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Tistú. Maurice Druon. Editorial Juventud (Recomendado: 13-14 años)

5 Sep

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Donde se confía a Tistú al señor Tronadizo, que le da una lección de orden

No cabía duda de que el temperamento explosivo del señor Tronadizo tenía por causa su prolongado trato con los cañones.
El señor Tronadizo era el hombre de confianza de Señor Padre. El Señor Tronadizo vigilaba a los numerosos empleados de la fábrica y los contaba cada mañana para asegurarse de que no faltaba ninguno; miraba el interior de los cañones para saber si estaban bien derechos; comprobaba por la tarde el cierre de las puertas, y con mucha frecuencia se quedaba a trabajar hasta de las cifras muy avanzada la noche para convencerse de la alineación perfecta en los gruesos libros de cuentas. El señor Tronadizo era un hombre ordenado.
No es de extrañar, pues, que el Señor Padre pensara en él para proseguir al día siguiente la educación de Tistú.
-¡Hoy lección de ciudad y lección de orden! –gritó el Señor Tronadizo de pie en el vestíbulo, como si se dirigiera a un regimiento.
Es conveniente precisar que el Señor Tronadizo había pertenecido al ejército antes de pertenecer a los cañones; y si no fue él quien inventó la pólvora, por lo menos sabía emplearla.
Tistú se dejó resbalar por el pasamanos.
-Sírvase subir, y bajar por las escaleras –le dijo el Señor Tronadizo.
Tistú obedeció aunque le pareciese una inutilidad eso de volver a subir para volver a bajar, puesto que ya estaba abajo.
-¿Qué lleva usted en la cabeza? –preguntó el Señor Tronadizo.
-Una gorra a cuadros…
-Pues entonces póngasela usted derecha.
No vayáis a creer que el Señor Tronadizo era un hombre malo; es solamente que tenía las orejas muy coloradas y que le gustaba enfadarse por un quítame allá esas pajas.
“Hubiese preferido seguir aprendiendo con Mostacho”, se decía Tistú.
Y se puso en camino al lado del Señor Tronadizo.
-Una ciudad –empezó el Señor Tronadizo, que había preparado cuidadosamente la lección- se compone, como usted puede ver, de calles, de monumentos, de casas y de gente que vive en esas casas. A su juicio, ¿qué es lo más importante de una ciudad?
-El Jardín Botánico –repuso Tistú.
-No –replicó el Señor Tronadizo-; lo más importante de una ciudad es el orden. Sin orden, una ciudad, un país, una sociedad, no son más que viento y no pueden perdurar. El orden es una cosa indispensable y para conservar el orden hay que castigar el desorden.
“Sí, claro, el Señor Tronadizo debe de tener razón –pensó Tistú-, pero ¿por qué gritará tan fuerte? Es una persona mayor con voz de trompeta. ¿Tanto ruido hay que hacer a causa del orden?”
Por las calles de Mirapelo, las gentes se volvían a mirarlo y a Tistú le daba vergüenza.
-¡Tistú, no se distraiga! ¿Qué es el orden? –preguntó el Señor Tronadizo con expresión severa.
-¿El orden? Es cuando uno está contento –respondió Tisú.
El Señor Tronadizo dio un gruñido y las orejas se le pusieron más coloradas que de costumbre.
-Me he fijado –prosiguió Tistú sin dejarse intimidar- que mi poni Gimnasia, por ejemplo, cuando está bien almohazado, bien peinado, y tiene las crines trenzadas con papel de plata, parece mucho más contento que cuando todo anda lleno de porquería. Y también sé que el jardinero, Mostacho, sonríe a los árboles cuando están bien podados. ¿Verdad que eso es el orden?
Aquella contestación no pareció satisfacer demasiado al Señor Tronadizo cuyas orejas se pusieron aún más coloradas.
-¿Y qué se hace con la gente que extiende el desorden?–preguntó.
-Pues tienen que ser castigados; seguro… -repuso Tistú, pensando que “extender el desorden” era un poco como “extiendes los juguetes por todas partes”, “extiendes las migas por toda la mesa”.
-Se les encierra ahí –declaró el Señor Tronadizo señalando con un ampuloso gesto una inmensa pared gris, sin una ventana, una pared que no era corriente.
-¿Esto es la cárcel? –dijo Tistú.
-Aquí es –contestó el Señor Tronadizo-. Es el monumento que sirve para mantener el orden.
Anduvieron a lo largo de la pared y llegaron ante una alta reja negra, erizada de afiladas puntas. Y detrás de la verja negra había otras verjas negras, y detrás de la pared triste, otras paredes tristes. Y todas las paredes y todas las verjas estaban igualmente rematadas por pinchos.
-¿Por qué ha puesto el albañil estos pinchos tan feos por todos lados? –preguntó Tistú-. ¿Para qué sirven?
-Para impedir que los presos se escapen.
Si esta cárcel fuera más bonita –dijo Tistú- quizá tendrían menos ganas de marcharse…
Las mejillas del Señor Tronadizo se pusieron tan rojas como sus orejas.
-“Qué niño más extraño –pensó-. Habrá que enseñárselo todo.” Y añadió en voz alta:
-Deberías saber que los presos son hombres malos.
-¿Y los meten ahí para curarles la maldad?
-Se les mete aquí para impedir que hagan daño a los demás.
-Pues aprenderían mucho más deprisa si esto fuera más bonito…-insistió Tistú.
“Ah, es testarudo”, pensó el Señor Tronadizo.
Detrás de las rejas, Tistú vio a unos hombres que caminaban formando corro; iban con la cabeza baja, sin pronunciar palabra. Parecían terriblemente desgraciados con aquel cráneo afeitado, aquellos trajes a rayas y aquellos zapatones.
-¿Qué hacen ahí?
-Están en el recreo –contestó el Señor Tronadizo.
“¡Pues vaya! –pensó Tistú-. ¡Si ese es el recreo, lo que serán las clases! Esta cárcel es demasiado triste.”
Tenía ganas de llorar y no pronunció palabra en todo el camino de regreso. El Señor Tronadizo interpretó aquel silencio como un buen síntoma y pensó que la lección de orden había dado sus frutos.
Sin embargo, escribió en la libreta de notas de Tistú: “A este niño hay que vigilarlo de cerca; se hace demasiadas preguntas».

Maurice Druon. Tistú el de los pulgares verdes. Ed. Juventud

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
En el texto que acabamos de leer, hay dos personajes. Dos formas distintas de ser, de pensar lo que es la vida. De estar en el mundo y observar a la gente, lo que piensa, lo que hace y cómo es. El señor Tronadizo, uno de los personajes, tenía un trabajo que no era el más animado y creativo, especialmente. Trabajaba en una ¡fábrica de cañones! ¡Sí, de cañones!

Pero antes, creemos que te vendría bien saber un poco de este estupendo libro. Casi seguro que luego lo leerás completo y te garantizamos que no te defraudará.

Tistú era el hijo del Señor Padre, que quería que su hijo aprendiera todo lo referente a sus negocios. En este caso, le había tocado ir a la fábrica de cañones, uno de esos negocios del Señor Padre. Al mando de la fábrica estaba el Señor Tronadizo, que era un hombre de confianza del Señor Padre. Comprobaba que los empleados trabajaban bien y que los cañones estaban en perfectas condiciones. Un difícil trabajo que el Señor Tronadizo realizaba a la perfección y, por eso, el Señor Padre pensó que él podría dar unas buenas lecciones a Tistú.

Pero Tistú pensaba cosas muy distintas. Lo sabemos desde el principio del texto. Cuando los dos, el Señor Tronadizo y Tistú dicen lo que es importante en una ciudad. El Señor Tronadizo dice: lo más importante es el orden. Tistú dice: el Jardín Botánico.

Con lo que ya llevamos leído, pensemos sólo una cosa: ¿tendrá que ver el título del libro, Tistú el de los pulgares verdes, con esta afición por el Botánico?

No te queremos desvelar el libro entero, por si te apetece leerlo. Pero sí te avanzamos que en Tistú hay una magia, en esos pulgares verdes. ¿Cuál de estas razones crees que tiene más posibilidad de ser la verdad de esta historia? No olvides que hay una magia en esos pulgares (es la pista que te damos).

1)Tistú escribía siempre con un rotulador de color verde y se le manchaban los dedos.
2)Todo lo que tocaba Tistú con aquellos pulgares verdes se convertía, mágicamente, en una planta.
3)Tistú padecía una rara enfermedad. A los que les gustaba el Jardín Botánico, se les volvían verdes tres partes del cuerpo: los dedos, las orejas y las uñas de las manos y de los pies.

(La verdadera es la 2)

 Palabra magica                            

Hoy la palabra mágica es orden. ¿Piensas que el Señor Tronadizo tenía razón? La verdad es que si reflexionamos, llegamos a diferentes conclusiones. Por lo que parece en la lectura, da la impresión de que para el Señor Tronadizo es muy, pero que muy importante esa palabra. Casi imprescindible para vivir. Y, sin embargo, creemos que para Tistú no lo es tanto. Como no estamos totalmente seguros o seguras, vamos a hacer una cosa: de las siguientes situaciones, ¿dónde crees que es muy positivo llevar un orden? ¿Y dónde depende de las aficiones, de los acuerdos a que hayamos llegado, de la suerte que hemos tenido, de la capacidad que tengamos, de la preparación y el entrenamiento que hayamos realizado, de cosas que a ti se te ocurran? Valora, en las acciones siguientes, del 1 al 10, la importancia que concedes al orden. Escribe luego, tres acciones en las que el orden es importantísimo y tres en las que el orden no se necesita para nada, porque depende de otras cosas.

1)   En la cola de un cine
2)   En la elección de tu juego favorito
3)   En la resolución de problemas de matemáticas  
4)   En quién acaba primero la comida
5)   En la cola de un transporte público

Cuentame
Hoy te vamos a pedir un favor. ¿Nos puedes decir, como si fueras Tistú, lo que a ti te parece más bonito, más interesante, más misterioso, más divertido, de la localidad donde vives? Necesitamos fotos, palabras, dibujos y todo lo que consideres que nos puede ayudar a hacer una visita o una excursión a ese precioso lugar donde vives. Imagina, para tu información, que somos cinco personas de un instituto y que estamos en 3º de ESO. ¿Hay algún transporte en el que podamos viajar? Dinos qué cosas, qué lugares, qué edificios nos van a encantar en la visita.

 Autor

Maurice Druon

Nació en París (Francia) el 23 de abril de 1918 y murió en la misma ciudad el 14 de abril de 2009.
Pasó su infancia en Normandía y realizó sus estudios secundarios en el Liceo Michelet. Comienza a publicar en revistas y periódicos literarios a los dieciocho años, mientras cursaba la carrera de Ciencias políticas (1937-1939). Se unió al movimiento de la Resistencia  y compusó junto a un tío suyo la canción Chant des Partisans. Al acabar la Segunda Guerra Mundial se dedica al periodismo y a la literatura. Participó también en la política a partir de 1973.
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Más datos biográficos del escritor.