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Dolor de rosa. Joles Sennell. Editorial Oxford University Press

4 Jul

dolor derosa

Una mañana, de pronto, me levanté con dolor de rosa. El dolor de rosa era una nubecilla pequeña, un copo de niebla, que se me había aposentado en medio del pecho y me producía un dolor dulce, suave, sutil. Era un dolor extraño, no sólo por su semejanza a una neblina rosada, sino porque, a pesar de ser un dolor y, por lo tanto, un poco angustioso, no resultaba desagradable.
Al principio, intenté hacerlo desaparecer sacudiéndolo con la mano, soplándolo con todas mis fuerza, echando a correr, acercándole una cerilla… No hubo nada que hacer. El dolor de rosa se movía un poco, parecía que iba a desvanecerse, pero al final, volvía a concentrarse en mi cuerpo. Tuve que aceptarlo. Y confieso que incluso me gustaba sentir aquella punzada extraña y dulce sobre mi pecho, un poco decantada hacia el lado del corazón.
Pero me daba vergüenza. La gente me miraba por la calle. Los niños me señalaban con el dedo mientras las madres les decían que señalar a las personas es de mala educación.
Lo peor fue el autobús. La gente, instintivamente, se alejaba de mi lado, como si la nubecilla de color rosado fuera algo contagioso y peligroso. Me sentí muy inquieto. Sobre todo porque, como todos los días, en el autobús de las siete y media iba aquella chica rubia que me gustaba tanto. Me dio rabia que me viera con aquella pinta.
Y lo de la nubecilla no fue nada comparado con lo que me pasó a continuación: sin saber cómo ni por qué, del dolor de rosa me salió una pompa tornasolada que fue subiendo poco a poco hasta el techo del autobús, donde me estalló. Los viajeros me miraron de mala manera mala manera. Y después me salió otra pompa tornasolada. Y otra…¡Menos mal que había llegado a mi parada! Bajé de un salto, sin atreverme a mirar a la chica rubia y dejando detrás de mí, como una estela, un olor a jabón de lavanda.
En la oficina, los compañeros de trabajo se fueron con todas las ganas de mi dolor de rosa. Y cuando, angustiado y ofendido, me senté en mi mesa al mismo tiempo que salía de la nubecilla un pensamiento amarillo y morado, la jerga que se organizó fue de aúpa. Salió el gerente, con cara de pocos amigos, me hizo responsable de la algazara y me echó una filípica de padre y muy señor mío. En plena bronca, salió de la nubecilla una mariposa de vivos colores que revoloteó durante un rato en torno a las narices del gerente. El hombre se puso frenético y me amenazó con encerrarme en el lavabo hasta que dejara de hacer aquellas “bromitas de mal gusto”. Me costó mucho trabajo convencerlo de que lo de la nubecilla era una desgracia como otra cualquiera. Al fin se fue a su despacho diciéndome que si aquel “curioso fenómeno” persistía lo que debía hacer era colocarme en un circo, fuera de horas de oficina, ya que sin duda podría sacarme un buen sobresueldo. Aquel hombre siempre pensaba en lo mismo…
Al cabo de una semana de dolor de rosa y de inesperadas apariciones de bambollas, flores, mariposas, libélulas, pajarillos de mil colores y más cosas, ya había aprendido cómo funcionaba todo aquello. Por ejemplo, me había dado cuenta de que los objetos y los seres voladores incontrolados y multicolores, aparecían cuando me ponía excesivamente nervioso por ser uno u otro motivo. Por otra parte, llegó un día en que en la oficina ya no hacían caso al extraño fenómeno y yo me había acostumbrado a tener la mesa llena de gusanos de luz, orquídeas exóticas, bolitas de colores y banderitas de papel de seda.
Lo que me resultaba más difícil eran los viajes en el autobús. La gente desconfiaba de mí y se advertía desde el primer momento que no les hacía ninguna gracia viajar en mi compañía.
A mí todo me daba igual. Por lo único que lo sentía era por la chica rubia, pero estaba seguro de que si me acercaba a ella con el propósito de darle una explicación, aún se asustaría más… No obstante, un día decidí que, a pesar de todo, era mejor decirle algo. No podía soportar la idea de que me tomara por un bicho raro, cosa que sin duda ocurriría si no hablaba… Y a mí la chica me gustaba tanto…
En un arranque de valor me acerqué a ella y le dije:
-Oiga…
No pude decir nada más. Me había puesto tan nervioso que la nubecilla lanzó una especie de bengala encendida. Ya podéis imaginar el revuelo que se armó en el autobús: Chillidos, gritos, corridas y desmayos al por mayor. El lío fue tan mayúsculo que el conductor se vio obligado a parar. Acto seguido vino hasta donde yo estaba y me echó del vehículo.
Me apeé con la cabeza baja, compungido y triste meditando mi mala suerte. Además de haberme puesto en ridículo delante de la chica, tendría que ir andando al trabajo y llegaría con retraso.
Y he aquí que, de pronto, oigo a mi lado una voz muy agradable que me dice: ¿Quería decirme algo?
Era la chica rubia. El corazón me dio un salto y la nubecilla dejó caer una pelotita de tenis.
-Se le ha caído esto –dijo ella con toda naturalidad al tiempo que recogía la pelotita del suelo.
-Si la quiere se la regalo –murmuré.
-¡Gracias! –contestó ella. Y sonrió. Aquello me dio fuerzas y le expliqué mi problema. Me escuchó atentamente y, al acabar mi relato y después de pensar un poco, dijo:
-Tal vez está enamorado…
-¿Y cómo es posible si yo, que sepa, no…?
-Oh –me interrumpió-, a lo mejor está enamorado sin saberlo y ésa es la causa de que le ocurra todo esto…
Como ella ya había llegado al lugar donde trabajaba, tuvimos que dejar la conversación en ese punto. Yo seguí mi camino más contento que un niño con zapatos nuevos.
Llegué tarde y el gerente me puso una sanción, lo cual no me importó ni poco ni mucho. A media mañana me di cuenta de que en las últimas horas no me había salido nada de la nubecilla y aquello no era normal. Pero lo más gordo era que tampoco estaba la nubecilla. Se había esfumado. A partir de aquel momento ya no hice nada de provecho. Sólo podía pensar en lo que me había dicho la chica del autobús. Al fin me dije que tenía que rendirme ante la evidencia.
En el autobús, de regreso a casa, volví a coincidir con la chica. Le mostré la desaparición de la nubecilla y le dije que después de haberlo pensado detenidamente había descubierto que tenía razón, que estaba enamorado de ella y que no me había dado cuenta hasta aquella mañana.
-¿Qué podemos hacer? –le pregunté.
Ella primero se sonrojó. Después dijo:
-Lo más urgente es decirnos nuestros nombres y tutearnos. Y después, quedar para salir… Me parece que eso es lo que suelen hacer los enamorados, ¿verdad?
Verdad.

Joles Sennell.  Dolor de rosa y otros cuentos.  Ed. Oxford University Press

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

 Dolor de cabeza, dolor de muelas, pero ¿dolor de rosa? Sí. Eso es posible gracias a la Literatura. La capacidad que tiene un autor para sorprendernos, para convertir la imaginación, su imaginación, en esas palabras, en ese texto que nos hace levantar una ceja, abrir los ojos como platos, bajar el labio superior… Toda una gama de gestos, muecas para demostrar nuestra extrañeza. Las primeras palabras de Joles Sennell son como una gran bolsa mágica, de la que vamos sacando sorpresas. Porque el dolor de rosa era una nubecilla, un dolor pero no desagradable. Era sutil. Aunque a nuestro protagonista no le gustaba del todo, porque intentó, por cualquier medio, hacerlo desaparecer. No hubo manera. Ya podía soplar, echar a correr y lo que fuera. Ahí seguía el dolor.

Pero no hay sólo un dolor de rosa, como le pasaba a quien cuenta la historia. Hay también, como puedes comprobar en esta dirección que te damos, un autobús de Rosa. Un libro de la editorial Barbara Fiore

Y aquí tienes unas cuantas, a las que sólo les falta el aroma. Sí. Son rosas.

¿Has oído, alguna vez, la expresión: la vida es de color de rosa? ¿Sabes qué quiere decir? ¿Piensas que tiene que ver con el dolor de rosa o es todo lo contrario? ¿Crees que pronto nuestro protagonista podría cambiar su dolor de rosa por otra expresión, que también utilice el color rosa, pero sea mucho más agradable?

Si te interesa el tema, puedes leer estos libros, donde está presente el amor, de diferentes maneras.

El blog de Cyrano
Gretchen se preocupa
El castillo de los Pirineos

Palabra magica

La palabra mágica hoy es enamorados.

La chica rubia del autobús es la que toma la decisión de hacer un comentario a nuestro protagonista. “Tal vez está enamorado…”
Como la contestación del protagonista no dejaba nada claro, sino que le dijo: “¿Y cómo es posible si yo, que sepa, no…?
Nuestro comentario al protagonista sería éste: “Pero buen hombre. ¿Se ha leído usted lo que en el diccionario encontramos, cuando buscamos la palabra amor? ¿Se ha dado cuenta, realmente, de lo que le está diciendo esa chica rubia que tanto le gusta a usted?

Mire, joven. Usted no tiene dolor de rosa. Usted lo que tiene es un enamoramiento por esa chica rubia. Usted está enamorado. Tiene usted todos los síntomas claros: siente usted inclinación por ella. Le tiene mucho afecto. Le alegra profundamente verla y le encantaría estar con ella. ¿Verdad? Pues es usted un verdadero diccionario abierto. Vaya usted a leer uno y verá cómo lo que usted siente es amor. Está usted enamorado.

Si le parece, podía usted contárnoslo, en el apartado siguiente. Si lo consigue, la palabra mágica ha logrado su hechizo. La magia de la palabra habrá funcionado.

Cuentame

¿Recuerdas cuándo fue tu primer enamoramiento? ¿Con quién fue? ¿Dónde te sentiste enamorada o enamorado?

Descríbenos cómo era él o ella. Qué es lo que más te gustó. ¿Fuiste capaz de decírselo? ¿Con qué amigas o amigos lo comentaste?

A lo mejor, no te sucedió nada de lo que dicen la chica rubia y nuestro protagonista. O a lo mejor sí. Dinos qué te importa más de una persona con la que crees que hay amor. ¿A qué sitios te gusta ir con él o con ella? Podrías contarnos si habéis leído los dos un libro o visto alguna película que os apeteciera. ¿Tenéis planteada alguna salida fuera de casa y del colegio o instituto? ¿Recuerdas la última excursión que hicisteis? ¿Adónde fuisteis? ¿Es problema el dinero con que contáis? A lo mejor, lo que más os apetece es ir a un concierto juntos. A ver si eres capaz de poner tus conjuntos preferidos y el título de alguna canción que os guste a los dos.

Cuando pasa algo que no va demasiado bien, ¿lo conversas con él o con ella o crees que es algo enormemente personal y que cada uno debe resolver sus problemas?

Autor

Joles Sennell

Nació el  24 de diciembre de 1945 en Vic (Barcelona, España).  Su nombre verdadero es Josep Albanell. Cuando escribe libros para niños utiliza el seudónimo de Joles Sennell. Vivió su infancia y adolescencia en Seu d´Urgell (Lérida, España). Actualmente vive en Barcelona.  Estudió Filosofía y Letras. Trabaja en un banco.

Fue un lector voraz de pequeño y no leía más porque no tenía más libros. Descubrió el “chollo” de la biblioteca pública de la Seu, y así pudo leer a Julio Verne y otros muchos más autores. Le gustaban las aventuras y sobre todo las de náufragos. También le gustaba Tarzán. Escribió su primera novela a los 12 años.

Ha recibido numeroso premios.

Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se pueden ampliar algunos datos sobre Joles Sennell, además de consultar su biografía en Canal Lector.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros del autor  tomada de  Canal Lector.

Los Cuadernos de Preguntas. Textos 16-18 años (Época 1)

6 Feb

Los Fundamentales de Canal Lector presenta como actividad complementaria a los 36 primeros textos publicados, unos Cuadernos de preguntas sobre las lecturas ya realizadas.

 El Cuaderno de Preguntas. Textos 16-18 años

1.- Dolor de rosa. Joles Sennell

A nuestro protagonista le sucede algo raro, increíble, estrambótico, extrañísimo, insólito, atípico, estrafalario, extravagante…, y todos los sinónimos (ya sabes, palabras con el mismo o parecido significado) que quieras. Y la verdad es que es un dolor que no habíamos escuchado antes.
Pero esto es la literatura. Un arte maravilloso, que emplea como medio de expresión una lengua.

Para lograrlo, como es el caso de Dolor de rosa, el texto que acabas de leer, es necesario conocer muy bien nuestra lengua, para que los lectores comprendan y sientan qué quiere decir quien escribe. Por eso hay que saber qué son y cómo se usan las palabras. Veamos cómo utiliza el autor los adjetivos. Esas palabras que acompañan al sustantivo para expresar alguna cualidad de la persona, animal o cosa que se nombra. Di ahora cuáles de las siguientes palabras son adjetivos (el diccionario lo soluciona perfectamente):

Dulce;  Suave;  Sutil (que significa delicado);  Cuerpo;  Tornasolada;  Curioso;  Trabajaba;  Nuevos;  Amarillo;  Morado;  Horas

2.- Tristes guerras Miguel Hernández

Ya sabes, porque lo hemos visto antes, qué es un adjetivo. Esa palabra que califica o determina al nombre. En esta poesía, el adjetivo, en plural, es tristes. Y se aplica a diferentes sustantivos. Es una palabra clave que encontramos en el título.
En el conjunto de esos nombres a los que califica la palabra tristes hay otra, que también aparece en el título: guerras.

Ahora, de las siguientes que vas a leer, señala cuáles tienen que ver con la palabra guerra. Formaremos así un campo semántico. O sea, un conjunto de palabras relacionadas por el significado que tienen.

Amor;  Enfrentamiento;  Arma;  Lucha;  Batalla;  Palabra;  Combate;  Hombre

Las palabras relacionadas con la guerra son palabras tristes. Miguel Hernández lo intentó, pero no pudo conseguir lo que él quería: la paz. Vamos a grabar en nuestros corazones esa palabra: PAZ. Ojalá que algún día, entre todos lo consigamos.

Cinco. Erik Orsenna. Ed. Salamandra (Recomendado: 13-14 años)

15 May

laisladelaspalabras

El sol se pavoneaba (1) ya en lo alto del cielo. En la placita, un perro bostezaba, tres cabras mordisqueaban un neumático y una mariposa pasaba y repasaba bajo el hocico de un rollizo gato negro.
Después de tanta agitación, aquella calma daba vértigo.
Sentado en un tronco de árbol, el señor Enrique acariciaba su guitarra. De vez en cuando, sus dedos se paseaban por las cuerdas y volvía a oírse la canción de la víspera, la misma que había acunado nuestro sueño. ¿Nos habría acompañado toda la noche para ahuyentar las pesadillas, las horribles pesadillas que sin duda persiguen a los supervivientes de una tragedia? ¿Quién era aquella gente que tan bien sabía cuidar a los náufragos? ¿Y cuáles eran sus poderes mágicos? Me moría de ganas de saber más. Cuando me entra la impaciencia, no puedo estarme quieta. Reprimí tres pasos de baile.
El señor Enrique sonrió.
– Parece que ya estamos mejor. Es tarde. Os llevo al mercado. Así comprenderéis lo que pasa en nuestra isla.
Guirnaldas de pimientos, trozos de pez espada, atún y barracuda (2), cabras descuartizadas, pedazos de otros animales, ojos, lenguas, hígados y gruesas bolas negras (criadillas de toro), amarillentas montañas de boniatos, botellas blancas (ron casero), ensaladeras, cascanueces, desatascadores de color rosa para el lavabo, patas de conejo (para atraer la buena suerte), murciélagos disecados (para ahuyentar la del prójimo), palitos que se chupan llamados “palos tiesos” (para curar la pereza de los maridos)…
Y una abigarrada muchedumbre que parloteaba, discutía, chismorreaba, se insultaba, se desternillaba… Sin contar, a ras de tierra, el doble ejército de los niños, que berreaban de lo lindo y chillaban “mamá”, y de los perros, que, boquiabiertos y babeantes, como auténticos cubos de la basura vivientes, engullían todo lo que caía al suelo e iban a tumbarse al sol para masticarlo pensativamente.
Al final de la calle, cambio de atmósfera: cuatro tiendecitas alrededor de una rotonda. Parecía la plaza de un pueblo en miniatura…Todos los clientes se acercaban hablando entre dientes y lanzando miradas inquietas a diestro y siniestro, como quien tiene secretos que proteger.
-Éste es nuestro mercado de palabras –dijo el señor Enrique-. Aquí es donde hago mis compras. Aquí encontraréis o recuperaréis todo lo que necesitáis.
Y se acercó a la primera tienda, que un trozo de percal (3) colgado sobre la entrada anunciaba así:
EL AMIGO DE LOS POETAS  Y DE LA CANCIÓN

Curioso amigo aquel tendero, un gigante escuálido con cara de sueño que no ofrecía nada. Nada salvo un viejo libro con las hojas arrugadas. El resto del mostrador estaba vacío. Tras los saludos y abrazos de rigor, el señor Enrique hizo su pedido:
-Mi último estribillo me trae por la calle de la amargura. ¿No tendrás alguna palabra que rime con “dulce” y otra que rime con “mamá”?
Mientras lo atendían me acerqué a la tienda de la izquierda.
VOCABULARIO DEL AMOR.  TARIFA REDUCIDA PARA  LAS RUPTURAS

En ese preciso instante, una mujer deshecha en lágrimas suplicaba:
-Mi marido me ha dejado sin piedad. Querría una palabra para que comprenda mi dolor, una palabra terrible, para que lo avergüence.
El vendedor, un jovencito, sin duda principiante, empezó por ruborizarse (4) –enseguida, enseguida-, abrió un libro viejo y se puso a pasar hojas como un poseso (5).
-Tengo lo que necesita, un segundito. Aquí está. Tiene usted donde elegir: aflicción…
-Eso suena mal.
-Neurastenia…
-Parece un medicamento.
-Desesperación.
-¡Ésa, ésa me gusta! ¡Desesperación, estoy en plena desesperación!
La mujer deslizó una moneda en la mano del vendedor y se marchó reconfortada. Llevaba su nueva palabra en brazos, desesperación, desesperación… Ya no estaba sola, había encontrado a alguien a quien hablar.
El siguiente comprador era un viejo de al menos cuarenta años; yo no sabía que a la gente de esa edad le importara el amor.
-Verá, mi mujer ya no soporta los “te quiero”. “Después de veinte años, podrías variar; inventa otra cosa o me voy”, me dice.
-Eso es fácil. Podría decirle: “Tengo la mosca detrás de la oreja”
-¿Para que se crea que no me lavo?
-Pues entonces: “Me muero por tus pedazos.”
-¿Y eso qué significa?
-Mi amor por ti es tan completo que sufro hasta cuando te cortas las uñas. Me gustan todos y cada uno de tus pedazos. Te quiero desde la punta del pelo hasta los dedos gordos de los pies.
-Bueno, voy a probar. Si esa frase no funciona, se la devuelvo.
Nos habríamos quedado hasta que anocheciera. La cola de clientes era cada vez más larga. Tomás aguzaba el oído tanto como yo: “Voy a hacerte un traje de besos”, “Dime cómo te llamas y te pido para Reyes”… Le brillaban los ojos, ponía cara de inteligencia. Se estaba aprovisionando. Cuando volviéramos, sabría hablar con las chicas, las dejaría de una pieza. Con lo que hacía que buscaba una fórmula para ligar con las mayores, con las demasiado mayores para él…
Las otras tiendas estaban igual de concurridas. Me habría gustado pasar un rato con
DIOSDADO. NOMBRADOR DIPLOMADO DE PLANTAS Y PECES

o con la misteriosa
MARÍA LUISA. ETIMÓLOGA EN CUATRO LENGUAS

Ante mi expresión de desconcierto, el señor Enrique me aclaró:
-La etimología explica el origen de las palabras. “Infierno”, por ejemplo, procede del latín infernus, inferior, lo que está debajo. Pero venid, hay muchos otros sitios de la isla que me gustaría enseñaros.

Notas

(1) Se pavoneaba: presumía.
(2) Barracuda: pez de los mares tropicales y templados, con el cuerpo alargado y provisto de fuertes dientes. La carne es comestible, pero al llegar a cierta edad se vuelve venenosa.
(3) Percal: tipo de tela.
(4) Ruborizarse: ponerse colorado.
(5) Poseso: poseído, alucinado, loco.

Erik Orsenna. La isla de las palabras. Editorial Salamandra
Texto
Juana y Tomás inician sus vacaciones viajando en un crucero rumbo a América. Una tempestad inesperada provoca el naufragio del barco.
Cuando Juana recobra la conciencia está en una playa junto a Tomás. Los dos están mudos, porque la tempestad les había arrebatado las palabras.
Lo bueno es que están en la Isla de las palabras, donde el señor Enrique les ayudará a recobrar el lenguaje que les quitó aquel terrible huracán. Porque allí hay tiendas de todo tipo de palabras, aunque busques la más difícil. También está en aquella isla, algo muy importante: la fábrica, donde Juana y Tomás recuperan definitivamente su capacidad para manejar esas palabras. Es decir, la gramática.
Y en una novela como ésta, no podía faltar un malvado, que quiere que todo vaya mal. Aquí se llama Necrolo. Este malvado quería que sólo existieran las palabras que él dijera que son útiles, porque son las suyas, las que sólo él utiliza.

No sé si te habrá parecido interesante, atractivo y rico todo lo que el señor Enrique (aquí decimos Don Enrique) les enseña a nuestros protagonistas. A propósito, como suponemos que has leído las notas que hay en la lectura, ¿sabrías calcular la edad de una barracuda, como la que ofrecían? Yo, desde luego, no me la comería. Ya sabes que a cierta edad se vuelve venenosa.

Lo que sí es cierto es que el mercado, los mercadillos, el rastro y otros lugares de venta de alimentos y más cosas son divertidos. Algunos, estupendos. Pero eso de cabras descuartizadas, pedazos de animales, ojos, lenguas, hígados y todo lo demás da bastante asco. No pierdas tu posibilidad y, en tu cuaderno de preguntas, escribe un menú apetecible y que te encantaría si lo ofreciera un restaurante. ¿Qué pondrías de primeros platos? ¿Y de segundos? ¿Y de postre? No olvides tu bebida favorita. Calcula, eso sí, que el menú no sea muy caro y que puedas, con ayuda de algunos mayores de tu casa, poder pagarlo y pasar un maravilloso rato en compañía. Aquí tienes uno, por si te sirve como ejemplo.

Suerte y ¡que aproveche!
Palabra magica
Hoy la palabra mágica es rimar. ¿Recuerdas lo que buscaba el señor Enrique, Don Enrique, en aquella tienda donde había un gigante muy delgado, escuálido? Pues sí. Buscaba una palabra que rime con “dulce” y otra que rime con “mamá”. Desde luego, es lógico que al señor Enrique le trajera por la calle de la amargura encontrar palabras que rimen con la palabra dulce. Pero seguro que tú encuentras palabras que rimen (o sea, que acaben igual) que la palabra mamá.

La prueba consiste en encontrar, en ese enlace, diez palabras que rimen con la palabra mamá. Hazlo con atención, porque luego tienes que poner el significado de, por lo menos, tres palabras que riman con mamá.

Cuentame
Es probable que tú, con las palabras y frases que manejas y dominas, no necesites ir a ninguna de las tiendas donde venden eso, palabras y expresiones de amor y cariño. Pero quizá te habría gustado entrar, como a los protagonistas de este texto, en Diosdado, ese nombrador diplomado de plantas y peces. ¿Y si resulta que tú sabes un montón de nombres de eso: plantas y peces? Anímate y escribe todos los que conozcas. Si ves que está muy bien tu lista, ¡enhorabuena! Puede que, algún día, te llame Diosdado, para que se la pases.

PLANTAS                                                           PECES

Autor
Erik Orsenna

Nació el 22 de marzo de1947 en París (Francia). Su verdadero nombre es Eric Arnoult. Estudió Filosofía, Ciencias Políticas y Economía. Ha dado clases hasta 1981, que es cuando comenzó a colaborar en el Ministerio de Cooperación francés. Experto en Economía Internacional, ha promovido las relaciones entre Francia y los países del Tercer Mundo
Escribe todos los días. Le gusta mucho el universo, también viajar, el mar y la música.

Nuestro observatorio

Otros muchos más datos sobre sus gustos y vida en su página web.

Bibliografía

Libros en Canal Lector de Erik Orsenna

Cómo Pompón y Tritus encontraron a Mally Pop. René Escudié. Editorial SM

31 Oct

granlobosalvaje 

Al día siguiente, al despertarse, Tritus empezó a meter su hociquillo por entre los pelos de la barriga de Pompón.
-¡Eh, eh, alto ahí! –gruñó éste-. Ya te dije que no hay nada que mamar. ¡Que soy un perro, hijo, un perro, no una perra!
Tritus se quedó mirando debajo de su hocico, la cabeza doblada, con aire de estar diciéndole:
-De acuerdo, lo comprendo, no se puede mamar… pero, a pesar de todo, ¡tengo hambre!
El viejo perro se sacudió, se aseó rápidamente a base de unas rápidas lametadas, imitado punto por punto por el pequeño.
-Tienes razón –dijo finalmente-. Es preciso encontrar algo que comer. Y también tenemos que encontrar un sitio donde dejarte. Compréndelo, lo he pensado bien, realmente no puedes venir conmigo a buscar a Gran-Lobo-Salvaje. Eres demasiado pequeño.
Husmeó el aire, volviendo la cabeza a todos los lados.
-Por allá hay un pueblo –dijo finalmente, señalando en una dirección-. No está del todo en mi itinerario, pero, en fin, quien dice pueblo dice montañas de desperdicios, y cubos de basura, y también gente a quienes les gustan los perrillos.
Así pues, echaron a andar por el carrascal. A su alrededor no había más que hierba pobre, escasa y baja, piedras blancas, olorosas flores, recias matas de tomillo.
Por encima de ellos, el sol iba subiendo a lo largo del cielo azul, calentando más y más.
-El setter me dijo –comentó a media voz el viejo Pompón- que nuestros antepasados los lobos sólo caminaban por la noche, y que durante el día dormían ocultos, igual que todos los demás animales salvajes. Pero que desde que vivimos con los hombres, hacemos igual que ellos. ¡Somos idiotas!
Finalmente divisaron un poblado. Desparramándose por la ladera, un rebaño de techos ocres descendía escalonadamente, hasta llegar al verdor de la llanura.
Encontraron un pequeño ribazo que bajaron con precaución. Las piedras rodaban bajo sus patas. Dos o tres veces, Tritus perdió el equilibrio, rodaba unos cuantos metros y siempre acababa, con cara de asombro, detenido por un matorral.
Pompón lo levantaba dándole un empujón con el morro.
De repente, se acabó la pendiente. Había hierba y, más lejos, el gran lecho seco de un río que sólo llevaba entre las arenas un hilillo de agua que corría perezosamente de charco en charco.
Pompón echó a correr seguido por Tritus y empezó a beber a grandes tragos.
Al oír el chasquear de la lengua, Tritus se dijo que allí había algo bueno y acercó el morro a la superficie del agua. Aquello no olía a nada, no tenía aspecto de nada; sobre todo, no se parecía en nada a la leche, tan buena, de su madre. Aspiró por la nariz y retrocedió.
Pompón comprendió que el cachorro nunca había bebido todavía agua. Entonces le pasó varias veces por el morro su lengua húmeda. El perrillo, extrañado al principio, se lamió finalmente el borde del hocico; sintió que estaba seco y su cuerpecito sediento se estremeció de placer. Intentó entonces mamar en la superficie líquida, pero el agua entró por las narices. Estornudó.
Pompón se echó a reír.
-¡Así no, hijo, así no…! Mira, así…
Le enseñó cómo hacerlo y el cachorro le imitó.
Después de beber agua hasta hartarse, se dirigieron hacia el pueblo, al que rodearon en busca de alimento.
Guiado por su olfato, Pompón se dirigió a una calle desierta de la que aún no habían retirado la basura. Desgraciadamente, los cubos colgaban de unos ganchos, fuera de su alcance.
Finalmente, un poco más lejos, vieron dos o tres cubos sobre la acera. Pero ya otro perro andaba rebuscando por allí: un cocker marrón de pelo largo, que había desparramado el contenido de uno de los cubos y lo estaba revolviendo tan alegremente.
-¡Hola! –dijo el cocker moviendo amistosamente su pequeño trocito de rabo-. Acercaos sin miedo. Donde come uno, comen tres. Además, si estoy revolviendo los cubos de basura no es porque tenga hambre, sino porque me divierte, y porque está prohibido, y porque me gusta mucho hacer lo que está prohibido.
Se retiró un poco, e invitó a Pompón a servirse de un papelón lleno de cortezas de queso, de recortes de carne, de huesos de pollo y mendrugos de pan.
-¡Hale, amigo, cosa fina!
Fue a rebuscar un poco más lejos y volvió haciendo rodar, con su hocico largo y fino, una lata abierta de leche condensada, hasta donde estaba Tritus.
-¡Venga, pequeño, disfruta! Cuando acabes con ésta, hay más latas.
Pompón y Tritus no se lo hicieron repetir dos veces. Arremetieron el uno contra los restos, el otro contra la lata de leche condensada, y pronto quedaron hartos. El cocker jugueteaba junto a ellos, encantado de verlos comer con tanta satisfacción.
Cuando hubieron acabado, se miraron los tres.
Iba Pompón a dar las gracias al cocker cuando se oyó el ruido de una puerta que se abría:
-¡Mis cubos de basura! –gritó una estridente voz de mujer.
Los tres perros echaron a correr al mismo tiempo, en medio de una nube de polvo.

René Escudié. Gran-lobo-salvaje. Editorial SM.
          
Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

Hoy hemos leído una historia de perros. Sí, de perros que andaban por ahí: Pompón, un perro que ya tiene más edad. Tritus, un cachorro abandonado en la carretera y Mally Pop, un perro de la ciudad. Los tres se encuentran y se unen, porque uno, Pompón, andaba buscando al Gran Lobo Salvaje.

Las historias de perros abandonados no hacen más que aparecer en la televisión, en periódicos, en nuestras pantallas del ordenador, en muchos sitios. Demasiados. Y menos mal que aparecen en los medios de comunicación y personas concretas, asociaciones, grupos de gente que protegen a los animales se unen. Dan su trabajo, su dinero, su lugar de vida para que estos abandonados puedan vivir. Y también hay gente, como dice el texto, “a quienes les gustan los perrillos”. Gracias a esta fantástica gente podemos ver a algunos que se han salvado, como Lucy. Son los de la suerte.

Cachorros abandonados con suerte: 1, 2, 3, 4


Palabra magica
La palabra mágica hoy es hambre.

Hemos visto lo que sucede en este planeta con algunos de los compañeros habitantes: los animales. Pero nos parece mucho más increíble que personas, niñas y niños de este hermoso lugar en el firmamento pasen hambre hasta morir. Los datos, como ahora leerás dicen que más de seis millones de niños mueren al año de hambre.

Muchos artistas, gran cantidad de gente intenta, como puede, luchar contra ese terrible mal que afecta a la Humanidad. Procura informarte, en el lugar donde vives, qué podemos hacer nosotros, las ciudadanas y los ciudadanos de a pie, para ayudar a esos millones de personas que pasan hambre.

Aquí tienes dos páginas de artistas que quizá conozcas. Disfruta con ellos, y atiende a sus mensajes.

Michael Jackson, Melendi

Ojalá que algún día podamos estrecharnos las manos y estrechar las de algún niño que ahora no pasa hambre.

Cuentame
Hemos leído y visto muchas cosas tristes y terribles sobre el hambre en el mundo. Pero nos vamos a quedar con otra palabra mágica, que nunca queremos olvidar para nuestra vida: ilusión. Hemos visto la tristeza, el dolor, el hambre, la muerte. Pero queremos seguir luchando, para que el mundo mejore. Y lo que seguimos teniendo es, a nuestro lado, la palabra mágica ilusión. No vamos a perderla. ¿Te interesa, te animas, te apetece, o el verbo que tú quieras, seguir para que el mundo mejore?

Si sabes de un lugar, en tu ciudad, en tu Comunidad, donde haya algún centro, Organización o personas, coméntalo, si te lo preguntan. A lo mejor, encuentras a alguien que esté interesada o interesado en las medidas que se pueden adoptar para ver si, entre todos, ayudamos a los que lo necesitan.

Aquí tienes una página que te puede servir en esta labor. Que tengas muchísima suerte y a ver si logramos algo interesante.
Coordinadora de ONGD

 Autor

René Escudié

Nació en el año de 1941 en  Clermont-Ferrand (Francia)

Se dedica a la escritura y la dramaturgía en un pequeño pueblo cerca de Montpellier, Cournonsec (Francia). Sus libros se han publicado en muchos países, siendo él mismo en muchos casos el que traduce sus obras.

Durante muchos años, ha dirigido talleres de escritura dentro y fuera de la escuela, así como cursos a docentes sobre escritura. Miembro fundador de La Charte des auteurs et illustrateurs du livre de jeunesse de Francia.

 Nuestro observatorio
Se puede consultar su biografía  en Ricochet.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, otro libro de René Escudié en  Canal Lector.

El hombrecito vestido de gris. Fernando Alonso. Editorial Alfaguara

26 Sep

hombrecito

Había una vez un hombre que siempre iba vestido de gris. Tenía un traje gris, tenía un sombrero gris, tenía una corbata gris y un bigotito gris.
El hombrecito vestido de gris hacía cada día las mismas cosas.
Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha, que siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía el periódico, que siempre decía las mismas cosas.
Y todos los días, a la misma hora, se sentaba en su mesa de la oficina.
A la misma hora.
Ni un minuto más. Ni un minuto menos.
Todos los días, igual.
El despertador tenía cada mañana el mismo zumbido.
Y esto le anunciaba que el día que amanecía era exactamente igual que el anterior.
Por eso, nuestro hombrecito del traje gris, tenía también la mirada de color gris.
Pero nuestro hombre era gris sólo por fuera.
Hacia adentro… ¡un verdadero arco iris!
El hombrecito soñaba con ser cantante de ópera.
Famoso.
Entonces llevaría trajes de color rojo, azul, amarillo… trajes brillantes y luminosos.
Cuando pensaba aquellas cosas, el hombrecillo se emocionaba.
Se le hinchaba el pecho de notas musicales, parecía que le iba a estallar.
Tenía que correr a la terraza y…
-¡Laaa-lala la la la laaa…!
El canto que llenaba sus pulmones volaba hasta las nubes.
Pero nadie comprendía a nuestro hombre.
Nadie apreciaba su arte.
Los vecinos que regaban sus plantas, como sin darse cuenta, le echaban una rociada con su regadera.
Y el hombrecito vestido de gris entraba en su casa, calado hasta los huesos.
Algún tiempo después las cosas se complicaron más.
Fue una mañana de primavera.
Las flores se despertaban en los rosales.
Las golondrinas tejían en el aire maravillosas telas invisibles.
Por las ventanas abiertas se colaba un olor a jardín recién regado.
De pronto, el hombrecito vestido de gris comenzó a cantar:
-¡Granaaaaaadaa…!
En la oficina.
Se produjo un silencio terrible.
Las máquinas de escribir enmudecieron.
Y don Perfecto, el Jefe de Planta, le llamó a su despacho con gesto amenazador.
Y, después de gritarle de todo, terminó diciendo:
-¡Ya lo sabe! Si vuelve a repetirse, lo echaré a la calle.
Días más tarde, en una cafetería, sucedió otro tanto.
El dueño, con cara de malas pulgas, le señaló un letrero que decía:
Se prohibe cantar y bailar
Y lo echó amenazándole con llamar a un guardia.
Nuestro hombre pensó y pensó.
¡No podía perder su empleo!
Tampoco quería andar por el mundo expuesto a que lo echaran de todas partes.
Y, al fin, se le ocurrió una brillante idea.
Al día siguiente, fingió tener un fuerte dolor de muelas.
Se sujetó la mandíbula con un pañuelo y se fue a su trabajo.
Así no podría cantar.
¡Aunque quisiera!
Y día tras día, año tras año, estuvo nuestro hombrecito, con su pañuelo atado, fingiendo un eterno dolor de muelas.
La historia termina así.
Así de mal. Así de triste.
La vida pone, a veces, finales tristes a las historias.
Pero a muchas personas
no les gusta leer finales
tristes; para ellos hemos
inventado un final feliz…
Pero, nuestro pobre hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad.
Así que…
Cierto día, conoció a un director de orquesta.
Y éste quiso oírle cantar.
El hombrecito, muy contento, pero con un poco de miedo, salió al campo con el director de orquesta.
Y allí, rodeados de flores y de pájaros, nuestro hombrecito se quitó el pañuelo y cantó mejor que nunca.
El director de orquesta estaba tan entusiasmado que lo contrató para inaugurar la temporada del Teatro de la Ópera.
Y la noche de su presentación, que se anunció en todos los periódicos, don Perfecto, el Jefe de Planta, los vecinos que le habían regado, el dueño de la cafetería y todos los que le habían perseguido con sus risas, hicieron cola y compraron entradas para oírle cantar.
Y asistieron al triunfo del hombrecito.
Y el hombrecito quemó todos sus trajes y corbatas de color gris.
Tiró por la ventana el despertador.
Se afeitó el bigotito de color gris y nunca, nunca más, volvió a tener la mirada de color gris.
¿FIN?

Fernando Alonso.  El hombrecito vestido de gris. Ed. Alfaguara

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

Gracias a Fernando Alonso conocemos, de su mano, lo que en realidad es la Literatura. Esa posibilidad que un autor, maravilloso como persona y como escritor, que es Fernando, nos da para transitar, pasear, disfrutar y descubrir la vida. Esa que él nos cuenta. ¿Qué nos dice Fernando de cómo era la vida del hombrecito? ¿Era cierto que su color preferido era el gris y por eso todo lo que tenía era gris? ¿Sería que nuestro protagonista, el hombrecito, estaba encantado de que todo fuera siempre igual y así no tenía que pensar nunca en nada nuevo? Pues no, pronto nos dice que el color gris, hasta en sus ojos, era sólo por fuera. Pero lo que sucedía por dentro era algo totalmente diferente. ¿Con qué soñaba el hombrecito?

Una furtiva lagrima . Luciano Pavarotti
Placido Domingo, Jose Carreras, Luciano Pavarotti

Caruso. Luciano Pavarotti

Sí, si has entrado en estas páginas, habrás visto y oído a fantásticos intérpretes de óperas famosas. Y el hombrecito quería, alguna vez, estar ahí, con su foto y su canto. Ese que hacía en la terraza, y que nadie apreciaba.
No estaba acostumbrado a mentir nunca. Él era fiel y legal. Pero no tuvo más remedio que idear algo, para conservar su trabajo y que no lo echaran de la oficina. Aquel eterno dolor de muelas, por el que llevaba un pañuelo.
Todo parecía que iba a acabar mal, con la tristeza de un hombrecito vestido de gris, sentenciado a no poder cantar nunca, que era su mayor ilusión en la vida. Pero Fernando Alonso, nuestro escritor hoy, pensó en quienes leyeran su libro. Claro que hay ocasiones en que la vida es muy triste y las cosas salen mal. ¿Qué hace Fernando? Con su sinceridad de siempre nos dice:
“Pero a muchas personas no les gusta leer finales tristes; para ellos hemos inventado un final feliz… Pero, nuestro pobre hombrecito, merecía que le dieran una oportunidad”.

Federico Fellini. El papel del Director de orquesta con los músicos
Los mejores directores de orquesta

Y no. No fue a un auditorio como estos maravillosos que hemos visto en las páginas seleccionadas. No. Tuvo la mayor suerte que podía imaginar. Un día conoció a un director de orquesta. Y ¡¡¡Síííí!!! El hombrecito pudo cantar y ahí empieza una nueva vida para él. Se acabaron, para siempre, el gris de los trajes, de las corbatas del bigotito y de la mirada.
La última palabra, entre interrogantes, parece querer decirnos que la historia, al final, le pertenece siempre a quien lee. A la lectora o al lector que la ha leído y la ha vivido. Ahora, tuya es la palabra.

Palabra magica

Hoy la palabra mágica es color.

Es como si el hombrecito nos invitara, a quienes hemos leído este texto, a pensar en un mundo de color. Un mundo en el que intentemos que nadie se quede sin disfrutar de una vida mejor. Al hombrecito se le ocurrió una brillante idea, para no cantar y así perder su trabajo. Pero la verdad es que era un poco incómodo eso de llevar un pañuelo siempre, como si tuviera un terrible dolor de muelas. Pero la cuestión es pensar.

Vamos a pensar ahora, durante un rato, qué podríamos hacer, en nuestra vida particular, para mejorar algunas cosas y hacer un mundo más agradable. Con más color, no tan gris. El hombrecito sacó valor y, al final, consiguió una oportunidad para ser más feliz. Luchó por un sueño. Como mucha gente que lo hace a diario.

Fíjate en este programa que hay en la RTVE

http://www.rtve.es/television/20121021/lucha-sueno/570845.shtml

A propósito, ¿has visto hoy algún árbol? ¿Está de color verde? ¿Qué hacemos para que siga estándolo? Si te gusta ese color en la Naturaleza, escribe las cuatro cosas que creas más importantes y que podemos hacer, para conservar ese color. Los árboles, las plantas, la Naturaleza te lo agradecerá.

Cuentame

Hoy hablamos de colores y de ilusiones. ¿Cuál es tu color preferido? ¿Dónde se ve, en la Naturaleza, ese color que tanto te gusta? Y lo que sí es seguro es que hay algo que te hace una ilusión enorme. Cuéntanos cuál es tu mayor ilusión. ¿Con quién se cumpliría? ¿Es para que suceda algo? ¿Con quién tiene que ver tu ilusión? ¿Es para ti sola o para ti solo? ¿Preferirías que también disfrutaran tus amigas, tus amigos, tu familia, quien tú más quieras? ¿Cómo se lo dirías? ¿Se ha cumplido alguna vez una ilusión que has pensado mucho? ¿Cuál fue?

Lo que sí podemos imaginar es cuáles son algunas de las ilusiones de la gente que hemos visto en el video. Son ilusiones para vivir de esa forma que no necesita otra cosa que ser persona. Y ser una persona válida, a pesar de sus problemas. Cuéntanos tus ilusiones y nos vas a hacer pasar un rato fantástico. A lo mejor, si lo deseas mucho, te podemos ayudar a que tu ilusión se cumpla muy pronto. ¡Mucha suerte! Y ojalá que ese ¿FIN?, que pone Fernando Alonso al final, sea muy feliz para todas y todos vosotros.

Autor

Fernando Alonso

Nació el 3 de julio de 1941 en Burgos. Doctor en Filología Románica por la Universidad de Madrid, posee el Diploma de Experto en Literatura Infantil y Juvenil. Es, además, Titulado Superior en Medios de Comunicación de Masas y ha realizado diversos Cursos Superiores de Programación y Producción en el Instituto Oficial de Radio y Televisión.

Su trabajo ha sido muy variado, desde editoriales, radio, pasando por televisión. Participa habitualmente en simposios, congresos, mesas redondas, presentaciones de libros, encuentros con lectores y profesores, sesiones de animación a la lectura; e imparte conferencias sobre literatura para niños y jóvenes.
Su obra El hombrecito vestido de gris (Madrid: Alfaguara, 1978), por la que recibe el Premio “Lazarillo” en 1977, fue seleccionada en el VI Simposio sobre Literatura Infantil y Lectura, organizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en junio de 2000, como una de las cien obras de la Literatura Infantil Española del Siglo XX.

Nuestro observatorio

En la siguiente página web de Cervantes se pueden ampliar datos biográficos y curiosidades, también en Canal Lector.

Bibliografía 

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de Fernando Alonso tomada de Canal Lector.

Tristes guerras. Miguel Hernández. Ed. Espasa

20 Jun

cancionero y romancero

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias. Ed. Espasa

Propuestas para mediadoras y mediadores

RECURSOS

Texto

El poema que acabamos de leer parece que va recorriendo la historia del poeta, marcada por una guerra atroz, en la que murieron más de doscientas mil personas, en España, durante los años 1936 a 1939.

En el texto, Miguel Hernández no renuncia a emplear palabras como guerras, armas, morir. Ni dice que no existan. Pero lo que no encontramos, porque no la hay, es violencia, ni sangre, ni disparos, ni cañones, ni pistolas… Todas esas armas son tristes, porque sólo generan el adiós de los seres humanos a lo único que tenemos y por lo que hay que seguir: la vida. La nuestra y la de quienes nos rodean en este planeta.

Las únicas armas que admite el poeta son las palabras. Por supuesto que podemos discutir, discrepar, debatir y todas esas palabras que conocemos como palabras sinónimas. Pero ¿es necesaria la violencia para imponer nuestras ideas?

Lo único que provocan las guerras es tristeza, desolación, desaparición, soledad, adiós a la vida. Todo por unas ideas que alguien tiene y quiere que los demás obedezcan y compartan. Pero gracias a la violencia. A la muerte del contrario, para que uno gane. ¿Gane qué?

Palabra magica

Tristes guerras
Si no es amor la empresa.

La palabra mágica hoy es amor. Es sobre la que gira todo el poema. Junto a ella están las palabras y los amores.
En el lado opuesto están: guerras, armas, tristes.

La palabra es nuestro instrumento fundamental para ser nosotras mismas o nosotros mismos. ¿Sabes lo que significa, en este caso, la palabra empresa? En el poema, como puedes imaginar, no tiene nada que ver con lo que hoy estamos tan acostumbrados a leer y oír de esa palabra.
Veamos lo que nos dice el diccionario.
El diccionario de la RAE define así:  Unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos.
Es decir, para obtener un dinero, cuando se vende el producto que se crea.

En la poesía de Miguel Hernández, empresa tiene otro significado, que también aparece en el Diccionario:  Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

Y esta otra: Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

Lo que el poeta proclama es que el amor no es fácil. Claro que sabemos y conocemos esa frase: “Morir de amor”. En la Literatura, en la Historia, en el Cine, en la Música…

Cuentame

Has visto, leído, hablado sobre esta palabra mágica que hoy hemos elegido. Ahora te toca a ti. Es tu momento. Cuéntanos algo de tu experiencia del amor. ¿Has estado enamorada o enamorado? ¿Cuándo te ocurrió el paso de la magia de esa palabra? ¿Cómo se llamaba tu enamorado o enamorada? ¿Qué le dijiste? ¿Dónde fue? ¿Recuerdas el lugar exacto donde ocurrió? ¿Fue un momento o duró un tiempo vuestro enamoramiento? ¿Qué es hoy de ella o de él? ¿Os seguís viendo o fue sólo de aquella época? ¿Sigues creyendo en el amor?

También habla el poeta de la tristeza. ¿La has sentido? Dinos cuáles fueron esos momentos de la pena por lo que has perdido.

Si hojeas el periódico o ves las noticias de la televisión, compruebas a diario que, por desgracia, los seres humanos nos empeñamos en hacer sufrir a la Humanidad. Es muy raro el día que no vemos guerra y lágrimas y dolor por los que se van para siempre. Los que mueren por las armas y no de amor.

¿Qué frase escribirías con letras muy grandes, que se tradujera a todos los idiomas que hay, para que no existiera la guerra?

¿Cuál sería tu palabra preferida para sustituir a la palabra guerra?

Aquí puedes ver palabras y música de tristeza. Intenta escribir unas líneas, en prosa o en verso, acompáñalas con música (pon siempre la referencia de dónde están tomadas) y crea tu propio texto. Si crees que te ha salido bien, compártelo con gente a la que quieras de verdad. Te dirán lo que les ha parecido.

Autor

Miguel Hernández

Nació en Orihuela (Alicante, España) el 30 de octubre de 1910. Murió en Alicante el 28 de marzo de 1942

Fue pastor de cabras y descubrió su vocación de escritor cuando era joven. Le gustaba mucho leer y fue un gran lector.  Comienza a publicar poemas en varios periódicos alicantinos. Se traslada a Madrid (España) en 1934. Fue amigo de Pablo Neruda,  Vicente Aleixandre y Rafael Alberti, entre otros. Al estallar la guerra civil española, se alistó como voluntario a favor de la causa republicana. Se casó en 1937 con Josefina Manresa.
Paso en poco tiempo por distintas etapas literarias que se relacionan con sus datos biográficos: muerte de su primer hijo, nacimiento del segundo cuando la guerra toca a su fin, su encarcelación…
Al terminar la guerra comienza para Miguel Hernández una larga peregrinación por distintas cárceles españolas, muriendo en una de ellas de  tuberculosis pulmonar aguda.

Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se puede ampliar la biografía y consultar diferente material de documentación sobre Miguel Hernández.

Bibliografía

Ofrecemos una selección de libros del autor, tomada de Canal Lector:
Poemas y canciones.
Miguel Hernández. 25 poemas ilustrados