La llegada del erizo. Pablo Albo. Editorial Everest (Recomendado: 9-11 años)

24 Sep

rinoceronte

Antes de conocer a Flipi, nos parecía que un erizo de tierra era un animal poco adecuado para vivir en un domicilio.
“¿Quién será capaz de tener un bicho de esos en una casa?”, pensábamos cuando lo veíamos en las tiendas de animales. Pero a Flipi no pudimos cerrarle la puerta de nuestra humilde morada (1) por la manera en que llegó a ella. Nos lo trajo un vecino compungido (2) en una noche de luna llena.
-Le he dado un golpe con el coche, pobre –nos dijo-. En vez de salir corriendo y apartarse, cuando me ha visto venir se ha erizado y se ha quedado parado en medio de la carretera. Se le ve aturdido. Espero que no tenga nada grave. Yo salgo de viaje y no puedo atenderle, pero he pensado que a vosotros os deben gustar los animales y podríais haceros cargo de él –todo esto lo dijo en menos de medio minuto. Ese hombre hablaba a la velocidad del rayo.
Su coche estaba parado en medio de la calle y delante de él había una bola de pinchos. Mi hermana fue a casa y volvió con el bolso negro de mi madre, el nuevo. Con ayuda de un palo y mucho cuidado lo metimos en él y nos lo llevamos a casa. El vecino reemprendió la marcha dándonos las gracias a través de la ventanilla.
Los problemas empezaron cuando el erizo se negó a salir del bolso negro de mi madre, el nuevo. No había manera de hacerle entrar en razón. Permanecía como una pelota redonda con la que nunca jugarías descalzo al fútbol. Si te atrevías a acercar la mano, él pegaba unos saltitos que hacían más amenazadoras sus púas.
-Mira, pega espertugás –dijo mi hermana refiriéndose a los saltitos. Entonces, la tortuga, que era bastante cotilla y algo sorda, acudió a su ritmo. Lo hacía siempre que alguien decía una palabra que terminara en “uga” porque pensaba que hablaban de ella. Se llamaba Huga. Aunque, claro, a su velocidad, rara vez llegaba al lugar de los acontecimientos a tiempo de enterarse de algo. Eso le daba rabia, pero como era de gran corazón y buen carácter no tardaba en olvidar el incidente. Además, las tortugas, como todo el mundo sabe, son bastante olvidadizas. Pero tiempo habrá de hablar de la tortuga.
El caso es que el erizo permaneció erizado durante tres días con sus noches. Llegamos a pensar que ese era su estado natural. Pero al cuarto día, la bola empezó a abrirse y de ella asomó una trompita que olisqueaba el aire, unos ojitos saltones que miraban con curiosidad el mundo nuevo que se abría ante ellos y aquellas manitas… Conquistó nuestro corazón y se quedó a vivir con nosotros. Siempre tuvo la puerta abierta a pesar del peligro que seguía representando para él la carretera. “La libertad siempre tiene sus riesgos”, decía mi abuelo. Pero nunca quiso irse, prefería meterse en el bolso negro de mi madre, el nuevo, durante el día y pasar las noches buscando caracoles en el salón de casa. Mientras vivió con nosotros no hubo ni un caracol en el salón (“antes tampoco”, decía mi hermana).
Pensé en llamarle Felipe. Me parecía un nombre muy apropiado para un erizo. Pero mi padre dijo que no estaba bien que se llamara igual que un tío suyo y se quedó con Flipi.
Con el tiempo nos enteramos de que en realidad no era un erizo sino una eriza. Pero esa es ya otra historia.

(1) Humilde morada: casa más bien pobre, sin lujos de ningún tipo.
(2) Compungido: triste, apenado.

Pablo Albo. ¿Rinoceronte? ¿Qué rinoceronte? Editorial Everest

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Texto
Por si acaso no conoces muy bien a los erizos, a lo mejor, después de esta lectura y de lo que ahora vas a ver, resulta que te conviertes en una o un gran especialista en estos animalitos.

También puede ser que no te gusten mucho. Eso depende sólo de ti y de las posibilidades que tengas para vivir con ellos. Lo que pueden costar, cómo es tu casa, qué opinan los mayores y toda la familia y todas esas cosas que debemos tener en cuenta, para tomar decisiones importantes. Y la de tener un animal es muy, pero que muy importante. Que tengas suerte.

En la lectura, ya ha llegado a casa ese nuevo habitante.
Todo comienza con un golpe que un vecino le da al erizo, con el coche. A partir de ahí, el vecino, que sabe que a los otros vecinos les gustan los animales, no duda en llevar al erizo a esa casa. Lo que pasó a partir de ahí, sólo lo saben los hermanos. Lo que sí sabemos es que lo llamaron Flipi, porque iban a llamarlo Felipe y a su padre no le gustó. Un tío suyo se llamaba Felipe y no estaba dispuesto a que un erizo se llamara igual. Lo que sí sabemos es que el erizo acabó en casa, porque lo pusieron en un bolso de su madre, nuevo. Pasó un tiempo en su casa y parece que no quería irse. Tenía la puerta abierta, pero nada. Que de allí no se iba. De hecho, el abuelo dijo una cosa importante, para explicar a los hermanos que lo estaban haciendo bien: “La libertad siempre tiene sus riesgos”. Es decir: ellos ya no podían haber hecho más. Lo llevaron en el bolso nuevo de su madre, lo subieron y le ofrecieron la casa entera, para lo que él quisiera. Era sólo que Flipi quisiera quedarse allí o que se fuera. Lo que también sabemos es que la tortuga iba a su ritmo. O sea, muy despacio. Aquí tienes a una.

Seguro que conoces una expresión que se dice en español.
“Vas más lento que una tortuga”. Y este texto de Pablo Albo que hemos leído, nos permite, también, jugar con las palabras. Puedes ahora, uniendo las expresiones y sus significados, pasar un buen rato con las palabras y demostrar que dominas tu lengua: el español.

1)Habla a la velocidad del rayo a) Duerme mucho tiempo
2)Duerme como una marmota b) No dice nada
3)Hace mucho el ganso c) Me está ya enfadando
4)Me está tocando las narices d) Hace mucho el tonto
5)No dice ni mu e) Habla muy deprisa

(La solución es combinar los siguientes números con las letras, de esta forma: 1- e ;  2 – a ;  3 – d ;  4 – c ;  5 – b).

Palabra magica
La palabra mágica hoy es conquistó. Conquistar, como puedes leer en tu diccionario es ganar, conseguir algo. En este caso, el erizo “conquistó nuestro corazón”. Es decir, se ganó el cariño de los protagonistas. La palabra es tan mágica que consiguió que los dos hermanos se quedaran, por fin, con el erizo en casa. Y ahora, si vas al apartado de cuéntame, lo único que queremos saber es cómo habrías reaccionado tú, si te sucede lo mismo que a los protagonistas de la historia. ¿Crees que también, si te pasa a ti la llegada del erizo, habrías hecho lo mismo?

Cuentame

Ya te hemos anticipado lo que te íbamos a pedir: que nos cuentes tú cuál habría sido tu reacción, si el vecino llega a tu casa con un erizo. Oye. Y una cosa más, para que nos la cuentes: ¿y si en vez de ser un erizo, hubiera sido un perro, que estaba en la calle y casi lo atropella un coche? ¿Y si hubiera sido un gato? ¿Y si hubiera sido un caballo, que se escapó y estaba perdido en tu ciudad? Cuéntanos a qué animal podrías alojar en tu casa, con tu familia, con tus vecinos, con tus amigas y amigos. ¿Dónde crees que habría problemas? ¿Cómo crees que podrías ayudar a algún animal que lo necesitara?

Y otra cosa más fácil. Vamos a pensar ahora en las personas, no en los animales. Seguro que conoces a gente que necesita ayuda. ¿Por qué crees que la necesita? ¿Conoces a alguna organización que ayuda a la gente que lo necesita? ¿Y a alguna persona que haga eso alguna vez?

Autor
Pablo Albo

Nació en  1971 en Alicante (España).
Se diplomó en Trabajo social por la Universidad de Alicante, aunque no ejerció. Simultaneó los estudios con la Animación sociocultural. Es narrador además de escritor y ha participado en numerosos festivales. Ha colaborado también en la radio contando historias y recomendando libros.

Nuestro observatorio

Podemos leer más información sobre el autor en su página web.

Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una relación de libros tomada de Canal Lector.

 

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