Yendo y viniendo del campo al matorral, Cipi pasó días de sacrificio, pero no lo sentía, al contrario, estaba más contento porque la gorrioncilla mejoraba cada día.
A veces ésta le decía al compañero:
-¡Qué tristeza tener que estar aquí inactiva, yo que hacía todo sola y volaba más alto que las nubes!
Y lloraba, pobrecita. Otras veces, suspirando, pedía a Cipi:
-Cuéntame lo que ves cuando vuelas, ¿el árbol grande está todavía vestido de blanco? ¿Tienen todavía los prados tantos ojos de colores?
Y Cipi, pacientemente, le explicaba que ya todas las plantas se habían quitado el traje nupcial y se habían puesto el delantal verde de trabajo, estaban atareadas nutriendo a los frutos que todos los días crecían un poco bajo la caricia del sol.
-Bola de fuego está madurando unas bolitas rojas que serán una delicia… -le decía.
Y ella:
-¡Quién sabe si algún día podré salir de este escondrijo y subir a su encuentro! Tengo muchas ganas de calentarme con su fuego, de ver los colores… ¿verdad, Cipi, que los colores son maravillosos? El que más me gusta es el plata de la cinta serpenteante, ¿y a ti?
-A mí el amarillo de los granos de maíz.
-A mí me gustan los mil ojos violetas de una plantita que vive sola en un corralito. Y a ti, ¿qué otra cosa te gusta?
-¡El rojo de las bolitas del árbol grande!
-¡El rojo de las bolitas del árbol grande!
¿Podré todavía ver los colores, Cipi? –suplicaba la gorrioncita desesperada.
-Claro que los verás –explicaba Cipi.
Una vez le dijo:
-Si quieres… yo te acompañaré a verlos cuando estés curada… ¡pero si quieres!
-¡Qué bueno eres! –exclamó la gorrioncilla- no olvidaré lo que has hecho por mí, ¡tú que eres el más hermoso y el más generoso de todos los pájaros!
-Entonces, ¿querrás?
-¡Claro que querré!
-Y luego, si quisieras… -continuó Cipi- me gustaría jugar contigo alguna vez.
-¿Dices alguna vez? ¡Contigo siempre querré jugar si te apetece! Sé un montón de juegos, ¿y tú?
-¡Yo sólo sé hacer carreras!
Tras esta respuesta Cipi se quedó un rato pensando y, de repente, armándose de valor declaró:
-¡Gorrioncita…! ¿Sabes? Creo que sería capaz de hacer otra cosa… si quieres…
¿Un juego?
-¡Más bonito, más bonito!
¿Más bonito que un juego? ¿Qué?
-Juntos… tú y yo… ¿quieres que hagamos una casita de plumas…? Vamos, ¡un nido! Uff, ¿no comprendes?
La gorrioncita no contestó a estas palabras; se acercó a Cipi y con la punta del pico le besó en la cabecita.
-¿Por qué no? –exclamó riendo.
Y por primera vez desde que estaba herida sintió felicidad en el corazón.
-¡Quiero curarme! –gritó.
Mario Lodi. Cipi. Ed. Alfaguara
Propuestas para mediadoras y para mediadores.
RECURSOS
Muy al principio de este texto, Mario Lodi, el autor, nos plantea una historia entera. Sabemos quién es Cipi. Con quién está. Con una “chica-pájaro”, su compañera: una gorrioncilla. Parece claro, entonces, que nuestro protagonista no puede ser otro que un gorrión. Pero ¿te has dado cuenta del título de este capítulo de Cipi? ¿Cuál de estas situaciones tiene relación con la lectura?
1) Cipi estaba muy cansado y ya no quería ni podía hacer más veces de médico de la gorrioncilla.
2) Cipi le dice a la gorrioncilla que se vaya con él, rápidamente. Es mejor salir a volar que quedarse ahí, sin moverse.
3) Cipi le va explicando a la gorrioncilla todo lo que él veía. La gorriona le iba preguntando: cómo está el árbol, las plantas, lo que hacía bola de fuego, que es el sol y todo lo que ella no podía ver ahora.
Vamos a ver una página, (hay varias en esta dirección), en la que aparecen un gorrión y una gorriona. Están haciendo su nido. No sabemos sus nombres, pero puedes dárselos tú.
Y aunque sean tan pequeños, fíjate lo listos que son. Hasta nos permiten jugar un rato. Veremos y oiremos a unos cuantos pájaros. ¿Conseguirás decir a quién corresponde cada sonido?
¡Suerte en el juego!
Y tampoco nuestros cantantes se han olvidado de ellos, de los gorriones. En estas páginas podrás escuchar una canción de Joan Manuel Serrat y otra de Sergio Dalma. Son estilos muy distintos, pero en las dos está presente ese pajarillo pequeño, que podía ser Cipi, el protagonista de la lectura de hoy. Un gorrión.
Hoy nuestra palabra mágica es colores. Le dice la gorrioncilla a Cipi: “¿Verdad, Cipi, que los colores son maravillosos? El que más me gusta es el plata de la cinta serpenteante, ¿y a ti?”
Parece que nos lo pregunta a quienes leemos este precioso texto. Pues vamos a comprobar (porque la magia está llena de secretos), que con los colores se pueden hacer miles de cosas: pintar, hablar, cantar y las que a ti se te ocurran.
¿Crees que podrías convertirte en una pintora o en un pintor? ¿Y crear una melodía? Te toca hacer un dibujo, o la letra de una canción, donde utilices los colores. Los que tú quieras. Vamos a pintar o a cantar los colores de los sentimientos. ¿Quééé?, preguntarás.
Tranquilidad. Ya sabemos que no es una cosa fácil. Pero seguro que lo vas a conseguir. Ahora, con lo que te vamos a decir, se te irán ocurriendo cosas bonitas. Tienes que atribuir colores a estos sentimientos:
Si la amistad tuviera un color, ¿cuál sería, para ti?
Si el cariño tuviera un color, ¿cuál sería, para ti?
Si la ayuda tuviera un color, ¿cuál sería, para ti?
Después, a ver si se te ocurre la letra de una canción, para esos sentimientos que tenemos.
¿Has tenido, alguna vez, una conversación con alguien que te planteara algo para hacer los dos, o los tres, o los cuatro, o cuantos seáis tus amigas y tus amigos? ¿Y en casa, con gente de tu familia: hermanas, hermanos, primos y toda la familia que tengas? Cuando te pedimos que participes en este apartado: Cuéntame, es para que pases un buen rato.
Sólo consiste en rascar suavemente la cabeza, mirar enfrente o cerrar un poco los ojos y hacer memoria de cosas estupendas que hayas hecho. No te preocupes si sólo te salen juegos donde lo has pasado fantásticamente. Lo que sí sabemos, porque nos lo ha dicho un pajarito, es que no has pensado en hacer una casita de plumas, como Cipi y la gorrioncita. ¿O sí? A lo mejor resulta que eres una enamorada o un enamorado del cuidado de pájaros y has hecho un montón de nidos. ¿Es así?
Bueno. Te dejamos que pienses un poco y, cuando se te haya ocurrido algo, nos lo cuentas. ¿Te parece? Gracias, de antemano, por participar.
Mario Lodi
Nació en Vho di Piadena (Italia) en 1922 y ha muerto el 2 de marzo de 2014 en Drizzona (Italia). Estudió magisterio. No le gustaba su primer trabajo y lo dejó para irse a pintar pañuelos y telas con un amigo. Después aprobó las oposiciones de magisterio. Su primer destino fue una escuela rural. Formó parte del Movimiento de cooperación educativa (MCE). Allí descubrió una nueva forma de hacer y pensar la escuela. Se jubiló en 1978. Ha estado realizando actividades muy diversas relacionadas con la educación y la literatura hasta sus últimos días. Sus libros para niños parten de los propios niños. Son ellos los que le inspiran.
Alguna opinión de Lodi: “Los niños en la escuela no deben sentirse en competición con los demás para conseguir buenas notas o premios. Deben, por el contrario, trabajar conjuntamente por el bien de la comunidad. Me parece un valor importante sobre todo en la sociedad actual fundamentada en la competición que genera violencia, corrupción y frustración”.
Más datos biográficos y entrevista a Mario Lodi
Bibliografía
Algunos de sus libros en Canal Lector:
¡Estate quieto!
Cipi
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