Archivo | septiembre, 2014

Mostaza, mi amigo de toda la vida. Elvira Lindo. Editorial Seix Barral (Recomendado: 11-14 años)

25 Sep

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Todos los finales de curso Mostaza canta una canción. Canta mejor que Joselito y que Tutto Pavarotti. Yo, la verdad, es que había hablado con él muy poco; sólo le había escuchado cantar. Mostaza casi nunca habla con los de mi banda. Siempre habla bajito y nada más que con el que se siente a su lado. Hace eso porque la sita dice que es tímido, como casi todos los hombres ilustres de niños. Eso quiere decir que yo nunca seré un hombre ilustre, porque yo no soy tímido. Lo intento; hay veces que me lo propongo por las mañanas. Pienso: “Hoy voy a empezar a ser un tímido, seré un tío callado, interesante, de esos que guardan dos o tres grandes secretos”, pero por más que me pongo, no me sale. En cuanto la sita hace una pregunta, ya estoy yo con la mano levantada me sepa o no me sepa la respuesta. Hablo con todo el mundo, soy un niño sin vida interior.
Pero ahora, en mitad del verano, con Carabanchel desierto, Mostaza es el único niño con el que yo puedo jugar.
-¿Por qué nunca vienes al Parque del Ahorcado con nosotros?
-No me acerco porque tú eres de la panda de Yihad y Yihad se chulea de mí continuamente y vosotros le reís la gracia.
Le tuve que decir que Yihad también se chuleaba de mí y que no era vedad que yo le riera las gracias. Mentía. Seguramente Mostaza tenía razón. Como Yihad siempre se está metiendo conmigo, la verdad es que me alegra que de repente se ponga chulito con otro. Es humano. Y también es horrible. Me puse colorado por dentro, que es una modalidad que yo tengo para que no se note.
-Bueno, ahora que no está Yihad podemos hacer una panda –le dije yo, para romper la tensión ambiental-. Somos tres contando al Imbécil.
-No, somos cuatro.
En su diminuta habitación estaba su hermana pequeña, Melani, que sería de la edad del Imbécil.
-Mola –le dije yo.
Dejamos a los pequeños jugando a los Legos, y Mostaza preparó para nosotros dos supercolacaos y nos hartamos de comer chocopripis. Molaba un pegote su casa diminuta.
-No tienes que hacerle caso al chulo de Yihad –le estaba cogiendo gusto a eso de dar consejos-, mi abuelo dice que llegará un día en que yo le daré capones con la barbilla. Tú lo tendrás más fácil; como serás un cantante famoso, ni el más macarra se podrá meter contigo. A lo mejor Yihad se arrodilla un día y te dice: “Mostaza, Mostaza, perdóname por todo lo que hice y déjame llevarte la guitarra, que estoy en el paro.”
Mostaza se partió de risa con la idea.
-Antes de ser famoso cantando, me voy a hacer dentista.
Nunca se me hubiera ocurrido elegir esa profesión. A mí los dientes de la gente a veces me dan mucho asco; pero Mostaza tenía sus razones:
-Así podré pagarme el aparato que me hace falta y tener dinero para que mi madre se arregle las muelas que tiene picadas.
Mostaza abrió la boca para que le viera los dientes de delante un poco salidos.
-Yo de mayor –le dije- me quitaré las gafas y me pondré unas lentillas azules.
-Mola –dijo Mostaza-. También te puedes hacer oculista, y te arreglas lo de las lentillas.
-Ya, pero es que desde hace un mes quiero ser un actor bastante famoso internacionalmente.
-Bueno, te puedes hacer primero oculista y cuando ya tengas tus lentillas graduadas azules, te buscas trabajo como actor. Es mucho más fácil que te den trabajo como actor internacional si te presentas con los ojos azules que con los marrones que tenemos nosotros, que son unos ojos que no van a ninguna parte.
-Chachi. –Me gusta la idea.
Mostaza tenía soluciones prácticas para todo y no había nada en que no estuviéramos de acuerdo. Me di cuenta de que nos estábamos haciendo amigos de toda la vida. De repente oímos unos gritos estremecedores. Venían de la habitación. Fuimos corriendo. El Imbécil y la hermana de Mostaza se tenían el uno al otro cogidos de los pelos. Los dos estaban rojos y los dos gritaban. Mostaza agarró a su hermana por la espalda y yo al Imbécil. Nos costó mucho separarlos. Por fin pudimos. Cuando al fin lo logramos, cada uno de los dos enanos tenía un manojo de pelos del otro en la mano. Se quedaron mirando con mucho odio y jadeando.
-Al nene le ha hecho mucho daño ésa –dijo el Imbécil, y se echó a llorar en mis brazos.
-Me estaba matando –dijo Melani, y también se echó a llorar en los brazos de su hermano.
Nos costó mucho que volvieran a jugar juntos. Tuvimos que quedarnos a vigilar, porque de vez en cuando se les escapaba un tortazo mortal y volvían a la carga.
-La mía tiene una mano muy larga –dijo entonces Mostaza.
-El mío es muy caprichitos. Es que está muy malcriado –dije yo.
Cuando nos despedimos, les obligamos a que se dieran un beso. Los dos sabíamos que nuestros terribles alumnos tendrían que llevarse bien quisieran o no quisieran porque iban a pasar muchísimas tardes juntos.
Antes de irnos le dije a Mostaza:
-¿Le harás una dentadura nueva a mi abuelo para que no se le descoloque?
-Fijo que sí.
-Mañana en el Ahorcado a las cuatro. Mi abuelo os puede comprar un helado. Como cobra una pensión tan pequeña, se la gasta toda en helados y cosas así.
-Qué Morrazo –dijo Mostaza.
Luego se asomó a la ventana de su piso bajo diminuto para decirnos adiós.
-Tendré que llevarme a la Melani, porque mi madre no vuelve hasta las seis.
-Y yo al Imbécil, porque mi madre no puede vivir sin echarse la siesta.
¿Cómo podía haber estado yo tres años en la misma clase sin haberme hecho amigo íntimo de Mostaza? Seguramente porque Yihad no le había dejado nunca acercarse. Carabanchel sin Yihad molaba muchísimo más. El Orejones era mi mejor amigo, claro, pero no le importaba traicionarme a la primera de cambio. Además, me había dejado solo y tirado todo el verano; ni tan siquiera me había invitado a ir a Carcagente, sabiendo como sabía que mis padres no tenían dinero este verano para llevarnos a ningún sitio de veraneo.
Por mí se podían quedar todos mis amigos por ahí de vacaciones para siempre. Sin moverme de mi barrio me había echado un amigo de toda la vida.

Elvira Lindo. ¡Cómo molo! Ed. Seix Barral

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
Hoy vamos a ver y a escuchar a dos personas que, sobre todo, son amigos. Buenos amigos. En la primera página tienes a la autora de Manolito Gafotas, Elvira Lindo. En la segunda, tienes a Emilio Urberuaga, el ilustrador que ha dado una imagen, esa que todos tenemos en nuestra mente, de Manolito y de todos los personajes de los libros de Elvira.

Y aquí, el nacimiento de un personaje.

Los personajes en las obras de Manolito Gafotas:

Madre de Manolito. Orejones (Ore) López. Yihad. El abuelo Nicolás Moreno. Manolo García: Es el padre de Manolito, uno de los protagonistas de «Manolito on the road». Susana Bragas-Sucias. Paquito Medina. Jessica la ex-gorda. Arturo Román. Mostaza. Melani. La Luisa. Bernabé. Sita Asunción. Melody Martínez (MM). Señor Solís.

Puedes leer cómo es cada uno, en esta página.

En el texto de hoy, nos encontramos, en las primeras líneas que hemos seleccionado del libro ¡Cómo molo!, una situación escolar especial: es el final de un curso. Momento perfecto para hacer una recopilación del quiénes somos, cómo somos y dónde estamos. Surgen ahora esos amigos que antes ni existían. Hoy, por ejemplo, nos enteramos de quién era Mostaza. Dice Manolito: “¿Cómo podía haber estado yo tres años en la misma clase sin haberme hecho amigo íntimo de Mostaza?”

Este es un maravilloso encuentro para Manolito. Nos permite conocer su intimidad, lo que de verdad siente por la amistad, la importancia que da a la “traición” del amigo Orejones, a quien tanto consideraba. Pero todo se desmoronó. Porque Orejones, que sabía de él mucho más que Mostaza, que hasta le contó que sus padres no tenían dinero, para ir a ningún sitio de veraneo, ni siquiera lo invitó a ir a Carcagente. Pero aquí surge el gran Manolito, ese que es capaz de hacer de la necesidad virtud. ¿Se puede pedir más a un lugar de vida, a ese barrio de Madrid, que es Carabanchel Alto, donde hay de todo y hasta se puede echar uno un amigo de toda la vida?

También en las primeras líneas del texto, Manolito nos dice algo importante: sabe cómo cantan el tenor Pavarotti y el antiguo cantante Joselito, que quizá no conozcas, porque hace muchos, muchísimos años de eso. Quizá su madre o su padre o su abuelo lo conocieran. Y los tuyos. Todos los finales de curso Mostaza canta una canción. Canta mejor que Joselito y que Tutto Pavarotti. Lo que parece que no gusta mucho a Manolo. A ver qué te parecen a ti. ¿Estás de acuerdo con él? De todas formas, dinos cuál te gusta más de los dos y qué cantante crees que era de más calidad?

 Palabra magica

Hoy la palabra mágica es Gafotas. Sí, la palabra que va unida a Manolito, el protagonista de la historia. Pero ¿sabes qué tipo de palabra es Gafotas? De las siguientes definiciones, elige la que tú creas que corresponde a estas dos palabras: Gafotas y Orejones.

1.- Son dos nombres que nos indican el país de donde vienen esos dos personajes.
2.- Gafotas y Orejones son los apellidos de esas dos personas.
3.- Son dos motes. Mote es el sobrenombre que se da a una persona, que lo caracteriza y hace distinto a otros.
4.-Son los sobrenombres que se ponía a los hermanos gemelos, en esa ciudad.
5.- 5)   Son dos personajes de la película Blancanieves y los siete enanitos.

(La respuesta correcta es la 3. Son dos motes.)

Cuentame
Para esta lectura, antes de empezar a contarnos cosas, te vamos a hacer unas preguntas muy importantes, que deberás responder como en los juicios: diciendo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

¿Estás dispuesta o dispuesto a contarnos tus cosas muy personales: lo que más te gusta, lo que menos, tus personas más queridas y lo contrario, las menos queridas, los sitios donde más te gusta ir y los que menos, cómo son tu amiga o amigo más queridos? ¿Tienes secretos terribles, que nunca contarás a nadie? ¿Utilizas internet para comunicarte mejor con la gente? ¿Te fías de lo que consigues ver o prefieres otras maneras de informarte? ¿Cuál ha sido el chasco más grande que te has llevado? ¿Y la mayor alegría al saber que esa amiga o ese amigo eran de verdad amigos íntimos, como Manolito y el Orejones? ¿A quién recurrirías si tienes un problema muy importante?

En cualquier caso, gracias por tu colaboración y tu trabajo. Sólo deseamos que seas feliz y que tengas muchísima suerte en eso que tanto te interesa.

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Elvira Lindo

Elvira Lindo nació en Cádiz (España) el 23 de enero de 1962 y se trasladó con su familia a Madrid a los doce años.
Comenzó trabajando como periodista en Radio 3 en 1981 y posteriormente estuvo en la cadena SER y en Radio 1. También ha realizado guiones para TVE y Tele 5. En su paso por la radio participó en programas muy variados, desde informativos hasta programas musicales.
Su personaje literario más importante, “Manolito Gafotas”, cobró vida en la radio a través de guiones escritos e interpretados por la propia autora. Posteriormente pasó a ser literatura escrita y también ha sido llevado al cine.

Nuestro observatorio

Más información sobre la autora en Canal Lector y en su web

Bibliografía

Libros en Canal Lector sobre Elvira Lindo y en su página web

Tor-4. José Antonio del Cañizo. Editorial Noguer (Recomendado: 11-12 años)

18 Sep

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Y todos los robots de la ciudad eran como es debido: trabajaban sin parar todo el día, cada uno en su puesto previamente fijado y numerado. Formaban interminables filas de robots idénticos situados en cadenas idénticas en las que apretaban tornillos idénticos con gestos idénticos. Extraían vagonetas idénticas de túneles idénticos de minas idénticas. Circulaban por la ciudad en filas uniformes, a velocidad uniforme, a determinadas horas exactas, y se metían por unas puertas (todas iguales) en unas viviendas (todas iguales) cuyo interior parecía más el de una nevera vacía que el de una casa. Allí recargaban sus baterías, se engrasaban y se bebían su lata de aceite multigrado, y volvían a empezar.
Todos menos él, menos el padre de PP-13.
Para empezar, todos se llamaban XXY-397, o C3PO, o R2D2, o TDK-SA, y cosas así, mientras que él se llamaba Torcuato. En realidad, ese era su nombre clandestino, pues lógicamente en la ciudad de los Robots estaba severamente prohibido llamarse Torcuato o Hermenegildo o Perico o Cosme, claro. Así que él no se lo había dicho a nadie, y fingía llamarse TOR-4, pero cuando los altavoces le llamaban así, él siempre se reía por lo bajo y decía entre dientes: “¡Por qué poquito! ¡Caliente, caliente!”.
Además, él no trabajaba en ninguna de las cosas en que trabajaban los demás, ni vivía en una casa como las de los demás, ni caminaba en las filas en que se marchaban los demás. ¿A qué se dedicaba? ¿En qué trabajaba? En una cosa increíble, absurda, algo que nadie había oído hasta que él lo dijo. Y seguían sin entender lo que era. Él decía que era jardinero.
-¿Jardinero? ¿Qué será eso? –se dijeron los cerebros electrónicos, que ya le habían dejado bastantes veces por imposible; pero que siempre estaban en un tris de decidirse de una vez desintegrarlo. Para averiguarlo, no había otro método que observar lo que hacía. Y cuando se fijaron en lo que hacía, los cerebros electrónicos se quedaron boquiabiertos.
La ciudad estaba totalmente rodeada de una valla de tela metálica que se ceñía a los últimos bloques como un cinturón bien apretado, para separar perfectamente la ciudad del absurdo e inútil campo que la rodeaba. Pues bien: por un fallo totalmente incomprensible, debido a un inimaginable error que se había deslizado en los planos, en un lugar concreto había quedado un hueco entre los altísimos muros de acero inoxidable de primera calidad y la tela metálica irrompible y llena de pinchos en la parte de arriba. Era apenas un pedacito de tierra de forma triangular, de tan solo unos metros cuadrados.
Como aquella diminuta parcela cayó justo delante de su casa, y como en ella empezaban a asomar unas incipientes  y tiernas plantuchas pequeñajas, Torcuato descubrió al instante su verdadera vocación y, en el acto, se salió de todas las filas y se hizo jardinero.
Con trozos de chapas oxidadas y hierros retorcidos que cogió en el cementerio de Cerebros Electrónicos montó allí una especie de chabola, y con el cilindro principal del cuerpo de un robot desguazado que yacía en el cementerio de Robots Inservibles hizo un pequeño depósito de agua. El agua sólo se usaba en la ciudad de los robots para los circuitos de refrigeración de motores y turbinas, así que todos se quedaron muy extrañados cuando vieron que TOR-4 se dedicaba a echar agua en aquel diminuto terreno y que las hierbas crecían más.
Poco a poco, pacientemente, el suelo se fue llenando de matojos enanos y hierbajos verdes, todos ellos de lo más corriente y moliente. Pero a Torcuato y a su hijo PP-13 (que era el único robot en toda la historia que se llamaba –clandestinamente- Pepe) les llenaban de entusiasmo y alegría.
Un buen día, un matojo que había nacido al pie de la tela metálica metió uno de sus finos tallitos por uno de los orificios de ésta, lo enredó en el alambre, como sujetándose, y se aupó un poco. Torcuato, entusiasmado, lo regó abundantemente. A los pocos días la planta se agarró al alambre de más arriba y ¡aúpa!, subió un poquito más. Era una enredadera.
Al llegar su hijo, Torcuato se la enseñó, entusiasmado, y entonces PP-13 le sugirió que, si removían la tierra de alrededor, la canija enredadera se encontraría la mar de a gusto y quizás crecería más. Al cavar los dos, enardecidos, dieron en un punto en que el suelo cedió.
Y, ante sus células fotoeléctricas llenas de asombro, la base de la tela metálica, que estaba bajo el nivel del suelo, quedó al descubierto. Sus bombillas verdes destellaron vivamente, y cavaron más aprisa. La blanda tierra del otro lado de la valla cedió también, y bajo la alambrada espinosa quedó abierto un boquete.
De momento no se atrevieron a más. Taparon el hoyo y siguieron regando el jardín, en silencio. Pero en sus cerebros empezaba a bullir una idea.
Al llegar la noche, Torcuato le dijo a su hijo Pepe que él ya estaba viejo para esos trotes; pero que el otro lado de la tela metálica parecía maravilloso, y que fuese a ver.
Horas más tarde, casi al amanecer, su padre, que le esperó toda la noche a pie firme y con el motor latiéndole en el pecho, le vio volver con sus acerados pies llenos de barro, con todas las bombillas encendidas y agitando los brazos de alegría.
En una mano traía una amapola.

José Antonio del Cañizo. Las cosas del abuelo.  Ed. Noguer

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto

Hay algo en el texto de José Antonio que dice exactamente lo que pasaba en aquella ciudad. Es una palabra. Sabemos cómo son todos aquellos robots. Son idénticos. Vamos a echar un vistazo a lo que nos podríamos encontrar en nuestro viaje a la ciudad robotizada (te recomendamos que charles antes con PP-13 o con su padre,  Tor-4).

Esos robots idénticos hacían también cosas iguales: los muros que cerraban la ciudad eran iguales, las filas que formaban eran iguales… En aquella ciudad y en quienes leemos este texto se nos forma una terrible sensación. Todo es igual. Más que igual es idéntico. ¿No te resulta insoportable pensar que nada cambia? Recuerda que ni siquiera tu nombre, tu propio nombre puedes usar.

Por ahora, quienes construimos robots somos los humanos. Es una gran, una inmensa ventaja. Escucha, por ejemplo, este tema que se denomina I robot (Yo robot). Si te gustan, hay más temas de The Alan Parsons Project, en esta página.


Palabra magica
Hoy la palabra mágica es tallitos. ¿Se puede pensar en algo más mágico que aquella plantita que vieron nacer Tor-4 y PP-13 entre tela metálica, alambres, hierros y células fotoeléctricas? Y otra pregunta: ¿deberíamos acabar con todos los robots que hay en la Tierra, por si acaso? Luego, en el apartado Cuéntame, puedes dar tus respuestas a estas cuestiones. Aunque antes de contarnos tu opinión, pensamos que puede ser interesante, también, ver la cantidad de cosas muy positivas, algunas incluso fantásticas que hacen esas máquinas que llamamos robots.

Y aquí tienes, ahora unos tallos jóvenes de plantas. Unos tallitos de esa maravillosa planta que huele tan bien y que se usa mucho en la cocina. También tiene propiedades medicinales.

Cuentame
El autor del texto, José Antonio del Cañizo, es un experto en plantas y jardines. Y él es el que ha escrito este texto, donde concede unas posibilidades a las máquinas. Los robots.

Quizá lo mejor es que podamos convivir con todo, si somos capaces de proteger la naturaleza para que la Tierra siga existiendo. A lo mejor, los robots nos pueden ayudar a esa protección. ¿No crees? Piensa un poco en estas cosas y coméntalo con tus compañeros.

Autor

José Antonio del Cañizo

Nace el 5 de enero de 1938 en Valencia (España).
Es Doctor Ingeniero Agrónomo especialista en Jardinería y Zonas Verdes por la Universidad Politécnica de Madrid. Ha ejercido su profesión en Málaga. Ha escrito libros de botánica y jardinería, además de literatura infantil y juvenil.
Se jubilo en 2003 y desde entonces se dedica en exclusiva a escribir y dar conferencias.
Por su labor literaria, dirigida al público infantil y juvenil, ha obtenido numerosos premios, entre los que destaca el Premio Lazarillo de Creación en 1981 por la obra Las cosas del abuelo.

 
Nuestro observatorio

Más datos biográficos del autor y anécdotas suyas en su blog

Bibliografía
Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de libros de José Antonio Cañizo en Canal Lector 

Era un niño que soñaba. Antonio Machado. Editorial Cátedra (Recomendado: 12 años)

11 Sep

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Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedose el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

Antonio Machado. Campos de Castilla. Editorial Cátedra
Propuestas para mediadoras y mediadores

RECURSOS

Texto
Paco Ibáñez puso música a los versos de Machado, puedes escucharlos aquí.

La poesía que hemos leído de Antonio Machado es casi toda la historia de una vida. Un niño sueña con un juguete: un caballo de cartón. Puedes ver, en la siguiente página, cómo han ido variando las cosas que nos rodean o utilizamos, con el paso del tiempo. Es una página realizada por el Museo del Niño

Y la siguiente, más concretamente, a los juguetes.

Ahora, si te gusta el bricolaje, encontrarás la manera de hacer un juguete antiguo, de los que hoy están muy de moda. Es la construcción de ese caballo de cartón, del que habla la poesía.

No te pierdas tampoco, explicada por un chico más o menos de tu edad, cómo es su colección de juguetes antiguos.

Seguimos leyendo, en la poesía de Machado, y pasamos a otra edad. El niño se hizo mozo. ¿A qué edad crees que corresponde la palabra mozo? Elige entre las siguientes:

6-7 años            13-14 años            40-41 años              51-52 años

Palabra magica 
Hoy la palabra mágica es despertó. Es la última palabra del poema. Es como si el autor nos dejara la posibilidad, a las lectoras y a los lectores, de decidir si todo fue un sueño o de verdad, en la realidad, la muerte se lo llevó. Esto hace que quienes leemos seamos también protagonistas en la lectura. En toda la poesía de Machado, siempre nos da esa libertad.

¿Nunca has pensado que tu sueño, ese sueño del que te acuerdas, la mañana siguiente, se podía cumplir? Lo normal, lo que suele suceder es que los sueños son eso: sueños. Pero no olvidemos lo que la poesía nos cuenta. La historia de una vida entera: el niño, el joven, el viejo.

Autor

Antonio Machado

Nació el 26 de julio de 1875, en Sevilla (España). Murió en Collioure (Francia) en 1939.

Su familia se trasladó a Madrid (España) cuando Antonio tenía 8 años. Decía en uno de sus versos que su infancia la recordaba en un patio de Sevilla y en un huerto donde había un limonero… Cuando comienza el bachillerato va descubriendo que tiene afición por la literatura, sobre todo por el teatro. Fue traductor de francés para una editorial en Francia.

Obtuvo una cátedra de francés y eligió dar clases en Soria (España). Allí conocerá a su mujer, Leonor Izquierdo, con quien se casa en 1909. Consiguió en 1911 una pensión para estudiar filología francesa. Se marchan a vivir a Francia. Regresan a Soria porque su mujer enferma, esta muere en 1912. Antonio Machado abandona Soria y se instala en Madrid hasta que le nombran catedrático de instituto en Baeza (Jaén, España). En 1919 obtiene el traslado a un Instituto de Segovia. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua española.

Escribió mucha poesía. Con su hermano, Manuel, publica y adapta varias obras para teatro.

Nuestro observatorio

En las siguientes páginas se puede ampliar la biografía y consultar diferente material de documentación sobre Antonio Machado.

Bibliografía

Ofrecemos, a continuación, una selección de libros de Antonio Machado en Canal Lector.

 

Tistú. Maurice Druon. Editorial Juventud (Recomendado: 13-14 años)

5 Sep

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Donde se confía a Tistú al señor Tronadizo, que le da una lección de orden

No cabía duda de que el temperamento explosivo del señor Tronadizo tenía por causa su prolongado trato con los cañones.
El señor Tronadizo era el hombre de confianza de Señor Padre. El Señor Tronadizo vigilaba a los numerosos empleados de la fábrica y los contaba cada mañana para asegurarse de que no faltaba ninguno; miraba el interior de los cañones para saber si estaban bien derechos; comprobaba por la tarde el cierre de las puertas, y con mucha frecuencia se quedaba a trabajar hasta de las cifras muy avanzada la noche para convencerse de la alineación perfecta en los gruesos libros de cuentas. El señor Tronadizo era un hombre ordenado.
No es de extrañar, pues, que el Señor Padre pensara en él para proseguir al día siguiente la educación de Tistú.
-¡Hoy lección de ciudad y lección de orden! –gritó el Señor Tronadizo de pie en el vestíbulo, como si se dirigiera a un regimiento.
Es conveniente precisar que el Señor Tronadizo había pertenecido al ejército antes de pertenecer a los cañones; y si no fue él quien inventó la pólvora, por lo menos sabía emplearla.
Tistú se dejó resbalar por el pasamanos.
-Sírvase subir, y bajar por las escaleras –le dijo el Señor Tronadizo.
Tistú obedeció aunque le pareciese una inutilidad eso de volver a subir para volver a bajar, puesto que ya estaba abajo.
-¿Qué lleva usted en la cabeza? –preguntó el Señor Tronadizo.
-Una gorra a cuadros…
-Pues entonces póngasela usted derecha.
No vayáis a creer que el Señor Tronadizo era un hombre malo; es solamente que tenía las orejas muy coloradas y que le gustaba enfadarse por un quítame allá esas pajas.
“Hubiese preferido seguir aprendiendo con Mostacho”, se decía Tistú.
Y se puso en camino al lado del Señor Tronadizo.
-Una ciudad –empezó el Señor Tronadizo, que había preparado cuidadosamente la lección- se compone, como usted puede ver, de calles, de monumentos, de casas y de gente que vive en esas casas. A su juicio, ¿qué es lo más importante de una ciudad?
-El Jardín Botánico –repuso Tistú.
-No –replicó el Señor Tronadizo-; lo más importante de una ciudad es el orden. Sin orden, una ciudad, un país, una sociedad, no son más que viento y no pueden perdurar. El orden es una cosa indispensable y para conservar el orden hay que castigar el desorden.
“Sí, claro, el Señor Tronadizo debe de tener razón –pensó Tistú-, pero ¿por qué gritará tan fuerte? Es una persona mayor con voz de trompeta. ¿Tanto ruido hay que hacer a causa del orden?”
Por las calles de Mirapelo, las gentes se volvían a mirarlo y a Tistú le daba vergüenza.
-¡Tistú, no se distraiga! ¿Qué es el orden? –preguntó el Señor Tronadizo con expresión severa.
-¿El orden? Es cuando uno está contento –respondió Tisú.
El Señor Tronadizo dio un gruñido y las orejas se le pusieron más coloradas que de costumbre.
-Me he fijado –prosiguió Tistú sin dejarse intimidar- que mi poni Gimnasia, por ejemplo, cuando está bien almohazado, bien peinado, y tiene las crines trenzadas con papel de plata, parece mucho más contento que cuando todo anda lleno de porquería. Y también sé que el jardinero, Mostacho, sonríe a los árboles cuando están bien podados. ¿Verdad que eso es el orden?
Aquella contestación no pareció satisfacer demasiado al Señor Tronadizo cuyas orejas se pusieron aún más coloradas.
-¿Y qué se hace con la gente que extiende el desorden?–preguntó.
-Pues tienen que ser castigados; seguro… -repuso Tistú, pensando que “extender el desorden” era un poco como “extiendes los juguetes por todas partes”, “extiendes las migas por toda la mesa”.
-Se les encierra ahí –declaró el Señor Tronadizo señalando con un ampuloso gesto una inmensa pared gris, sin una ventana, una pared que no era corriente.
-¿Esto es la cárcel? –dijo Tistú.
-Aquí es –contestó el Señor Tronadizo-. Es el monumento que sirve para mantener el orden.
Anduvieron a lo largo de la pared y llegaron ante una alta reja negra, erizada de afiladas puntas. Y detrás de la verja negra había otras verjas negras, y detrás de la pared triste, otras paredes tristes. Y todas las paredes y todas las verjas estaban igualmente rematadas por pinchos.
-¿Por qué ha puesto el albañil estos pinchos tan feos por todos lados? –preguntó Tistú-. ¿Para qué sirven?
-Para impedir que los presos se escapen.
Si esta cárcel fuera más bonita –dijo Tistú- quizá tendrían menos ganas de marcharse…
Las mejillas del Señor Tronadizo se pusieron tan rojas como sus orejas.
-“Qué niño más extraño –pensó-. Habrá que enseñárselo todo.” Y añadió en voz alta:
-Deberías saber que los presos son hombres malos.
-¿Y los meten ahí para curarles la maldad?
-Se les mete aquí para impedir que hagan daño a los demás.
-Pues aprenderían mucho más deprisa si esto fuera más bonito…-insistió Tistú.
“Ah, es testarudo”, pensó el Señor Tronadizo.
Detrás de las rejas, Tistú vio a unos hombres que caminaban formando corro; iban con la cabeza baja, sin pronunciar palabra. Parecían terriblemente desgraciados con aquel cráneo afeitado, aquellos trajes a rayas y aquellos zapatones.
-¿Qué hacen ahí?
-Están en el recreo –contestó el Señor Tronadizo.
“¡Pues vaya! –pensó Tistú-. ¡Si ese es el recreo, lo que serán las clases! Esta cárcel es demasiado triste.”
Tenía ganas de llorar y no pronunció palabra en todo el camino de regreso. El Señor Tronadizo interpretó aquel silencio como un buen síntoma y pensó que la lección de orden había dado sus frutos.
Sin embargo, escribió en la libreta de notas de Tistú: “A este niño hay que vigilarlo de cerca; se hace demasiadas preguntas».

Maurice Druon. Tistú el de los pulgares verdes. Ed. Juventud

Propuestas para mediadoras y para mediadores.

RECURSOS

Texto
En el texto que acabamos de leer, hay dos personajes. Dos formas distintas de ser, de pensar lo que es la vida. De estar en el mundo y observar a la gente, lo que piensa, lo que hace y cómo es. El señor Tronadizo, uno de los personajes, tenía un trabajo que no era el más animado y creativo, especialmente. Trabajaba en una ¡fábrica de cañones! ¡Sí, de cañones!

Pero antes, creemos que te vendría bien saber un poco de este estupendo libro. Casi seguro que luego lo leerás completo y te garantizamos que no te defraudará.

Tistú era el hijo del Señor Padre, que quería que su hijo aprendiera todo lo referente a sus negocios. En este caso, le había tocado ir a la fábrica de cañones, uno de esos negocios del Señor Padre. Al mando de la fábrica estaba el Señor Tronadizo, que era un hombre de confianza del Señor Padre. Comprobaba que los empleados trabajaban bien y que los cañones estaban en perfectas condiciones. Un difícil trabajo que el Señor Tronadizo realizaba a la perfección y, por eso, el Señor Padre pensó que él podría dar unas buenas lecciones a Tistú.

Pero Tistú pensaba cosas muy distintas. Lo sabemos desde el principio del texto. Cuando los dos, el Señor Tronadizo y Tistú dicen lo que es importante en una ciudad. El Señor Tronadizo dice: lo más importante es el orden. Tistú dice: el Jardín Botánico.

Con lo que ya llevamos leído, pensemos sólo una cosa: ¿tendrá que ver el título del libro, Tistú el de los pulgares verdes, con esta afición por el Botánico?

No te queremos desvelar el libro entero, por si te apetece leerlo. Pero sí te avanzamos que en Tistú hay una magia, en esos pulgares verdes. ¿Cuál de estas razones crees que tiene más posibilidad de ser la verdad de esta historia? No olvides que hay una magia en esos pulgares (es la pista que te damos).

1)Tistú escribía siempre con un rotulador de color verde y se le manchaban los dedos.
2)Todo lo que tocaba Tistú con aquellos pulgares verdes se convertía, mágicamente, en una planta.
3)Tistú padecía una rara enfermedad. A los que les gustaba el Jardín Botánico, se les volvían verdes tres partes del cuerpo: los dedos, las orejas y las uñas de las manos y de los pies.

(La verdadera es la 2)

 Palabra magica                            

Hoy la palabra mágica es orden. ¿Piensas que el Señor Tronadizo tenía razón? La verdad es que si reflexionamos, llegamos a diferentes conclusiones. Por lo que parece en la lectura, da la impresión de que para el Señor Tronadizo es muy, pero que muy importante esa palabra. Casi imprescindible para vivir. Y, sin embargo, creemos que para Tistú no lo es tanto. Como no estamos totalmente seguros o seguras, vamos a hacer una cosa: de las siguientes situaciones, ¿dónde crees que es muy positivo llevar un orden? ¿Y dónde depende de las aficiones, de los acuerdos a que hayamos llegado, de la suerte que hemos tenido, de la capacidad que tengamos, de la preparación y el entrenamiento que hayamos realizado, de cosas que a ti se te ocurran? Valora, en las acciones siguientes, del 1 al 10, la importancia que concedes al orden. Escribe luego, tres acciones en las que el orden es importantísimo y tres en las que el orden no se necesita para nada, porque depende de otras cosas.

1)   En la cola de un cine
2)   En la elección de tu juego favorito
3)   En la resolución de problemas de matemáticas  
4)   En quién acaba primero la comida
5)   En la cola de un transporte público

Cuentame
Hoy te vamos a pedir un favor. ¿Nos puedes decir, como si fueras Tistú, lo que a ti te parece más bonito, más interesante, más misterioso, más divertido, de la localidad donde vives? Necesitamos fotos, palabras, dibujos y todo lo que consideres que nos puede ayudar a hacer una visita o una excursión a ese precioso lugar donde vives. Imagina, para tu información, que somos cinco personas de un instituto y que estamos en 3º de ESO. ¿Hay algún transporte en el que podamos viajar? Dinos qué cosas, qué lugares, qué edificios nos van a encantar en la visita.

 Autor

Maurice Druon

Nació en París (Francia) el 23 de abril de 1918 y murió en la misma ciudad el 14 de abril de 2009.
Pasó su infancia en Normandía y realizó sus estudios secundarios en el Liceo Michelet. Comienza a publicar en revistas y periódicos literarios a los dieciocho años, mientras cursaba la carrera de Ciencias políticas (1937-1939). Se unió al movimiento de la Resistencia  y compusó junto a un tío suyo la canción Chant des Partisans. Al acabar la Segunda Guerra Mundial se dedica al periodismo y a la literatura. Participó también en la política a partir de 1973.
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