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Trabaja con método. Philippe Brasseur. Editorial Anaya (Recomendado: 14-16 años)

9 Jul

ingenios

Cada genio tiene su “receta” para trabajar con eficacia. Raros son aquellos que dejan al azar un asunto como ese. Inspírate en los trucos ajenos para encontrar los propios.

Nuestro principal enemigo es la procrastinación
¿Conoces el significado de esta palabra? Es la tendencia (muy extendida) a dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. ¿Tienes algún proyecto de gran envergadura que te asusta? Un buen consejo: trabaja en él durante una hora o dos. A continuación, déjalo reposar y retómalo más tarde: la pequeña semilla que has plantado en tu cerebro habrá germinado y dará frutos inesperados…
Un buen consejo siempre puede ser ignorado, pero no es razón para no darlo.

Los creadores y sus secretos
Estos ejemplos te ayudarán a encontrar tu propia “disciplina” para trabajar en tu proyecto genial…

Elige el momento adecuado
Napoleón Bonaparte
, tras dedicar toda la jornada a la gestión de su inmenso imperio y a la ejecución de sus numerosos planes, trabajaba por la noche en asuntos que requerían mucha concentración, como la redacción de su famoso Código Civil. Numerosos escritores, por el contrario, afirman sentirse muy inspirados a primera hora de la mañana.

Elige el lugar adecuado
Pierre Soulages es un pintor que vive en la Costa Azul, en una casa con magníficas vistas. Sin embargo, pinta en un taller sin ventanas para evitar la distracción del paisaje. Aunque debemos decir que, desde hace más de veinte años, el negro es el color predominante en sus cuadros…
Agatha Christie tenía un método propio para escribir novelas policiacas. La historia se le ocurría en los lugares más inesperados: en la calle, en el tranvía… Construía la trama empezando por el crimen: el arma homicida, el asesino y el móvil. Luego añadía a los sospechosos y exponía sus razones para matar. Para concluir, incorporaba las pistas y las “falsas pistas” destinadas a provocar la confusión del lector. Cuando todas las pistas encajaban, empezaba a escribir. A menudo redactaba dos libros al mismo tiempo, pues de este modo, si se quedaba sin ideas para uno, siempre podía trabajar en el segundo.

Encuentra tu propio método
El novelista Vladimir Nabokov escribía de pie, ante unas fichas que pegaba a la pared y que podía cambiar de sitio en cualquier momento para transformar la estructura de su historia.

Establece un horario fijo de trabajo
Todas las mañanas, a las 9 en punto, René Goscinny (autor de Astérix, Lucky Luke y El pequeño Nicolás) se sentaba a escribir sus cómics. Comía a las 12 y después se iba a la redacción de la revista Pilote, donde trabajaba como redactor jefe.

Atrévete a decir que no
Los genios hacen lo posible para que nadie los moleste. De hecho, René Descartes, gran filósofo y matemático, se desplazaba de una ciudad a otra sin indicar jamás en sus cartas la dirección exacta.

Establece una meta concreta
Stephen King, como muchos novelistas, escribe un mínimo de diez páginas al día, incluso cuando está de vacaciones. Es una cantidad enorme, como la cifra de libros que ha escrito.

Philippe Brasseur. InGenios. Editorial Anaya

RECURSOS
Propuestas para mediadoras y para mediadores
Texto

Te contaremos lo que ya se ha hecho, en el trabajo de las diferentes lecturas que hemos analizado en la Tercera época de Los Fundamentales.
Empezamos hace ahora casi tres años con la Época 1 de Los Fundamentales, donde se seleccionaron 36 textos, para edades comprendidas entre los 7 y los 18 años. Siguió la Época 2, de Los Fundamentales con otros 36 textos para esas edades que te hemos dicho (de 7 a 18 años). Y estamos ahora en la Época 3, exactamente en el texto número 20, que es Trabaja con método, de Philippe Brasseur. Está este texto en el libro Ingenios, de la editorial Anaya.

Lo que sí te aseguramos es que este texto de Brasseur lleva varios meses seleccionado. Nos pareció fundamental, por el secreto que aporta en cómo realizar un trabajo. Y por eso lo has leído, como seleccionado. Como principio, te diremos lo cerca que estamos de este autor, en sus métodos y en sus reflexiones, pensamientos e incluso axiomas, entendiendo por axioma la definición que da el diccionario de la RAE:
1. Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.

Y ese axioma que nos da el autor es:  Un buen consejo siempre puede ser ignorado, pero no es razón para no darlo.
Eso significa que, si consideramos que algo que hemos hecho está bien y les puede servir a otros, es bueno darlo. Lo que quien nos escucha pueda hacer es una decisión de ellas o de ellos, de quienes lo escuchan. Nosotros seguiremos dando esa posibilidad que creemos que es buena.

Palabra magica
La palabra mágica hoy es receta. Sabes lo que es una receta de cocina y una receta médica. Lo que nos propone el autor son recetas que se basan en la forma de trabajar de “genios”, personas que han sido sobresalientes, en distintos campos de trabajo de la humanidad: filósofos, escritores, matemáticos, pintores y un largo etcétera. Por eso receta es una palabra mágica.

Ayuda a los profesionales y a los que aprendemos cómo realizar algo. Cojamos dos campos: la cocina y el bricolaje, por ejemplo. En la cocina, encontramos, nada más empezar, la siguiente frase:

“El otro día estaba buscando una receta original para hacer con fresas.  En casa las tomamos siempre iguales y estaba buscando algo para hacérselo más atractivo a mis hijos”… Y esta es la página que encontramos.

También localizamos recetas para fabricar, con un poco de maña e ilusión, juguetes de madera preciosos. Hay tiendas que venden estas cosas. Pero lo que sí podremos, si alguien nos dice cómo hacerlo (nos da su receta) es lograr pasar buenos ratos. Tú, fabricándolo. A quien se lo regales, disfrutándolo.

Cuentame
Hoy te pedimos un favor. Un gran favor. ¿Serías capaz de contarnos, según lo que el autor dice, tu “receta” para trabajar con eficacia? Te recordamos, para que lo tengas delante, lo que nos dice el autor del texto. Tú sólo tienes que rellenar con tus datos la forma en que trabajas. Eres, por tanto, la creadora o el creador que nos permite ver su forma de trabajar.

  • ¿A qué hora sueles ponerte a trabajar en algo? ¿Lo haces siempre a la misma hora o depende del día?
  • ¿Te domina, a veces, la procrastinación? Ya sabes: dejar para mañana algo que puedes hacer hoy.
  • ¿Consideras que realizas tu trabajo en el lugar adecuado? ¿Cuál es ese lugar? ¿Cómo es?

Autor
Philippe Brasseur
Nació el 19 de diciembre de 1964 en Bélgica.
Ha trabajado como creativo en publicidad. Ha sido organizador de eventos y editor de revistas para jóvenes. Ahora se dedica a dos de sus pasiones: la escritura y la ilustración. También dirige talleres creativos.

Nuestro observatorio
Se pueden consultar más datos biográficos en su página web

Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una relación de libros tomada de Canal Lector

La niña loba. Alvin Schwartz. Editorial Everest (Recomendado: 14-16 años)

9 Abr

historiasdemiedo

Si sales de Del Río, en Texas, y avanzas por el desierto en dirección noroeste, terminas llegando al Río del Diablo. Entre 1830 y 1840 un trampero llamado John Dent y su esposa Mollie se establecieron en el lugar donde Arroyo Seco desemboca en el Río del Diablo. Por allí había muchos castores y Dent los cazaba. Mollie y él construyeron una cabaña con ramas, y le añadieron un pequeño cobertizo para que les diera sombra.
Mollie Dent quedó embarazada. Cuando estaba a punto de dar a luz, John Dent se fue a caballo a la casa de sus vecinos más cercanos, a varios kilómetros de distancia.
-Mi mujer va a tener un hijo –les dijo al hombre y a su esposa-. ¿Pueden ayudarnos?
Ellos se ofrecieron para ir inmediatamente. Estaban a punto de ponerse en marcha, cuando se desató una gran tormenta. Un rayo cayó sobre John Dent, matándole en el acto. Los vecinos no pudieron llegar a la cabaña hasta el día siguiente. Cuando llegaron, Mollie también había muerto.
Parecía que había dado a luz a su hijo antes de morir, pero el matrimonio no pudo encontrar al bebé. Pensaron que había sido devorado por los lobos, ya que encontraron huellas de esos animales por doquier. Enterraron a Mollie y se fueron.
Unos años después, empezó a circular una extraña historia. Algunas personas juraban que no era más que la pura verdad. Otras decían que algo así no podía ocurrir de ninguna manera.
La historia comienza en un pequeño asentamiento a menos de veinte kilómetros de la tumba de Mollie Dent. Una mañana muy temprano, una manada de lobos salió del desierto a la carrera y mató unas cabras. Ataques como esos eran corrientes en aquella época, pero éste tuvo algo especial: un muchacho dijo haber visto a una niña desnuda de largo cabello rubio corriendo entre los lobos.
Un año o dos después, una mujer se encontró con un grupo de lobos devorando una cabra que acababan de matar. Afirmaba que una niña desnuda, de largo cabello rubio, estaba comiendo con ellos. Al ver a la mujer huyeron a la carrera. La mujer decía que al principio la niña iba a cuatro patas, como los lobos, pero que después se puso de pie y corrió como una persona, sólo que a la velocidad de los animales.
La gente empezó a preguntarse si esta “niña loba” no sería la hija de Mollie Dent. ¿Se la habría llevado una loba el día que nació y la habría criado con sus cachorros? Si era así, tenía que tener entre diez y once años.
Al hacerse la historia más popular, unos cuantos hombres comenzaron a buscar a la niña. Buscaron a lo largo de los márgenes de los ríos y en el desierto y sus cañones. Se dice que, un día, la encontraron caminando por un cañón con un lobo a cada lado. Cuando los animales huyeron, la niña se escondió en una hendidura de la pared del cañón.
Los hombres trataron de agarrarla, pero ella luchó mordiendo y arañando como un animal furioso. Cuando la capturaron empezó a gritar como una niña aterrada, al tiempo que aullaba de modo lastimero.
Sus captores la ataron con cuerdas, la colocaron boca abajo sobre un caballo y la llevaron a un pequeño rancho en el desierto. Decidieron entregarla al sheriff al día siguiente. Entre tanto, la metieron en una habitación vacía y la desataron; la pequeña, aterrada, se escondió en las sombras. La dejaron allí y cerraron la puerta.
Al poco rato se puso a gritar y aullar otra vez. Los hombres pensaron que iban a volverse locos si tenían que seguir escuchándola pero al cabo de un rato calló por fin.
Al anochecer se empezaron a oír aullidos de lobo en la lejanía. La gente decía que, cuando se callaban, la niña les respondía aullando.
La historia continúa diciendo que los aullidos fueron en aumento: llegaban de todas las direcciones y se acercaban cada vez más a la casa. De repente, como obedeciendo a una señal, los lobos atacaron los caballos y el resto del ganado. Los hombres salieron de la casa y, disparando sus pistolas, se internaron en la oscuridad.
En la habitación donde habían dejado a la niña, en lo alto de la pared, había una pequeña ventana con un tablón cruzado, sujeto con clavos. La niña arrancó el tablón, se deslizó por la ventana y desapareció.
Pasaron los años y no se volvió a saber nada de ella. Hasta que un día, unos jinetes en un recodo del Río Grande, cerca del Río del Diablo, divisaron a una joven de largo cabello rubio alimentando a dos lobeznos. Cuando la muchacha los vio, apretó los cachorros contra su pecho y corrió a esconderse en la espesura. La siguieron a caballo, pero no pudieron alcanzarla. Después buscaron por todas partes y no alcanzaron ni rastro de ella.
Eso es lo último que sabemos de la niña loba. Y es allí, en el desierto, cerca del Río Grande, donde este cuento termina.

Alvin Schwartz. Historias de miedo 3. Editorial Everest
Propuestas para mediadoras y mediadores
Texto
Estamos en el Río del Diablo, con John Dent, el trampero y su esposa Mollie. Estamos en un lugar donde había muchos castores. Quizá alguno de estos que vamos a ver ahora. Puede que sean de los que se salvaron de John Dent, experto cazador, en el texto de Alvin Schwartz, de su libro Historias de miedo.
Porque eso es la Literatura. La que nos permite trasladarnos a sitios tan lejanos, de Texas a Canadá, con historias tan distintas. De los lobos a los castores. Vemos a los castores, en esta página.
Y nos habla Schwartz, en Historias de miedo, de aquella niña desnuda, de largo cabello rubio, que iba corriendo entre los lobos. Todo son historias. Es decir, sucesos reales o imaginarios. En el fondo, aventuras.

Palabra magica
Nuestra palabra mágica hoy es rayo. Es el rayo, que el diccionario de la RAE define como «chispa eléctrica de gran intensidad producida por descarga entre dos nubes o entre una nube y la tierra», el que mata a John Dent.
Cualquiera como uno de los que aparecen en esta página.
Pues sí. Quienes hemos leído y releído el texto, hemos llegado a la conclusión de que es la palabra en torno a la que se desarrollan todos los acontecimientos que suceden. Es decir: la historia de este texto. ¿Estás de acuerdo con nosotros? Responde a las siguientes cuestiones:

  • Los vecinos del matrimonio Dent fueron muy deprisa y gracias a ello se salvaron la niña y la madre. (B)
  • A la niña de los Dent la vio, mucho tiempo después, un muchacho que dijo haber visto a una niña desnuda, de largo cabello rubio. (R)
  • Unos hombres, años más tarde, dijeron que esa niña tenía que ser adoptada. Y una pareja lo hizo y la llamó Loba Perdida. (N)
  • Años más tarde, unos jinetes vieron a una joven, de cabello rubio, alimentando a unos lobeznos. (A)
  • Después de que los jinetes vieran a la joven, todo el pueblo salió a recibirla para que se quedase con ellos. (P)
  • Cuando aparecieron los jinetes, la joven apretó a los cachorros contra su pecho. (Y)
  • Al final, ni los jinetes ni nadie pudo alcanzar a la muchacha. (O)

Si con tus respuestas puedes formar el nombre de una chispa eléctrica de gran intensidad, ¡enhorabuena!
Cuentame
Y ahora, si todavía te quedan fuerzas, es tu turno. Quizá no te haya pasado nunca. No hay problema. Queríamos que nos contaras la última historia que has vivido, donde pasaste miedo, de verdad. ¿Nunca se te han llenado de color rojo, las páginas del libro de crímenes que estabas leyendo? Ah, no. Quizá los gritos que has oído provenían del ordenador. De aquellas páginas que viste y que hoy recuerdas diciendo: ¿por qué les haría caso? Sólo a mí se me ocurre ver el miedo, el horror.

Autor

Alvin Schwartz

Nació el  25 de abril de 1927 en Nueva York (USA) y murió el 14 de marzo de 1992 en Nueva Jersey (USA).
Autor de más de cincuenta libros, le gustaba el folclore y los juegos de palabras. Estuvo una temporada en la marina para después interesarse por la escritura, siendo periodista en varios medios. Posteriormente se dedicó a la literatura, siendo sus libros de miedo los más conocidos.
Nuestro observatorio
Más datos biográficos de Alvin Schwart aquí

Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor tomada de Canal Lector

La isla Brasil. Vicente Muñoz Puelles. Editorial Anaya (Recomendado: 14-16 años)

4 Dic

cuentosyleyendasdelmar

Durante el siglo XIV se habló de otra isla fabulosa, que llevaba el nombre de Brasil o Hy Brasil. Se la solía situar en el Atlántico, al oeste de Irlanda, y los mitos irlandeses contaban que siempre estaba rodeada de una niebla infranqueable, salvo un día cada siete años. Ese día podía ser vista, pero no alcanzada.
Pese a llevar un nombre idéntico, no parece tener relación con el país sudamericano descubierto por exploradores portugueses en 1500, que al principio fue bautizado como Tierra de la Santa Cruz.
Para algunos era un resto de la Atlántida. Para otros, la misma isla que la de san Brandán. Una tradición irlandesa pretende que la isla Brasil se llama así en honor de los descendientes del clan Breasal, uno de los más antiguos del noroeste de Irlanda.
La isla Brasil figura en una carta de navegación del Atlas de los Medici, de 1531. En un mapa de 1367 se convierte, como por arte de magia, en tres islas, llamadas Braçir. En cartas posteriores aparece con los nombres de Bracir, Braxil, Brazille, Brasile, Bracie, Bresily, Bersil, Brazilae, Bresilji, Braxilis, Branzilae, O’Brassil. Ninguna isla real o imaginaria se ha llamado de tantas maneras.
Ha sido vista en diferentes lugares del océano, y tiene tantos nombres como formas. En algunos mapas se muestra como circular, con un río que la recorre de este a oeste. En otros, en cambio tiene forma de pez o de tortuga.
En 1647, el capitán británico John Nisbet navegaba al oeste de Irlanda por unas aguas que él y su tripulación conocían bien. Se había retirado a descansar cuando su segundo llamó a la puerta del camarote.
-¿Qué ocurre? –preguntó Nisbet.
-Hay una niebla espesa como un muro, capitán.
-¿Por dónde?
-Por todas partes.
-¿Cree usted que yo debería estar en cubierta?
-Sí, capitán.
Nisbet abandonó el camarote con rapidez. La niebla rodeaba el barco tan estrechamente que parecía posible, con sólo extender un brazo sobre la borda, entrar en contacto con algún ser sobrenatural.
-Nunca he visto una niebla así –dijo Nisbet.
-Tampoco yo. Por eso le he llamado. Es como si no quedara una estrella en el cielo.
Estuvieron observando el mar con aprensión (1). Al cabo de unas horas, lentamente, el aire se fue aclarando. Cuando la niebla se levantó por completo, descubrieron que el barco estaba peligrosamente cerca de unas rocas y a la vista de una isla.
Echaron el ancla. Cuatro miembros de la tripulación bajaron el bote y remaron hacia la costa, que no podía pertenecer sino a la legendaria Brasil.
Pasaron un día entero en tierra, y volvieron a bordo cargados de oro y plata, en forma de joyas, monedas y lingotes. Contaron que la isla estaba infestada de conejos negros, y que en ella había un castillo de piedra, donde vivía un viejo mago.
-Es un mago muy rico –le explicaron al capitán-. Tiene un gran tesoro a su cargo, y nos ha dicho que, si volvemos, nos dará mucho más.
El capitán iba a mandarles que subieran de nuevo al bote, pero entonces la niebla se alzó, y las estrellas se fueron apagando.
A la mañana siguiente, todas las miradas se dirigían hacia el lugar donde debía estar la isla. El ancla seguía en su sitio, pero no había huella de tierra alguna.
Por suerte para el capitán y la tripulación, el tesoro permanecía a bordo del barco.

(1)  Aprensión: temor, sospecha, desconfianza.

Vicdente Muñoz Puelles. Cuentos y leyendas del mar. Editorial Anaya

Propuestas para mediadoras y para mediadores
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RECURSOS

Texto
Emocionante el texto de aquella que se creía isla fabulosa. Pronto nos sitúa el autor en la historia. Podemos poseer esas incógnitas del tiempo, que ha ido formando y forjando la geografía, la vida y hasta los espíritus de los seres humanos. Aquí aparecen, en ese viaje fantástico que nos brinda el autor, una Irlanda con tradiciones milenarias, aquella mítica Atlántida y otras leyendas, sabiendo que una leyenda es, según el diccionario de la RAE, la relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.

 Palabra magica                            

Hoy la palabra mágica es fabulosa. Sí, sabemos que es una palabra que tiene varios significados. Es por tanto, polisémica. En el diccionario de la RAE encontramos estas definiciones para la palabra fabuloso o fabulosa:

  1. Quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste solo en la imaginación.
  2. Perteneciente o relativo a la fantasía.
  3. Presuntuoso y entonado.
  4. Magnífico, excelente.

Sabiendo que el libro a que pertenece este texto se llama Cuentos y leyendas del mar, ¿qué crees que significa que durante el siglo XIV se habló de Brasil como de una isla fabulosa? Elige la respuesta correcta.

  1. a) Brasil se consideró, durante muchos siglos, una isla fabulosa, lo cual no deja de ser una leyenda. Algo fantástico, fruto de la fantasía. Pero irreal.
  2. b) Brasil empezó a considerarse desde que existe la palabra fútbol.
  3. c) Brasil se consideró una isla donde se robaban los tesoros de los barcos.
  4. d) Nadie conocía el país que se denominaba Brasil. Nunca se había visto, por la niebla.

(Solución: la respuesta correcta es la a.)

Cuentame
No sabemos, lógicamente, cómo fue tu último viaje. Sí, aquel que conseguiste después de tanto esfuerzo por convencer a los mayores. Sabemos que algo mágico, fabuloso, se produjo en aquel viaje. ¿Eras tú quien iba al final del autobús, el que ponía, con unas letras muy grandes, dibujadas alrededor de una especie de globo terráqueo, Autobuses Atlántida? A lo mejor, conseguiste, gracias a aquel conductor experto en viajes mágicos y misteriosos, llegar a ese continente que aún nadie conoce, nadie ha visto. ¿Cómo se llamaba aquel conductor? Cuando cogió el micrófono, antes de empezar el trayecto, ya comenzó diciendo:

“-Buenos días, señoras y señores, jóvenes y menos jóvenes. Si hay alguien que se marea, es mejor pensar antes de empezar el viaje. No, no vamos a ir por carreteras con muchas curvas. No iremos por senderos difíciles, en los que se suben y bajan altas montañas. Vamos en un autocar muy seguro, donde irán tranquilas y tranquilos. Piensen que un servidor, cuyo nombre es Magdaleno, lleva, en sus manos, pies y espalda, más de seiscientos mil kilómetros conducidos. Recordarán aquello de echa el freno… Bien. He de decirles que, como favor, se ahorren el dicho, porque no será necesario. El viaje es distinto. Podemos decir que va a ser un viaje mágico, donde sólo depende de ustedes ver lo que quieran. Sólo decirles ya, que empieza nuestro fabuloso camino. Que tengan, que tengamos todos un maravilloso viaje. ¡En marcha! …”

¿Cómo fue la salida de aquel autobús de La Atlántida? ¿Y las paradas? ¿Quiénes subieron, que no esperabais? ¿Hubo algún momento difícil, de tensión extrema? ¿Se puso alguien tan nervioso o tan nerviosa que no podía más? Cuéntanoslo. Este será el fantástico artículo para La gran odisea de La Atlántida.
Autor
Vicente Muñoz Puelles
Nace en Valencia  (España) en 1948. En su infancia vivió rodeado de libros, hecho que marcó su gran interés por la literatura.  Licenciado en Ciencias Biológicas, es profesor en la Universidad de Valencia. Muchas de sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Ha escrito para el público infantil,  juvenil y el adulto. Ha recibido numerosos premios. En muchos de sus relatos recrea pasajes de su niñez.
 Nuestro observatorio

Más datos biográficos del escritor en Canal Lector y un reportaje realizado en la Biblioteca valenciana Nicolau Primitiu

Bibliografía
Libros de Vicente Muñoz Puelles en Canal Lector

El ambiente se caldea. Thomas Byrne y Tom Cassidy. Editorial Alianza (Recomendado: 14-16 años)

30 Oct

comosalvaralmundo
Después de recorrer varios kilómetros notas un poco de frío y decides poner la calefacción. Orientas el ventilador del salpicadero (1) que tienes frente a ti de manera que una agradable columna de aire caliente te dé directamente en la cara. Te sientes tan a gusto que, como es natural, te desesperas cuando, al dar un giro, desaparece ese chorro de aire caliente. En cambio, cuando enderezas el vehículo, reaparece al instante y restas importancia a todo el asunto al interpretarlo como una mera extravagancia (2) mecánica. Pero entonces, cuando tuerces otra esquina, ¡el chorro vuelve a desaparecer! Aquí está pasando algo muy raro y tú estás decidido a llegar al fondo del asunto.
Compruebas todos los equipos y todo parece funcionar bien, pero cada vez que giras sigue pasando lo mismo. Tras una inspección más detenida, reparas (3) en que no es que el chorro deje de fluir, sino que se desvía de tu cara; se desplaza hacia un lado u otro cuando giras y también parece depender del sentido de cada giro.
¿Cómo se mueve la columna de aire? Imagina que giras a la derecha, ¿hacia qué lado de la cara se desvía el aire caliente? ¿Hacia la derecha o hacia la izquierda? ¿Por qué?
Datos clave

  • Conduces por una carretera.
  • Un ventilador de la calefacción situado en el salpicadero del vehículo te lanza una columna de aire directamente a la cara.
  • Cuando giras hacia la derecha, la columna de aire se desvía de tu cara y después regresa cuando el coche endereza la marcha.

Desafío
Determina en qué dirección se desplaza la columna de aire cuando giras hacia la derecha.
Las superlectoras y los superlectores quizá no quieran mirar las soluciones que plantean los autores de este libro. Son muy libres de hacer lo que consideren oportuno. En cualquier caso, aquí las incluimos por si a alguien le interesan.

Solución:

El chorro de aire sigue al dar el giro, así que te recorre la cara en la dirección del giro. Por tanto, cuando giras hacia la izquierda, el aire te cruza la cara de derecha a izquierda y después regresa cuando enderezas la marcha. Quizá no sea lo que esperabas…
Olvídate de los ventiladores de aire por un momento y piensa en pelotas de tenis. Si dejaras rodar una pelota de tenis por el suelo del vagón de un tren en la dirección de la marcha, cuando el tren girara, la pelota siempre tendería a conservar la línea recta siguiendo su trayectoria original. Esto significa que se desplazaría en la dirección opuesta a la del giro: si el tren girara a la derecha, la pelota se desplazaría hacia la izquierda del vagón.
Pero sitúate ahora en el otro extremo del vagón y pon a rodar otra pelota de tenis por el vagón en el sentido contrario a la marcha. En este caso, cuando el tren toma una curva, la pelota hace lo opuesto: se mueve en la misma dirección que el giro porque igualmente tiende a conservar su trayectoria inicial.
El chorro de aire se comporta de manera idéntica a esta segunda pelota de tenis.

  1. Salpicadero: tablero situado delante del asiento de la conductora o del conductor.
  2. Extravagante: raro, extraño.
  3. Reparar: notar, advertir algo.

Thomas Byrne y Tom Cassidy. Cómo salvar al mundo con el aliño de ensalada y otros problemas científicos insólitos.  Editorial Alianza

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
Pues sí. El título del texto es muy interesante. El ambiente se caldea. Fíjate en las definiciones que da el Diccionario de la Real Academia Española del verbo caldear:

  1. tr. Hacer que algo que antes estaba frío aumente perceptiblemente de temperatura.
  2. tr. Excitar, apasionar el ánimo de quien estaba tranquilo e indiferente.
  3. tr. Animar, estimular el ánimo de un auditorio, de un ambiente, de una reunión, etc.

La primera acepción vale perfectamente para lo que el texto nos cuenta. Pero ya con la segunda y la tercera acepción, nos introducimos en la aventura. Pensamos, planeamos, nos informamos, como verás en las próximas direcciones y decidimos. Eres tú misma o tú mismo quienes os ponéis las pruebas, para ver si las sabéis resolver. Elige el lugar al que quieres ir. Vas a ir en automóvil. Alguien conducirá para poder llegar. Ya luego, cuando llegues, podrás elegir si te apetece andar, montar en bicicleta o en otro medio de transporte, en ese lugar al que has llegado. Sólo una cuestión anterior a tu viaje: apunta, en algún cuadernito o papel que lleves, cuántas veces ha cambiado el ventilador del salpicadero. ¿Lo has notado, como dice el texto?


Palabra magica
Hoy la palabra mágica es recorrer. Este verbo, recorrer, significa efectuar un trayecto. Vamos a leer algunas palabras, entre las que hay sinónimos (ya sabes: palabras que tienen la misma o muy parecida significación) de recorrer y otras que no lo son. El reto de esta prueba es ordenar, alfabéticamente, los sinónimos de recorrer. Siempre está el diccionario para conseguir el cien por cien de “aciertos”. Y como es muy fácil, indica a qué conjugación pertenece cada verbo sinónimo de recorrer.

Ordenar             Viajar                 Circular              Investigar

Visitar                Ir                       Contar                 Correr

Navegar             Trotar                Sentir                 Deambular
La solución es:

Viajar (1ª), circular (1ª), visitar (1ª), ir (3ª), correr (2ª), navegar (1ª), trotar (1ª), deambular (1ª).

Cuentame
Hoy nos pierde nuestra curiosidad. Estamos deseando que nos cuentes tu último viaje en coche. Pero la cosa no se queda ahí. Eso es muy fácil y lo recordarás estupendamente. ¿Y la siguiente proposición que nos plantean los autores del libro? ¿Has viajado, últimamente en tren? ¿Habías leído ya el libro Thomas Byrne y Tom Cassidy de Cómo salvar al mundo con el aliño de ensalada y otros problemas científicos insólitos? ¿Conseguiste ser capaz de dejar rodar una pelota de tenis por el vagón donde ibas? Quizá fuera imposible, porque en los trenes hay reglamentos que no permiten a los viajeros que hagan lo que quieran. Y eso es lógico, porque si cada una o cada uno hiciéramos lo que quisiéramos, los viajes se harían insoportables. Pero si ibas con alguien que te pudo ayudar, a lo mejor conseguiste hacer los experimentos que cuenta el libro. Si fue así, nos lo podías contar, porque estamos muy intrigados. ¿Crees que lo podríamos hacer nosotros? ¿Crees que hay algo especial, muy especial que hay que tener para conseguirlo? Las curiosas y los curiosos te lo agradeceríamos mucho. Muchas gracias y que disfrutes de tu próximo viaje.

Autor

Los autores, Thomas Byrne y Tom Cassidy proponen en Cómo salvar al mundo con el aliño de ensalada y otros problemas científicos insólitos un planteamiento entretenido y original para acceder al funcionamiento elemental de la física y las matemáticas para los aficionados, que deben enfrentarse a varios problemas que tienen diferentes grados de dificultad. Las soluciones se ofrecen al final de forma razonada y clara.

El cero Rey. Juan José Millás. Editorial SM (Recomendado: 14 años)

18 Jun

numerospares

El cero, harto de no ser nada, decidió buscarse la vida fuera del sistema métrico decimal.
-Al otro lado del Sistema Métrico Decimal no hay nada –le dijeron los números pares y los impares y también los idiotas, pues sabían que sin el cero todo el sistema se vendría abajo.
-Pues ese es mi sitio –respondió él-, ya que no soy nada.
-Sí eres, sí eres –le dijeron.
-No soy, no soy –respondió él.
Dos días son dos días, y siete semanas son siete semanas, pero cero meses no es ningún mes.
-Ponte a mi lado y seremos un 40 –le dijo el 4.
-Quiero ser algo por mí mismo, sin ayuda de nadie.
Atravesó, pues, el Sistema Métrico Decimal y llegó a un lugar raro, donde las cosas no eran nada. Ni las calles eran calles, ni los semáforos semáforos, ni los árboles árboles. “Este es mi sitio, puesto que soy un número que no es un número”.
Entró sigilosamente en una casa y vio a un padre que no era un padre, una madre que no era una madre, unos hijos que no eran unos hijos, y un canario que no era un canario.
Estuvo todo el día observando, escondido tras un sofá que no era un sofá, a aquella familia que no era una familia. Al atardecer salió a la calle que no era una calle, feliz de haber encontrado para vivir un lugar que no era lugar.
Pero apenas había recorrido dos manzanas, cuando fue detenido por dos policías que no eran policías.
-Usted no puede permanecer aquí –le dijeron. Para estar aquí es preciso no ser nada.
-Es que yo soy un cero –dijo el cero.
-Un cero es un cero –le contestaron.
-Un cero –repuso él- es un número que no es número. ¿Cuántos días son cero días? ¿Cuántas semanas son cero semanas? ¿Cuántos meses son cero meses?
Los policías que no eran policías se miraron sin saber qué contestar.
-¿Qué diferencia hay entre un cero y nada? –insistió el cero.
El asunto fue llevado ante unos licenciados en nada, que era la profesión más extendida en aquel sitio. Tras darle muchas vueltas al asunto, estos expertos decidieron que no era lo mismo nada que cero.
El cero fue devuelto violentamente al Sistema Métrico Decimal, donde fue recibido con todos los honores por el resto de los números, que no podían vivir sin él.
Y para que no volviera a irse, lo nombraron el Rey del Sistema, y él aceptó, y desde entonces reina sin comprender por qué es preciso ser nada para serlo todo.

Juan José  Millás. Números pares, impares e idiotas.  Editorial SM

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
En muchas ocasiones, pensamos que quienes nos rodean no tienen sentido. Es decir, no valen para nada o casi nada. Nos sucede también a nosotras mismas o a nosotros mismos. Pero ¿quién soy yo? ¿Para qué valgo? Eso es lo que le pasaba al cero. Claro que él estaba en el Sistema Métrico Decimal. Con ese Sistema, la Humanidad ha conseguido entenderse: nos hemos puesto de acuerdo en las medidas, en los pesos, en las distancias, en las temperaturas, en las velocidades, en los tiempos y en muchas cosas.

Y por eso, el cero y todos los números existen y son importantísimos, para que las medidas sean exactas y nos entendamos bien entre todos. ¿Acaso nos parece poco importante ponernos de acuerdo en algo? Si eso pasara siempre en la Humanidad, a lo mejor las guerras no existirían, mucha gente no se moriría de hambre, atenderíamos a los enfermos que lo necesitan…

Podría ser, incluso, que el dinero estuviera mejor repartido. Ahora, algunos, unos pocos, tienen muchísimo. Otros, muchos más, tienen muy poco. No tienen ni para vivir… La verdad es que la Humanidad viviría mejor de lo que vive. Y para eso, lo que sí sabemos es que todas y todos somos necesarios. Es algo muy parecido a lo que sucedió con el cero. Porque lo que pasaba es que el cero estaba deprimido. Hasta que tomó una gran decisión: aceptó que lo nombraran Rey del Sistema. Y desde entonces reina. Aunque siguió haciéndose aquella pregunta, que no lograba responder: ¿por qué es preciso ser nada para serlo todo?

Lo que no poseemos, por desgracia, es la gran respuesta a esa pregunta. Pero si luchamos y nos unimos todos, podemos probar lo que sucede. A lo mejor nos llevamos una gran alegría y conseguimos que el cero se sienta mejor. Y nosotras y nosotros también.
 Palabra magica
Hoy la palabra mágica es observar. El pobre cero se consideraba nada, que no era nada, fuera del Sistema Métrico Decimal. Observó a aquella familia, que no era familia, aquella calle, que no era calle, un lugar que no era lugar… Todo lo que observaba era ¡nada! ¿Serían invisibles?

Pues no. No eran invisibles, porque el cero va recorriendo todos esos lugares que menciona. Una cosa es ser nada y otra, muy distinta, ser invisible.

El actor y director de cine español, Javier Bardem, nos explica, en la película  Invisibles, cuántos invisibles están ahí, en el mundo; ese mundo al que no queremos mirar, porque no nos gusta. Y, sin embargo, está ahí. Dice una de las participantes en la película: “Somos totalmente olvidados por todos. No es que no nos vean; es que no quieren vernos”. Observa, mira y, si puedes, ayuda a los invisibles, a los que nadie quiere ver.

Cuentame
Hoy puedes revisar tu memoria. Seguro que tienes una “memoria de elefante”. Y eso que no está demostrado científicamente que esa frase tenga fundamento. Lo que sabemos del elefante está en que es el mayor de los animales terrestres que viven ahora, pues llega a tres metros de alto y cinco de largo, dice el diccionario de la Academia (escribe la palabra arriba, en el lugar que corresponde y haz clic en buscar). Ahí encontrarás su definición).

Lo que puedes, con un paseo mental, es recordar si en los itinerarios que haces hay invisibles. Gente, como decía la película de Javier Bardem, que nadie quiere ver. ¿Has hablado alguna vez con un o una invisible? ¿Te ha dicho de dónde viene? ¿Por qué está ahí? ¿Cuál es el principal problema que hay en su lugar de origen? ¿Has comentado alguna vez este asunto en tu casa? ¿Con amigas o amigos?

Este puede ser un momento estupendo para que busques información y actúes, con las personas que te pueden ayudar, a proponer acciones a favor de esos miles y miles de invisibles.

 Autor

Juan José Millás
Nace el 31 de enero de 1946 en Valencia (España).
Se traslada la familia a Madrid cuando Millás tenía 6 años. Estudió Filosofía y Letras, abandonando al tercer curso. Antes de poder dedicarse a escribir trabajó en Caja Postal e Iberia. Desde los años 90 del siglo pasado escribe en el periódico El País. Ha recibido varios premios.

Nuestro observatorio

Se pueden consultar más datos biográficos sobre Juan José Millás en su página oficial.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros tomada de Canal Lector.

Dolor de rosa. Joles Sennell. Editorial Oxford University Press

4 Jul

dolor derosa

Una mañana, de pronto, me levanté con dolor de rosa. El dolor de rosa era una nubecilla pequeña, un copo de niebla, que se me había aposentado en medio del pecho y me producía un dolor dulce, suave, sutil. Era un dolor extraño, no sólo por su semejanza a una neblina rosada, sino porque, a pesar de ser un dolor y, por lo tanto, un poco angustioso, no resultaba desagradable.
Al principio, intenté hacerlo desaparecer sacudiéndolo con la mano, soplándolo con todas mis fuerza, echando a correr, acercándole una cerilla… No hubo nada que hacer. El dolor de rosa se movía un poco, parecía que iba a desvanecerse, pero al final, volvía a concentrarse en mi cuerpo. Tuve que aceptarlo. Y confieso que incluso me gustaba sentir aquella punzada extraña y dulce sobre mi pecho, un poco decantada hacia el lado del corazón.
Pero me daba vergüenza. La gente me miraba por la calle. Los niños me señalaban con el dedo mientras las madres les decían que señalar a las personas es de mala educación.
Lo peor fue el autobús. La gente, instintivamente, se alejaba de mi lado, como si la nubecilla de color rosado fuera algo contagioso y peligroso. Me sentí muy inquieto. Sobre todo porque, como todos los días, en el autobús de las siete y media iba aquella chica rubia que me gustaba tanto. Me dio rabia que me viera con aquella pinta.
Y lo de la nubecilla no fue nada comparado con lo que me pasó a continuación: sin saber cómo ni por qué, del dolor de rosa me salió una pompa tornasolada que fue subiendo poco a poco hasta el techo del autobús, donde me estalló. Los viajeros me miraron de mala manera mala manera. Y después me salió otra pompa tornasolada. Y otra…¡Menos mal que había llegado a mi parada! Bajé de un salto, sin atreverme a mirar a la chica rubia y dejando detrás de mí, como una estela, un olor a jabón de lavanda.
En la oficina, los compañeros de trabajo se fueron con todas las ganas de mi dolor de rosa. Y cuando, angustiado y ofendido, me senté en mi mesa al mismo tiempo que salía de la nubecilla un pensamiento amarillo y morado, la jerga que se organizó fue de aúpa. Salió el gerente, con cara de pocos amigos, me hizo responsable de la algazara y me echó una filípica de padre y muy señor mío. En plena bronca, salió de la nubecilla una mariposa de vivos colores que revoloteó durante un rato en torno a las narices del gerente. El hombre se puso frenético y me amenazó con encerrarme en el lavabo hasta que dejara de hacer aquellas “bromitas de mal gusto”. Me costó mucho trabajo convencerlo de que lo de la nubecilla era una desgracia como otra cualquiera. Al fin se fue a su despacho diciéndome que si aquel “curioso fenómeno” persistía lo que debía hacer era colocarme en un circo, fuera de horas de oficina, ya que sin duda podría sacarme un buen sobresueldo. Aquel hombre siempre pensaba en lo mismo…
Al cabo de una semana de dolor de rosa y de inesperadas apariciones de bambollas, flores, mariposas, libélulas, pajarillos de mil colores y más cosas, ya había aprendido cómo funcionaba todo aquello. Por ejemplo, me había dado cuenta de que los objetos y los seres voladores incontrolados y multicolores, aparecían cuando me ponía excesivamente nervioso por ser uno u otro motivo. Por otra parte, llegó un día en que en la oficina ya no hacían caso al extraño fenómeno y yo me había acostumbrado a tener la mesa llena de gusanos de luz, orquídeas exóticas, bolitas de colores y banderitas de papel de seda.
Lo que me resultaba más difícil eran los viajes en el autobús. La gente desconfiaba de mí y se advertía desde el primer momento que no les hacía ninguna gracia viajar en mi compañía.
A mí todo me daba igual. Por lo único que lo sentía era por la chica rubia, pero estaba seguro de que si me acercaba a ella con el propósito de darle una explicación, aún se asustaría más… No obstante, un día decidí que, a pesar de todo, era mejor decirle algo. No podía soportar la idea de que me tomara por un bicho raro, cosa que sin duda ocurriría si no hablaba… Y a mí la chica me gustaba tanto…
En un arranque de valor me acerqué a ella y le dije:
-Oiga…
No pude decir nada más. Me había puesto tan nervioso que la nubecilla lanzó una especie de bengala encendida. Ya podéis imaginar el revuelo que se armó en el autobús: Chillidos, gritos, corridas y desmayos al por mayor. El lío fue tan mayúsculo que el conductor se vio obligado a parar. Acto seguido vino hasta donde yo estaba y me echó del vehículo.
Me apeé con la cabeza baja, compungido y triste meditando mi mala suerte. Además de haberme puesto en ridículo delante de la chica, tendría que ir andando al trabajo y llegaría con retraso.
Y he aquí que, de pronto, oigo a mi lado una voz muy agradable que me dice: ¿Quería decirme algo?
Era la chica rubia. El corazón me dio un salto y la nubecilla dejó caer una pelotita de tenis.
-Se le ha caído esto –dijo ella con toda naturalidad al tiempo que recogía la pelotita del suelo.
-Si la quiere se la regalo –murmuré.
-¡Gracias! –contestó ella. Y sonrió. Aquello me dio fuerzas y le expliqué mi problema. Me escuchó atentamente y, al acabar mi relato y después de pensar un poco, dijo:
-Tal vez está enamorado…
-¿Y cómo es posible si yo, que sepa, no…?
-Oh –me interrumpió-, a lo mejor está enamorado sin saberlo y ésa es la causa de que le ocurra todo esto…
Como ella ya había llegado al lugar donde trabajaba, tuvimos que dejar la conversación en ese punto. Yo seguí mi camino más contento que un niño con zapatos nuevos.
Llegué tarde y el gerente me puso una sanción, lo cual no me importó ni poco ni mucho. A media mañana me di cuenta de que en las últimas horas no me había salido nada de la nubecilla y aquello no era normal. Pero lo más gordo era que tampoco estaba la nubecilla. Se había esfumado. A partir de aquel momento ya no hice nada de provecho. Sólo podía pensar en lo que me había dicho la chica del autobús. Al fin me dije que tenía que rendirme ante la evidencia.
En el autobús, de regreso a casa, volví a coincidir con la chica. Le mostré la desaparición de la nubecilla y le dije que después de haberlo pensado detenidamente había descubierto que tenía razón, que estaba enamorado de ella y que no me había dado cuenta hasta aquella mañana.
-¿Qué podemos hacer? –le pregunté.
Ella primero se sonrojó. Después dijo:
-Lo más urgente es decirnos nuestros nombres y tutearnos. Y después, quedar para salir… Me parece que eso es lo que suelen hacer los enamorados, ¿verdad?
Verdad.

Joles Sennell.  Dolor de rosa y otros cuentos.  Ed. Oxford University Press

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

 Dolor de cabeza, dolor de muelas, pero ¿dolor de rosa? Sí. Eso es posible gracias a la Literatura. La capacidad que tiene un autor para sorprendernos, para convertir la imaginación, su imaginación, en esas palabras, en ese texto que nos hace levantar una ceja, abrir los ojos como platos, bajar el labio superior… Toda una gama de gestos, muecas para demostrar nuestra extrañeza. Las primeras palabras de Joles Sennell son como una gran bolsa mágica, de la que vamos sacando sorpresas. Porque el dolor de rosa era una nubecilla, un dolor pero no desagradable. Era sutil. Aunque a nuestro protagonista no le gustaba del todo, porque intentó, por cualquier medio, hacerlo desaparecer. No hubo manera. Ya podía soplar, echar a correr y lo que fuera. Ahí seguía el dolor.

Pero no hay sólo un dolor de rosa, como le pasaba a quien cuenta la historia. Hay también, como puedes comprobar en esta dirección que te damos, un autobús de Rosa. Un libro de la editorial Barbara Fiore

Y aquí tienes unas cuantas, a las que sólo les falta el aroma. Sí. Son rosas.

¿Has oído, alguna vez, la expresión: la vida es de color de rosa? ¿Sabes qué quiere decir? ¿Piensas que tiene que ver con el dolor de rosa o es todo lo contrario? ¿Crees que pronto nuestro protagonista podría cambiar su dolor de rosa por otra expresión, que también utilice el color rosa, pero sea mucho más agradable?

Si te interesa el tema, puedes leer estos libros, donde está presente el amor, de diferentes maneras.

El blog de Cyrano
Gretchen se preocupa
El castillo de los Pirineos

Palabra magica

La palabra mágica hoy es enamorados.

La chica rubia del autobús es la que toma la decisión de hacer un comentario a nuestro protagonista. “Tal vez está enamorado…”
Como la contestación del protagonista no dejaba nada claro, sino que le dijo: “¿Y cómo es posible si yo, que sepa, no…?
Nuestro comentario al protagonista sería éste: “Pero buen hombre. ¿Se ha leído usted lo que en el diccionario encontramos, cuando buscamos la palabra amor? ¿Se ha dado cuenta, realmente, de lo que le está diciendo esa chica rubia que tanto le gusta a usted?

Mire, joven. Usted no tiene dolor de rosa. Usted lo que tiene es un enamoramiento por esa chica rubia. Usted está enamorado. Tiene usted todos los síntomas claros: siente usted inclinación por ella. Le tiene mucho afecto. Le alegra profundamente verla y le encantaría estar con ella. ¿Verdad? Pues es usted un verdadero diccionario abierto. Vaya usted a leer uno y verá cómo lo que usted siente es amor. Está usted enamorado.

Si le parece, podía usted contárnoslo, en el apartado siguiente. Si lo consigue, la palabra mágica ha logrado su hechizo. La magia de la palabra habrá funcionado.

Cuentame

¿Recuerdas cuándo fue tu primer enamoramiento? ¿Con quién fue? ¿Dónde te sentiste enamorada o enamorado?

Descríbenos cómo era él o ella. Qué es lo que más te gustó. ¿Fuiste capaz de decírselo? ¿Con qué amigas o amigos lo comentaste?

A lo mejor, no te sucedió nada de lo que dicen la chica rubia y nuestro protagonista. O a lo mejor sí. Dinos qué te importa más de una persona con la que crees que hay amor. ¿A qué sitios te gusta ir con él o con ella? Podrías contarnos si habéis leído los dos un libro o visto alguna película que os apeteciera. ¿Tenéis planteada alguna salida fuera de casa y del colegio o instituto? ¿Recuerdas la última excursión que hicisteis? ¿Adónde fuisteis? ¿Es problema el dinero con que contáis? A lo mejor, lo que más os apetece es ir a un concierto juntos. A ver si eres capaz de poner tus conjuntos preferidos y el título de alguna canción que os guste a los dos.

Cuando pasa algo que no va demasiado bien, ¿lo conversas con él o con ella o crees que es algo enormemente personal y que cada uno debe resolver sus problemas?

Autor

Joles Sennell

Nació el  24 de diciembre de 1945 en Vic (Barcelona, España).  Su nombre verdadero es Josep Albanell. Cuando escribe libros para niños utiliza el seudónimo de Joles Sennell. Vivió su infancia y adolescencia en Seu d´Urgell (Lérida, España). Actualmente vive en Barcelona.  Estudió Filosofía y Letras. Trabaja en un banco.

Fue un lector voraz de pequeño y no leía más porque no tenía más libros. Descubrió el “chollo” de la biblioteca pública de la Seu, y así pudo leer a Julio Verne y otros muchos más autores. Le gustaban las aventuras y sobre todo las de náufragos. También le gustaba Tarzán. Escribió su primera novela a los 12 años.

Ha recibido numeroso premios.

Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se pueden ampliar algunos datos sobre Joles Sennell, además de consultar su biografía en Canal Lector.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor  tomada de  Canal Lector.