una autora o de un autor, enseñando su último libro o la última página en internet. Ahora nos tienes que hacer un favor. Ya sabemos que no es fácil escribir sobre uno mismo. A lo mejor, te viene bien probar con una amiga o con un amigo, para ver si está de acuerdo con lo que has escrito sobre ti misma o sobre ti mismo. Pregunta, por ejemplo:

-Oye, ¿soy así? ¿Cómo me ves tú? ¿A quién te recuerdo? ¿Qué es lo que más te gusta de mí? ¿Y lo que menos? ¿Cuándo nos conocimos? ¿Te gusta estar conmigo?

 

Canción de cuna de los elefantes. Adriano del Valle. Ed. Alfaguara

18 Jul

poesiaespañolaparaniños

El elefante lloraba
Porque no quería dormir…
-¡Duerme, elefantito mío,
Que la luna te va a oír…

Papá elefante está cerca,
Se oye en el manglar mugir;
Duerme, elefantito mío,
Que la luna te va a oír…

El elefante lloraba
(¡con un aire de infeliz!)
Y alzaba su trompa al viento…
Parecía que en la luna
Se limpiaba la nariz.

VV.AA. Selección y prólogo de Ana Pelegrín. Poesía española para niños . Ed. Alfaguara

 Propuestas para mediadoras y mediadores

RECURSOS

Texto

¿Has leído lo que les pasa a esos animales tan grandes, grandísimos, que nos parecen gigantes, a nuestro lado? Pues nos dice la poesía que, cuando son pequeños, les pasan cosas como a nosotras y a nosotros, los humanos. El elefantito, el “pequeñín” de la familia, lloraba. Si tienes gente menuda en casa, no hace falta que te digamos lo que pasa cuando no se quieren ir a dormir. ¿Recuerdas, por casualidad estos preciosos libros, de un elefante que se llamaba Elmer? A lo mejor sí, porque Elmer era de colores y fantástico. Aquí tienes a Elmer, con el abuelo Aldo…

Pero el elefantito de la poesía no era de colores, como Elmer. Él vivía en los manglares. ¿Sabes lo que son? Porque hay un verso que dice:

Se oye en el manglar mugir. Vamos a ver los manglares.

Y bien, ahora nos toca ver a los de verdad. A esos inmensos y maravillosos animales. Los elefantes. Y además, asistimos al comienzo de la vida de uno. De un “elefantito”, como nos dice la poesía de Adriano del Valle.

Seguro que conoces palabras que se utilizan para llamar el sonido que hacen los animales. Une el animal con su sonido.

1) Barritar o berrear a) Gaviota
2) Rugir b) Delfín
3) Aullar c) Serpiente
4) Reír d) Hiena
5) Silbar e) Ballena
6) Graznar f) Oso
7) Bramar g) Elefante
8) Chasquear
h) Lobo

Comprueba, en esta página, tu número de aciertos. Si tienes algún fallo, puedes corregir, consultando también el diccionario.

Palabra magica

La palabra mágica hoy es luna.

Dice la poesía, dos veces: “Que la luna te va a oír”.

Pero ¿quién dice esas palabras? ¿Las dice el padre del elefantito? ¿O las dice la madre, para que se durmiera y no llorara? ¿Tú crees que la luna lo va a oír o sólo es algo bonito que dice el escritor, el poeta? Vamos a mirar nosotros a la luna y veremos cómo se va moviendo y cómo va cambiando. Las diferentes formas que va teniendo la luna se llaman fases. Compruébalo ahora en tu ordenador.

Cuando termines esta poesía y veas las fases de la luna, a ver si eres capaz de mirar al cielo esta noche. ¿Estará la luna allá arriba? ¿En que fase está? ¿Está invisible y es luna nueva? Pues es una lástima, ahora no la vemos. Tenemos que tener un poco de paciencia y esperar una semana. Apúntalo en algún calendario que utilices y pon: tal día habrá luna nueva, no la veré. Después de una semana verás un trozo de luna. Apuntas que la luna está en cuarto creciente. Va a ir haciéndose más grande. Siete días después, ¡atención! Vas a asistir a la fase de la luna más grande. Es luna llena. A partir de ese día, verás que la luna se va haciendo como gajos de una naranja, cada día más pequeña. Es la fase de cuarto menguante. Y así, hasta que desaparece y todo vuelve a empezar.

Cuentame

Esta poesía que hemos leído a lo mejor te recuerda a cuando tenías menos años. ¿Tienes una hermana o un hermano en casa? ¿Vivió algún niño pequeño contigo o cerca de ti, que tú recuerdes? ¿Lloraba mucho, como el elefantito? Podías contarnos cosas de tus recuerdos. Seguro que tienes una memoria fantástica. ¿Te acuerdas de los nombres de esos pequeños que lloraban? Por si acaso tienes que vivir con alguna “llorona” o con algún “llorón” te recomendamos algo que suele funcionar en esos casos.

Hay libros que tienen un CD. Si lo puedes reproducir, para que lo oigan los pequeños, tienes:

Tralalí, ¡vamos a dormir! De Benjamin Chaud y Laurent Sauvagnac, en editorial Kókinos

Hay otro libro que te puede gustar a ti. Pero ya sabes que a los pequeños les encantan las cosas que a ti te molan. A ver si conseguimos, como la madre del elefantito, que dejen de llorar.

El libro es Concierto para animales, de Roger Olmos y Andrés Valero. Es de editorial Kalandraka.

Te deseamos que tengas mucha suerte y que puedas dormir maravillosamente. Que veas una luna preciosa y que tus sueños consigan que mañana sea un día fantástico.

Autor

Adriano del Valle

Nació el 18 de enero de 1895 en Sevilla (España). Murió el 1 de octubre de 1957 en Madrid (España).
Dejó sus estudios a los 16 años por ayudar a su padre en una fábrica de juguetes. Lector apasionado. Hombre polifacético, escritor y poeta, apasionado por el arte, introductor en España del collage. Director de varias revistas literarias y cinematográficas. Amigo de Federico García Lorca, los hermanos Borges,  D´Ors. Fue Premio Nacional de Literatura en 1933.

Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se puede ampliar la biografía y consultar diferente material de documentación sobre Adriano del Valle.

Bibliografía

Pajarito sabio